Por JONATAN ALZURU APONTE

Posteos desde el sur: Tributo y asedio a Guillermo Deisler (1) es una obra arrebatada de imágenes donde las palabras resuenan en la sórdida soledad del desamparo. Es una vitrina donde el diálogo es el centro y su perímetro. El lector podrá entregarse a la embriaguez, a ese estado emocional, psíquico y corpóreo, preciso para engendrar otra manera de pensar, otra manera de sentir, por el desate pasional encofrado con una racionalidad flexible que se dibuja en cada texto. Es una obra colectiva donde los nombres, sus autores, se dibujan y desdibujan. Es una obra de fugas, rizomática, heteróclita y distópica donde se celebra el arte como experiencia vital para el encuentro con la otredad. Aquí les entrego algunas siluetas del libro que fue motivada por una obra del artista chileno Deisler (1940-1995). Se tejió una cadena dialógica, a través de correos electrónicos, durante dos durante dos años, entre Venezuela y Chile.

Libro-objeto de Guillermo Deisler. Fotografía Rodrigo Torres Barriga (chileno)

El libro crucificado fue recogido por el artista en un contenedor de basura donde estaban desechados montañas de textos de la tradición marxista, en Halle, Alemania, después de la caída del muro de Berlín.

I.- Aproximaciones al autor

De Óscar Galindo (chileno):

Deisler era un gran generador de redes y conversaciones. Editor de Mimbre, artista gráfico de revistas y libros a partir de los años sesenta, y luego un activo generador de arte correo, su principal herramienta de comunicación desde el exilio, el no lugar, desde donde en 1987 inició el proyecto internacional de Arte Correo UNI/ vers. Era una carpeta de poesía visual y experimental en que participaban 40 artistas, creo que alcanzó a hacer 35 carpetas.

De Sofía Barría (chilena):

El trabajo artístico de Guillermo Deisler visibiliza el potencial político y colectivo de proyectos literarios y artísticos que hermanan la cuestión del exilio y modelos de trabajo, los cuales desbordaron los contextos represivos que atravesaban los países latinoamericanos en los setenta.

De Rodolfo Hlousek Astudillo (chileno):

Deisler de este modo relata una historia integral, no escindida entre campos o especialidades, sino al contrario, es un colaborador entre distintas disciplinas y es lo que realiza entre los años 1960 – 1973, considerando además el arte como una herramienta social, o bien el arte, como un soporte para comunicar.

De María Luz Cárdenas (venezolana):

A Guillermo Deisler lo reconozco como uno de los artistas pioneros de las expresiones conceptuales de América Latina, especialmente por el valor que asignó a los procesos de pensamiento en la construcción de la obra de arte y a la escritura como parte y cuerpo de la misma: su poesía visual, su poesía encontrada, sus imágenes como escritura vivencial de las escenas cotidianas, del  gesto y el cuerpo o sus alfabetos y caligramas son textos escritos desde la piel y constituyen las bases de un sólido lenguaje que lo ubica en la estirpe de creadores que nos han hecho ver  que la producción del signo escrito no se corresponde únicamente con sus antecedentes en la antigüedad como expresión de contratos mercantiles o convenciones de tipo cambiario, y eleva ese proceso a su verdadera significación en el terreno de las artes

II.- Aproximaciones a la obra

De Mauricio Mancilla (chileno):

A medida que fijo la mirada en la imagen ofrecida, me encuentro con un libro ocupando el espacio de Cristo en medio de una hechiza y ligera cruz de madera. Pero más que un libro troquelado y trozos de madera, veo más, veo un conjunto de elementos en movimiento: conceptos, tradiciones y rituales que convergen en la obra.

De Álvaro Márquez-Fernández (1952-2018) (venezolano):

La visual nos lanza contra el soporte de madera donde reposa la cruz-equis de madera, prisionera por el peso de un libro de hojas de papel recortado para el acto de crucifixión.  Y acá estamos en presencia corporal del profundo drama de la vida en sus “errancias”, hacia el mismo destino final de todo y de todos, la escéptica desolación de morir de brazos abiertos ante las últimas palabras que no sabemos si nos absuelven o penalizan.

De Óscar Pérez (1949-2020) (venezolano):

La muestra nos refiere a los libros-objeto como expresión de la práctica artística de Poesía-Encontrada. Sin duda, esa propuesta desafía el enclaustramiento del guetto, de la corporación y el discurso de iniciados y los códigos de élite que hasta recién dominaban las prácticas artísticas. Aparece un autor colectivo, biografías artísticas que se cruzan, disminuye la rigidez de la “homogeneidad de la obra” o, sencillamente, ésta cobra otra forma.

De Rayda Guzmán (venezolana):

Es verdad que ver un libro crucificado puede generar un sinfín de resonancias, pues a nivel simbólico ambas imágenes por separado son muy potentes. Parece un libro, unas páginas impresas pertenecientes a un libro atadas a una cruz, pero ninguno puede descartar que a lo mejor sea un hacha o un pico, siendo así el sentido sería totalmente diferente. Voy a asumir que es una cruz. Ese objeto me evoca varias cosas: la religión como opresora del intelecto, y ya está. En este momento acaba mi intervención, ¿no?, pero, y si es al revés, ¿y si es el saber ilustrado el que se ha convertido en la nueva religión?

De Rafael Hurtado Malpica (venezolano):

Belleza y tragedia, éxtasis y vergüenza, la obra de Deisler es una bella invitación a resituarnos, a mi entender, en el problema ético-estético más importante de los últimos años en América Latina, a saber, la crisis espiritual (a la manera del Husserl de “Die Krisis…”) del pensamiento crítico y de toda la tradición política y epistemológica marxista avenida a estos predios. Para tal constatación le basta a Deisler poner un texto, un manual marxista, a dialogar con la cruz cristiana, encarnación trágica del cuerpo, de los cuerpos y sus destinos. Un diálogo forzado pero necesario de cara a pensarnos como cultura.

De Pedro Alzuru (venezolano):

Esta imagen me remite a la lucha de los tres monoteísmos: el judío, como teología de protesta, religión del triunfo en la derrota, limitada al pueblo que la originó; el cristiano, su mensaje apostólico y su prédica universal; el islam, su universalismo recrudecido en modo político-militar de expansión. Dice Sloterdijk que uno de los retos mayores del Occidente contemporáneo es hacer que estas tres religiones conviertan su existencia en diálogo, no creo que lo logren. Mucho menos con el agregado del cuarto monoteísmo, el comunismo, heredero de las prácticas más tramposas y envilecedoras de los tres anteriores.

De Marcelo Arancibia (chileno):

Un último alcance, no concuerdo con el juicio, de considerar al comunismo como un cuarto monoteísmo, no logré comprender la asociación que hace mi predecesor, con el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

De Vicente Serrano (español):

Es esa imagen, la del Dios de la revelación, la de los cultos y ritos que todavía sobreviven como vestigios, o incluso como influyentes vestigios entre nosotros, la de las cinco vías de Santo Tomás, la del Dios que todavía Kant convirtió en postulado de la razón práctica, la del Dios de la fe y de la pasión, la del opio del pueblo, la que evocamos al escuchar la palabra Dios. Es ese Dios el que Nietzsche declaró muerto, el que antes que Nietzsche ya había declarado muerto Hegel.

III.- Otras lecturas: sobre la amistad y la vida

De Rodrigo Browne (chileno):

Hay que negarse a leer de una sola manera. La escritura firma la crisis de la autoridad y el nacimiento del lector se paga con la muerte del autor.

De Érika Ordosgoitti (venezolana):

La gente en la calle a veces me grita esa palabra: ¡Loca! Eventualmente un día me pusieron una chaqueta de fuerzas. Esas experiencias de opresión me llevaron directo a las manos del arte. Pienso en Deisler, en esa acción de hablar, pienso en mí gritando los poemas en un bar, en un barrio, en la playa, en una casa. Me pienso en la ciudad haciendo una poesía visual con una acción para la cámara: la libertad.

De Ana Traverso (chilena):

¿Cómo la amistad activa visibiliza un trabajo generacional o de grupo; cómo se nutre y alimenta a partir de esos lazos y cómo se mantiene individualizada; cuándo las amistades son hermandades (¿productivas?) y cuándo se institucionalizan (canonizan, formalizan) o se transforman en relaciones de poder; qué medios o tecnologías se usan actualmente para comunicarse y cómo esas tecnologías incidirían (o no) en la formación de una nueva poesía; se disuelven las autorías en la amistad o más bien se resuelven las diferencias estéticas; qué de esa “vocación hermanable” (Galindo dixit) de la conversación poética permanece en la poesía actual?

De Felipe Cussen (chileno):

En mi práctica artística he tenido la suerte de colaborar con un grupo muy diverso de poetas, músicos y artistas visuales. En algunos casos la amistad era previa, en otros se desarrolló después, y en algunos se trató únicamente de una colaboración puntual. Pero es innegable que ese tipo de trabajo conjunto ha sido realmente importante para lo que intento hacer.

De María Candelaria Ferreira (venezolana):

Re-sentido. Composición de M. C. Ferreira

De Felipe Herrera (1947-2018) (venezolano):

¿Qué ha pasado? Hasta llegar acá. Hasta llegar acá, a este punto de inflexión, inflexible, donde estamos acometiendo la hermosura de este proyecto. Bueno, por lo pronto, les envío, digámoslo así, este primer párrafo con mi valija, con ese caserón viejo que aloja la memoria. Con ese caserón viejo que aloja al pensamiento; eso es. No es un cascarón vacío. ¡No! Porque cada trocito de tierra, cada rincón de telarañas, cada puerta o arco de columna encierra un giro de existencia, un giro de vivencia. Y no se sopesaba, no había capacidad, porque íbamos raudos, ¿verdad? Íbamos raudos y no teníamos oportunidad de detenernos. ¿Verdad? Con un altoparlante para despertarnos e indagar.

Valija (técnica mixta) y fotografía de Felipe Herrera

De FaithaNahmens Larrazábal (venezolana):

Que la vida es el recorrido largo o lento que no siempre termina en la última casilla del tablero, a veces antes, depende del juego (depende de cómo venga la mano). Y que una flor roja estaría bien sobre mi tumba.

 

IV.- Venezuela: el dolor y su imagen

De Daisy D´Amario (venezolana):

Muy probablemente estandarización y gravedad pesan en la producción y circulación de ideas y objetos sobre Venezuela. No obstante, el nuevo arte por correo tiene ahora más que nunca posibilidades de alimentarse y alimentar los circuitos sociales alternativos, de poner a disposición los mensajes postales, como proponía Deisler, “por la fraternidad, entendimiento mutuo y así por las aspiraciones más justas de la especie humana”.

De Alejandro Maldonado (venezolano):

De esas frases, quiero rescatar la idea del derrumbe, de la demolición, pues es eso lo que ciertamente describe con demencial exactitud lo que es la sociedad venezolana. Mejor dicho, es la cultura política venezolana la que usa el derrumbe como leitmotiv, es la política de la tierra arrasada, de la revancha, del “quítate tú para ponerme yo”, del apetito voraz que consume toda institucionalidad en la medida que planta otra que, más adelante, será arrasada por otros. Es una barbarización.

De Sandra Vivas Guerrero (venezolana):

Soy artista y mi trabajo es sobre todo performance y video. No escribo, sin embargo, siempre he tenido un diario, desde que tenía 10 años y ahora tengo casi 50. Mis diarios no son para ser leídos por nadie, son solo para mí, pero acá cuento tres historias muy personales inspiradas por un libro que me estoy leyendo: “BecomingMyself”, de Irvin Yalom, que ha revalidado mi necesidad de contar mi historia tanto en terapia como en mis diarios y ahora en este libro colectivo.

De Cecilia Rodríguez Lehmann (venezolana):

Fotografía Cecilia Rodríguez L

El agua fluye, destila, su recorrido siempre va en descenso, en vertical. El agua no se contiene, no tiene bordes, pero los crea, los horada, como si necesitara de la contención y de la ruta.

De Luis Alberto Bracho (1967-2021) (venezolano):

La verdad es que el escrito está muy cargado del contexto venezolano, de la frustración y padecimiento que vivimos actualmente. Se trata de una atmósfera pesada y prejuiciada que me acompaña en estos momentos y su presencia, me resulta insoslayable.

De Betty Carolina Flores (venezolana):

Una forma de rebelarse, de rebelarme frente a esta sequedad, de resistir desde la propia existencia, de luchar contra la corriente, de decir no ante este fluir  inerte que nos ha adormecido como país, he decidido escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven, una y otra vez, me detengo en su último movimiento, para revitalizar el alma y sentir que se mueven los sentidos y vigoriza la palabra, la voluntad y la virtud, para ser capaz, de ejercer la voluntad de poder, en el acto irracional de remar contracorriente, para remover las bases que cimbran la vida desde el interior de cada uno…

De Yamarilis Quevedo (venezolana):

A semejanza de los tonos neutros, acromáticos presentes en la obra de Deisler, la ciudad como un cuerpo desangrado ha perdido el color, la vitalidad, la alegría y el bullicio que caracterizaba a Maracaibo y a su gente. A los maracaiberos se los ve cabizbajos, palidecidos, desgarbados, distraídos e insomnes, como almas en pena después de pasar hasta 96 horas sin electricidad.  Sus calles grises y vacías, con la vegetación seca, en cuyos contenedores de basura se ven a familias enteras hurgando, no precisamente para tomar libros marxistas, sino buscando la comida del día.

De Xiomara Martínez (venezolana):

Tiempo antes de que me llegara la invitación de Alzuru, regresaba a mi casa de una de las escasas y menores ya posibilidades de ficcionar que daba clases y ejercía como académica-investigadora en mi UCV, dictando un Seminario sobre sociología del populismo de izquierda. En el trayecto tuve un accidente terrible que me dejó sus traumas y destrozado —sin recursos para repararlo— mi carro, el cual ya solo usaba para ir a la Universidad y subsidiar con su desgaste el costo impagado de mi “actividad” académica. Después de escapar milagrosamente, no solo de la muerte, sino de los intentos de la policía local por extorsionar a las víctimas del percance, tenía que volver a mi casa con ese perol amorfo que todavía rodaba, así que amarré y ajusté una pieza suelta que obstaculizaba la rueda con un pedazo de cuerda y el libro de Ernesto Laclau, que él mismo me dedicó y firmó acá en Caracas, en un Seminario sobre su obra que organizamos con gran alegría y entusiasmo en el Centro de Investigaciones Postdoctorales de la UCV en el año 2006.

Fotografía Xiomara Martínez

1 Alzuru Aponte, Jonatan. (Compilador), 2022. Posteos desde el sur: Tributo y asedio a Guillermo Deisler. Editorial Actual de la Universidad de los Andes de Venezuela: Mérida. Se puede descargar en:

http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/47828

Leer en línea:

https://www.galeriareplica.cl/wp-content/uploads/2022/03/POSTEOS-DESDE-EL-SUR.-TRIBUTO-Y-ASEDIO-A-GUILLERMO-DEISLER.pdf


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