JESÚS SOTO, POR VASCO SZINETAR

Por DIANA ARISMENDI

Obertura

Jesús Soto, entre sus muchos talentos, tuvo el de la música. Pero no solo era cuestión de talento, sino también de pasión. Desde las primeras guitarras con las que se acompañaba en su juventud y que él mismo construía con “unas cajas de sardinas de metal, que eran de forma ovalada, grandes (…) con eso fabricaba mis guitarristas”, tal como lo contará en el documental Soto. El artista cinético de Marilda Vera, hasta sus sesudas investigaciones sobre el dodecafonismo y el serialismo integral, cuyas cavilaciones lo llevarían a sentar las bases de su genial, y única, expresión cinética.

Trío/Orquesta/Conjunto Matamoros

Las conexiones entre las artes, las influencias de la literatura en la música, de la música en la pintura, de la pintura en el cine; los cruces entre teatro, cine, plástica, literatura, poesía, música, ballet, han existido siempre y han sido enormemente fructíferas, pero el nivel de claridad y la efectividad de la traslación del serialismo musical a la plástica que ejecutó Jesús Soto es quizás un caso único en la historia del arte.

1er Movimiento. La búsqueda. Estructura y sonoridad

“Es muy posible que yo hubiese encontrado respuestas a mis preguntas en las matemáticas o en la lógica, pero para mí era mucho más fácil estudiar el lenguaje de la música. El entenderlo como estructura me ayudó mucho en mis comienzos”.

Soto buscó y encontró. La estructura era una de las preocupaciones del artista. Estudiando la música de Bach entendió cómo elaborar estructuras definidas rigurosamente mediante relaciones matemáticas: 

“…él (Bach) era más bien un estructuralista. Su problema era conseguir el mayor espectáculo con el mínimo de elementos…”.

Economía de medios y riguroso control estructural.

Johann Sebastian Bach. Partita BWV 1004.

Por otra parte, Soto, que buscaba una expresión plástica más universal, menos ligada a la subjetividad, a la sensibilidad personal, encontró cómo hacerlo a través de conceptos también provenientes de la música.

Estudiando, primero, el método de la serie dodecafónica al que accedió a través del libro de René Leibowitz Schoenberg et son École:

… analicé el libro con mucho cuidado, el cual me proporcionó la clave del sistema dodecafónico. En este sistema, las notas no conservan su valor tradicional, sino que constituyen una red de relaciones logradas a base de valores permutables. Ese conjunto de observaciones relativas a la música me condujo a pensar en la necesidad de codificar mi propio lenguaje”. 

Una codificación con predominio objetivo. Lo objetivo frente a lo subjetivo.

Estudiando, luego, directamente los textos y sobre todo la música de Arnold Schönberg:

“Cuando entendí la música serial, encontré un mundo fabuloso donde el sonido no era utilizado en función del gusto; la manera de ensamblar los valores sonoros estaba perfectamente codificada. Allí cada valor musical era como un número, y utilizando parámetros cuyas medidas no correspondían a las tradicionales, se podía producir una música completamente diferente”.

Arnold Schoenberg, Suite para piano Op. 25

Emergen entonces las primeras obras concebidas bajo el influjo de la música serial como Étude pour une série (1952-53) y Peinture Serielle (1952-53).

Un hallazgo sorprendente hasta para el mismo artista:

“Y me dio los resultados inesperados, yo pensé que resultaría una cosa fría. Todo el mundo me cayó encima porque el arte abstracto (era visto) como un arte frío y, al contrario, resultó un arte vibratorio, extraordinario, que yo aproveché inmediatamente para desarrollarlo, apartándome del sistema serial, pero siempre recordando que se podía organizar.”

A partir de allí, la conexión de Soto con la música, más allá de los conceptos de altura, ritmo, estructura, repetición, serialización, abstracción y otros varios conceptos sobre los que reflexionó en profundidad y por largo tiempo, alcanzan también al fenómeno espacio temporal.

Soto necesitaba involucrar el tiempo y el espacio en la expresión plástica.

2º Movimiento. Tiempo. La vida es un fenómeno espacio-temporal.

“¿Cómo hacer que el arte plástico atrapara a la gente en el tiempo?”. Otra pregunta más, otro problema a resolver en la búsqueda de su expresión propia, y de nuevo la conexión con la música.

“Yo veía que la gente se quedaba siempre oyendo a los músicos, el tiempo del desarrollo de la pieza hasta el final, como en el teatro. ¿Por qué la gente ve inclusive la Gioconda el más grande cuadro que hay—, pasa, lo ve, lo recibe y se va? Yo andaba con esa preocupación. ¿Cómo hacer que el arte plástico pudiera atrapar a la gente en el tiempo?”.

Mauricio Kagel – Pas de cinq

Las cavilaciones Soto se convirtieron en necesidad, una necesidad urgente de integrar el tiempo en el arte.

“Yo creo que eso es lo que me llevó en el fondo a resolver problemas de lo que se llama hoy el arte cinético”.

La obra de Soto fue, progresivamente, adquiriendo independencia de las dos dimensiones del muro expositivo. El artista se pregunta y aspira a que sea la misma obra la que le revele una posible respuesta. Su búsqueda tenía que ver no solo con la experiencia perceptiva del espectador, sino con la integración del tiempo, ese imprescindible parámetro de la música, en su trabajo plástico. El artista, ya capaz de crear grandes estructuras en las que el espectador juega un rol más activo, logra una experiencia sensorial entre individuo y obra, integrando espacio y tiempo… como en la música.

3er Movimiento.  El Penetrable. La idea de hundir al espectador en la obra.

“Mi objetivo es liberar los materiales hasta hacerlos tan libres como la música —aunque aquí quiero decir música no en el sentido de melodía, sino en el sentido de relaciones puras”.

Y así llega Soto a las estructuras cinéticas a las que denominó penetrables en los que la extensión —su dimensión— se transforma en duración, el volumen en experiencia sensorial, el color en vibración. En el penetrable el espectador termina de producir la obra en el espacio-tiempo, en el penetrable la percepción del espectador no es solo visual, sino física y auditiva. La obra se percibe con todo el cuerpo; la obra, rodeada de un flujo sonoro, como diría el escritor francés Jean Clay, se convierte en “música aleatoria en la cual cada uno, por sus gestos, toca su partitura en el concierto colectivo”.

Pierre Boulez. Improvisation I sur Mallarmé

Así, pues, Soto logra que el espectador adquiera un papel más dinámico, el espectador se convierte en un participante activo que “completa” la obra en su recorrido espacio-temporal. “El penetrable concreta la idea que nutrió mi pensamiento sobre la plenitud total del universo, llenado por las relaciones. Es la revelación del espacio sensible, eternamente pleno de los más puros valores estructurales, tales como la energía, el tiempo y el movimiento”.

Poesía pura…

“La experiencia del espectador que participa al entrar en un penetrable, y por eso mismo en un espacio-tiempo diferente, será para él más evidente el día en que pueda moverse libremente en un medio ambiente en que la gravedad no exista”. …inmaterial, espiritual

4to. Movimiento. Soto, el músico. Música en mi mundo pictórico

Ritmos cinéticos: «Formas esenciales de nuestra percepción del tiempo real».

Durante la pandemia, por varias semanas, el soundtrack de los larguísimos días de tedio y tensión fueron las canciones de Agustín Lara que grabó Jesús Soto con Rodrigo Riera y no sé por qué, pero allí encontré sosiego y esperanza.

Lara-Soto-Riera

En esas interpretaciones sencillas, sentidas, expresivas se encuentra también la dimensión musical, artística y espiritual del gran Jesús Soto, el hombre sencillo y profundo, auténticamente latinoamericano y universal a la vez; estudioso, intuitivo y racional, reflexivo y expresivo. Soto, el seductor que tocaba la guitarra y cantaba boleros, que encontraba en la música —que lo acompañó toda la vida— el refugio de su expresión personal, logró integrar en su expresión plástica la dimensión temporal del universo musical, de allí su grandeza.

Coda

Siempre le agradecí al maestro Soto el único consejo que me dio en su vida y me lo dio porque se lo pedí. Le conté que había conseguido una beca para ir a estudiar composición musical en París, Soto sin titubear —tajante— me dijo: “Una cosa te voy a decir, la obra la vas a hacer en tu estudio —o como se llame el sitio donde trabajan los compositores—, no en los cafés de París, ni en la vida bohemia. Para crear hay que encerrarse y trabajar”. Así lo hice, aunque alguna vez tuve la dicha de oírlo tocar su guitarra en una boite de Saint Germain, en el barrio latino.

¡Gracias, maestro!

La Fundación Soto celebra el centenario del nacimiento del maestro con elciclo de conciertos Jesús Soto. Una celebración musical, la ciudad se llena de música a los pies de la obra monumental de Soto.

Los pequeños privilegios de Caracas.


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