Javier Luzón Peña / Captura de Youtube

Por WILLIAM RODRÍGUEZ CAMPOS 

Este importante texto representa el primer Manual de Exorcística escrito hasta el momento. «Existen tratados de Demonología. Hay prontuarios de oraciones de liberación y sanación. Existe algún vademécum para exorcistas». Pero no había manuales asequibles para laicos y sacerdotes interesados por la liberación de las acciones extraordinarias de los demonios. Con la aparición de esta obra viene a llenarse un significativo vacío en esa área urgente de la Pastoral.

Se trata de un texto muy bien escrito, con un castellano plástico y directo, dirigido al amplio público interesado por conocer los principios fundamentales de la liberación, así como los múltiples −y muy variados− fenómenos que suelen presentarse en la práctica del ministerio exorcístico.

Desde la perspectiva dogmática –como advierte el P. José A, Fortea en el prólogo del libro– se trata de un trabajo inserto en la recta tradición eclesiástica y enraizado en la sana doctrina católica. Un lector atento y avisado capta inmediatamente la importante labor de exorcistas y estudiosos como Balducci, Amantini, Amorth, Fortea, Pivel, Uribe Jaramillo, entra en el tratamiento del tema por parte del autor con claro conocimiento de fuentes, derivaciones y correcciones. Así, conjunta armoniosamente la tradición exorcística europea y la americana. Sin embargo, no debe quedar la idea de que se trata de un ejercicio teórico, cuanto de la presentación orgánica y ordenada de una amplia experiencia de ayuda a personas necesitadas.

La primera parte del libro está centrada en la pastoral de la liberación de la Iglesia: liberación, sanación; praxis eclesial de una iglesia institucionalizada y subsiguiente abandono del ministerio de liberación que, dicho sea de paso, aparece en el libro, desde el primer momento, como característico de la acción evangelizadora de Jesucristo. De inmediato pasa a determinar la acción extraordinaria de los demonios (infestación, vejación, influencia, obsesión y posesión) y entra en las razones por las que Dios permite las vejaciones de los diablos y señala cómo se los vence. Al final de esta tercera parte, el autor presenta elementos para discernir los fenómenos sobrenaturales de los preternaturales; con lo que echa las bases para tratar conjuntamente el interesante tema de las presencias de los demonios y de las almas errantes. Este último novedoso tema –el de las almas errantes o perdidas– es tratado en secuencia orgánica con las posturas teóricas y prácticas de exorcistas de la talla de Gabrielle Amorth y José Antonio Fortea (La tiniebla del exorcismo), lo que representa un avance importante en el área.

La segunda parte de la obra −la más novedosa a nuestro juicio– es la que trata las «seis puertas de los demonios». Allí se analizan las vías por las que el mal ingresa a la vida de los seres humanos.  Las puertas que abre el afectado: el pecado, el ocultismo y el rencor. Y, luego, pasa a analizar las puertas que no abre el afectado, pero que otros abren por él: los maleficios, las heridas de seno materno y las ataduras ancestrales. Todo el tratamiento teológico de esas vías hayan su fundamento bíblico expreso. Además, la primera trilogía de puertas y la segunda ofrecen bellas y eficaces oraciones para perdonar, protegerse y liberarse. Esto da, ya desde el primer momento, el carácter de un material manualístico de uso continuo en la tarea liberadora.

La tercera parte del libro trata del ejercicio del ministerio de Liberación. Allí aborda el importante asunto de cómo organizar el ministerio integrándolo en la pastoral de la iglesia particular, y pasa a enumerar las condiciones, infraestructura, medios y personas requeridas para el acompañamiento parroquial a los afectados. Seguidamente, dedica un importante capítulo en que destaca –como toda la tradición exorcística– la necesidad de oración y compañía de un equipo en la labor liberadora; su participación y las condiciones para la acción liberadora en relación con la sanación. Finaliza este capítulo con la exposición del cuidado de la vida cristiana para afianzar y mantener la liberación alcanzada. Así, conecta muy bien con el último capítulo de esta tercera parte que trata de las armas de la liberación en sus dimensiones y eficacia. Se trata de los medios ordinarios y los extraordinarios: sacramentales, invocación de los santos y la Palabra. Cierra este capítulo con un muy sugerente estudio y exposición de las virtualidades y las carencias de los rituales exorcísticos de 1614 y 1998. El capítulo final de esta parte contiene, dentro de la terapéutica espiritual, una bella y muy bien fundada serie de oraciones de liberación y sanación.

Un epílogo muy directo (una demanda que la Iglesia no puede desatender) cierra esta parte y nos conduce a la bibliografía básica. En ese epílogo destaca el autor –fundado en su experiencia compartida y dialogada– la urgencia de atención de los necesitados, a ejemplo del Buen samaritano; la seria advertencia del juicio de Dios a los sordos ante el clamor de los hermanos; y la necesaria acción ante el llamado para una «Nueva evangelización» en una Iglesia salida.

La bibliografía –muy acertadamente– está dividida en Documentos del Magisterio y Monografías. Cada documento y cada monografía están reseñados por un útil resumen de contenido y valor teórico y práctico. En la presentación de cada monografía destaca la variedad de autores, enfoques y tradiciones exorcísticas. Además, allí aparecen armónicamente relacionados temas aparentemente dispares como la teología sistemática, la exorcística, la escatología, la imposición de manos.

El texto que reseñamos es, sin dudas, un material imprescindible de estudio, comprensión y praxis del ministerio de Sanación y Liberación, cuya principal potencia radica en su aplicabilidad en muy amplios y diversos contextos como grupos de oración constituidos, Jornadas especiales de estudio y praxis espiritual o en cursos universitarios de teología en diversos contextos culturales de Europa y América

*Las seis puertas del enemigo. Experiencias de un exorcista. Javier Luzón Peña. Editorial AltoLacruz. España, 2017.


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