JESÚS MATHEUS, POR VASCO SZINETAR

Por JESÚS MATHEUS

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El TAGA, siglas del Taller de Artistas Gráficos Asociados, celebró recientemente en Caracas la XVII Bienal de Miniaturas Gráficas Luisa Palacios y, con ello, el centenario de Luisa —la Nena— Palacios.

Con gran convocatoria de participación y público, se exhibieron simultáneamente en los espacios de Secadero 3 de la Hacienda La Trinidad y de la sede de la Corporación Andina de Fomento —Altamira, Caracas— las obras  seleccionadas de la Bienal, y una nutrida colección de estampas correspondientes a ediciones de bienales anteriores.

Con la tradición que impone este tipo de salones de arte, concursos (de los pocos, sino el único que se sostiene en los últimos años en Venezuela) se otorgaron premios y menciones honoríficas. Vale decir, una mención honorífica recibida con sorpresa y alegría para quien esto escribe.

Una llamada de atención que recibo de mi querida Isabelle acerca del perfume que usaba Luisa Nena Palacios enciende mi memoria y sus sentidos. Esta particularidad de aroma aparece reseñada en un artículo escrito por Faitha Nahmen Larrazábal (en Prodavinci), que celebra con brillo la eternidad de su figura. Siendo esta la misma fragancia que usaba Maggy, madre de Isabelle, la francesa parisina, y abuela de mi hija Tania, que emigró a Venezuela para fundar familia y empresa precursora del diseño y la estampación textil en el país, me permito esta suerte de homenaje.

De esta fiesta de grabadores y gráficos que representa cada edición de la Bienal de Miniaturas Gráficas, de las reseñas floridas y las voces que llegan desde Caracas, desde la distancia geográfica que me separa, la vinculación  y mi gratitud al TAGA, aunque sea tarde —escribo a finales del 2023—, me animo a escribir esta nota  de vocación centenaria (que coincide con los centenarios de dos grandísimos artistas: Jesús Rafael Soto y Carlos Cruz-Diez) para conmemorar momentos de gloria.

Una evocación de recuerdos y conexiones sentimentales en el tejido fértil de las relaciones humanas, las experiencias vitales y realizaciones en el tiempo, que representa mi corta vivencia con la Nena Palacios, su acogida de puertas abiertas en el TAGA desde 1987, fecha de mi egreso de la Quinta promoción del CEGRA hasta su fallecimiento en 1990.

De un momento o época de gran dinamismo en la plástica nacional, el legado de la Nena Palacios deja una huella imborrable, impronta fundamental en la utopía del movimiento artístico nacional de las últimas décadas del siglo XX.

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Sin el ánimo riguroso del historiador, de Luisa la Nena Palacios contamos que su labor  como grabadora e interés por las artes gráficas empezó en aquel singular taller de grabado que se instaló en los setenta, a un costado de la casa familiar en la urbanización Los Rosales de Caracas. Si apelamos al valioso archivo existente, allí aparecen  las fotos de La Nena, Alejandro (Otero), (Humberto) Jaimes Sánchez  trabajando afanosamente en torno a una prensa de grabado, entre mesas con placas y herramientas, papeles y rodillos de tinta. Como es de imaginar, la repercusión del taller de trabajo, cuece llamando la atención y ganando importantes reconocimientos.

Aquel momento de esplendor de la cultura y las bellas artes en el país (veamos la historiografía del arte en Venezuela), que aglutina  a un grupo de artistas plásticos, autores granados y gente de la cultura, propiciarían la creación del TAGA, que acto seguido, en una nueva sede de talleres, en la histórica Quinta El Taller (esquina de calle El Cortijo y avenida América), allí mismo en Los Rosales, daría con la constitución de los estatutos y la fundación del Taller de Artistas Gráficos Asociados.

Ha llegado el momento, que la acción misma de los artistas protagonistas y la práctica política del tiempo democrático de las nuevas instituciones culturales, junto a la iniciativa privada, aborden la preocupación por expandir la formación, el conocimiento y la investigación artística en el campo de la literatura, la música y las artes, donde ella juega un papel fundamental.

Su  afán en la formación profesional del grabador/estampador, se multiplica en el aula de artes gráficas del Instituto de Diseño Newman/INCE. Antes o luego, también de la alianza de su mano y voz en la constitución y fundación  del CEGRA, el Centro de Enseñanza Gráfica adscrito al extinto CONAC, cuyo cometido era la formación de impresores gráficos especializados en la técnicas gráficas, a saber: Calcografía y Xilografía, Litografía y Serigrafía. Este centro de gratos recuerdos, ubicado en La Alta Florida, formador de  varias promociones, luego derivo con su dotación de equipos y parte del personal docente, en el naciente IUESAPAR, “La Armando Reveron”, ahora denominada UNEARTE: otra historia.

Por todo esto, y mucho más, decimos que, amén del temple y la dulzura, la visión de La Nena, su participación es indispensable en las artes plásticas en Venezuela. Su activismo en la creación de un marco de interpretación e infraestructura de las artes gráficas en el país con la creación del Taller,  asociación en el mejor sentido de la palabra. Más allá, algo sustantivo: su  labor en la  formación de una mirada contemporánea de la modalidad del arte gráfico y el oficio de grabador.

Con ella vino la existencia contable de una sucedida vanguardia,  la  explosión del movimiento gráfico, a la  que se suma el dibujo en el país que se vio reflejado en la creación de talleres de impresión y reconocidos artistas/impresores gráficos en diferentes puntos del país, la aparición de un mercado fecundo de ediciones gráficas originales, así como la profusión de exposiciones colectivas de gráfica reunidas en importantes centros culturales, galerías y museos. Luego vino la atomización.

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Siendo miembro asociado del TAGA, por derecho propio, y el apoyo de la Nena Palacios desde mi egreso del CEGRA en el año 1987, participé, y sigo participando,  en numerosas colaboraciones e importantes gestas de trabajo, reuniones reflexivas donde prevalecen el diálogo y el intercambio de ideas y conocimientos. Tengo el inmenso honor de ser nombrado miembro honorario desde fecha reciente.

Me siento parte del TAGA. Me atrevo a decir que soy parte de ese eslabón que toma la alternativa de sus maestros fundadores. Con esto, quiero agregar que estoy muy complacido por la nueva generación de jóvenes grabadores formados en los últimos años, que proyectan su trabajo con rigor y profesionalismo.

Hoy, la renovada quinta El Taller, sede del TAGA, sigue siendo un ágora de conocimiento, casa de cultura y bellas artes, la casa de los grabadores del país. Con el apoyo del patrocinio particular y el empeño de un valiosísima dirección gerencial y artística. Año del centenario de La Nena Palacios, también recordemos el paso por el TAGA de directores de la talla de Margot Romer (+), Malina Gallac (+), Elio Caldera (+), sobre quienes podríamos extendernos en comentarios.

La Venezuela de hoy es muy mezquina con sus creadores. Hablar del TAGA es recordar y dar vigencia a un legado cultural que se pone al día y se recupera bajo la luz del legado precursor de la Nena Palacios.


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