Por HELENA MARIÑO
En uno de los pasajes de Biografía del hambre, Amélie Nothomb habla de un pueblo que no conoce la escasez de comida. Intentando pensar en las razones de la apatía con la que se relacionan con los otros, señala que «su vida era un paseo a perpetuidad: faltaba en ella el sentido de la búsqueda».
Raquel Abend van Dalen escribe desde una posición que conoce el hambre. La beata de las locas no es una caminata que se hace por placer, para matar el tiempo, sino el cruzar un lugar inhóspito. Asistimos al recorrido de un cuerpo que sangra, atravesado por las formas y los motivos clásicos, un cuerpo que reconoce y señala el canon yermo y obsoleto y se pregunta cómo relacionarse con él. Si acaso debemos prenderle fuego. El libro es, en fin, la búsqueda de una nueva cosmogonía.
En él también se produce una ruptura con los temas que habían ocupado sus primeras obras. El centro pasa de la familia (Sobre las fábricas) al deseo, motivo que entronca con la trilogía Una trinitaria encendida. En su exploración, Abend utiliza dos polos que la tradición nos hace percibir como antagónicos, pero que en realidad están entrelazados de forma inevitable: la religión y el sexo, el conservadurismo y lo queer. Sin las construcciones que unos han desarrollado a lo largo de los siglos, sin el contexto creado, no podemos entender nuestra forma de percibir los otros, no podemos poner el dedo en la herida y nombrar la falta.
En el núcleo del libro está la pregunta «¿con qué categorías pensamos y nos pensamos?». Porque la de la beata es una mente que se piensa a sí misma, una voz que va destruyéndose poco a poco para volver a reconstruirse después. El objetivo es la lucidez: verse mejor, hablar más claro. Y para ello, el yo −que en verdad es un nosotras− rechaza usar las ideas de los otros, las palabras de los otros. De ellos. Desde la urgencia, desde la necesidad última de encontrar un lugar de enunciación propio, Abend construye un poemario que se abre hueco a codazos en un mundo que le ha negado sistemáticamente un espacio desde el que expresarse y ser escuchada.
La beata es un plural. La colectividad está en armas, las que hemos sido silenciadas nos negamos a seguir hablando desde lo profundo de la trinchera. Hogueras, eso haremos solas.
Poemas de Raquel Abend van Dalen
Haremos largas diligencias
dentro de esta cárcel, tan pobremente iluminada,
daremos las gracias y las de nadas y los por favor
nos desvestiremos de negro y nos vestiremos otra vez
con rayas y acero y orine en la tierra
concentrándonos como gente educada
sonriendo de lunes a viernes comiendo con la
boca tupida y olvidando si a nadie le
interesa lo que estamos por decir:
**
Pretendemos seguir de largo como quien
no duerme hasta mañana y
luego no toma la siesta y
así continúa hasta la siguiente medianoche
donde las cosas se vigilan entre sí.
**
Vaya que evitando la culpa y una emoción rota
tocaste nuestra puerta sin nombre y
con cierta confesión de orfandad y
vaya que hasta el umbral
estaba cortejado por bestias y beatas
qué evidente era la humedad del vértigo
incapaz de brillar a sus espaldas y
descender a la entrega
mejor inclinamos los ojos y
escupimos a nuestros muertos
que vengan a sacudirnos a inquietarnos mira
cómo deformamos tu horror mira
cómo lo estrujamos entre las manos mira
cómo se vuelve caldo indeleble
entre nuestras piernas ay mira
eres un toro sin espinas embistiendo contra el cristal.
**
Las matryoshkas se esconden como huevos de animal
la baba dentro del cuerpo
la mujer dentro de la mujer
hace hoyos, espacios para el dolor
de nuevo el peligro de nacer acelerado
gimiendo en la cara de la mujer que te escondió
del mundo hasta romper ese deseo de oscuridad.
**
Te gusta pintarte con nuestra pintura roja
morderla y tragarla
ya vieja de boca de hace días
reseca esconderte en la comisura
resbalada la bacteria muerta
imposible revelar su rastro
un nombre propio que siempre pronuncias igual.
**
Acaso existe algún circo que no abrace a las solitarias
los monstruos se recrean entre sí
se copian
con un narcisismo que todo lo permea
se recitan al oído
la misma música obstinada del encierro
la herida
una cuerda que aprieta intolerante
y levanta los cuerpos
una caricia de nudos a altas horas del día
pleno momento para el delirio.
*Los poemas aquí ofrecidos pertenecen al libro Las beata de las locas, bellamente editado por Entropía Ediciones, España, 2019.