Por DOUGLAS MONROY

A quienes hicieron volar un sueño.

Con obstinada y fanática voluntad, la cámara fotográfica se apega a reproducir la realidad; sus mecanismos están diseñados para retratar todo aquello que se encuentre frente al lente, sin embargo, este hecho furtivo y sencillo se ha convertido en fuente de grandes controversias y enigmas. Al punto que es frecuente dudar de lo que vemos. De allí que sea importante reafirmar su veracidad con comentarios, con un texto o un ensayo que explique los sucesos y sus significados. La palabra asume entonces el nudo de las razones que dan fe de la existencia del objeto del cual se predica. Pero aun así, en este libro del fotógrafo Juan Toro Diez, ni sus fotografías más elocuentes ni este breve ensayo pueden describir la magnitud de la tragedia de las soledades que impregnan hoy los talleres y oficinas donde operó la fábrica de confección de camisas Industrial de modas, S.A. (IDEMSA), en Caracas. Si bien el libro lleva por título Usier, que no tiene ningún significado, tampoco tienen sentido las cosas que ocurrieron en la fábrica ni las razones que la llevaron a su clausura definitiva, después de más de tres décadas de exitosa actividad.

El desatino y quiebre de su devastación sucede cuando el presidente Hugo Chávez llegó al poder y lanzó su revolución socialista. Hace ya dos décadas de su Decreto de Guerra a muerte, amargo e insomne, que como un magma abrasador y fulminante sepultó la fábrica, los sueños y sudores de sus accionistas, el trabajo notable del corte del sastre y el de las manos diestras de trabajadoras que cosían, planchaban y empacaban camisas y blusas en un oficio que dominaban con maestría y calidad.

Juan Toro, como quien intuye noches de cenizas y el abrazo mortal que se cierne sobre la empresa de ropa, fotografía de forma febril durante cinco años cada espacio, cada documento, cuaderno y acta constitutiva, reproduce fotografías viejas, retrata el registro de la nómina de empleados, los almacenes con cajas llenas de prendas de vestir, los encajes sobre trozos de tela, el mobiliario y, en particular, las máquinas de coser. En un acto de in memoriam, el fotógrafo se detendrá en las sillas de las trabajadoras que ahora están vacías, las fotografiará en su impoluto estado de desgaste por el uso a lo largo de los años de faena constante y dedicada. Estos asientos representan a todas luces el ultraje silente de esta tragedia. Sus imágenes nos hacen suponer la epopeya de aquellas mujeres, de esa historia personal, jamás contada, que a fuerza de manos, espalda y tesón confeccionaron las prendas más prestigiosas del país y cuya gesta muda proporcionaron el sustento y el abrigo por años a sus familias, pero que ahora, como una sentencia, están cesantes. El día que debieron abandonar la fábrica por última vez habrá quedado como una cicatriz abierta. Los retratos que el fotógrafo hizo de ellas llevan en medio de sus rostros un plano blanco, a fin de preservar el pudor de su identidad y también de testimoniar que todas las caras son iguales en el momento de enfrentar el temor y la incertidumbre de los días por venir. Ahora la fábrica, como un patrón hecho a la medida, se suma a otras tantas empresas que han sido sorprendidas por el aullido del fantasma que vuela hoy por la Gran Caracas y el resto de las bocacalles del país. Aquí el artista nos empuja al límite, a ser testigos, a hincar la mirada sobre los disonantes ruidos de la miseria y sobre sus fotografías que son hoy los espejos rotos de un país.

Juan Toro retrata la secuencia en que los espacios de la fábrica van quedando gradualmente desiertos a medida que las maquinarias de costura y todo aquello que resulta de utilidad se va vendiendo. Ante la mirada atónita de quienes ven el desmantelamiento general, el fotógrafo comienza a retratar espacios amplios y deshabitados, se propone con su cámara fotográfica captar la esencia del lugar, intenta fotografiar la luz dolorosa y tímida que ha invadido los últimos rincones, sus fotos no persiguen un centro o una dirección única, se trata de conjugar la perturbadora brutalidad y el silencio, ese otro silencio de espadas y gritos que narran lo inexistente. Toda huella de la fábrica y su gente ha desaparecido sin dejar rastro, y su soledad se acrecienta por haber sido arrancada de su actividad a rajatabla. De no ser por las fotografías que están contenidas en este libro y que conforman ahora un elaborado léxico, el diccionario y la gramática cardinal para salvar a la fábrica del olvido. Sus fotografías son la estampa de una tragedia espiritual que triunfa sobre la muerte. Ahora cada foto y cada tilde de estos escritos eternizan los muros de este laberinto de infamias. En definitiva, sus fotos son el contenedor de la memoria de su pueblo, el relator visual del tejido social de estos tiempos convulsos del país pues las imágenes están cosidas con hilos de permanencia.

En su bitácora fotográfica, Juan Toro se propuso un ensayo visual, una narrativa inédita hasta ahora en nuestro medio, en la que elabora un discurso a partir de la desconstrucción de la realidad que está retratando. No a la manera de un reportaje fotográfico que se apega a documentar lo que está ocurriendo, sino que su relato, denso y apasionado, va más allá: su dinámica parte de la autonomía para dirigir el curso prolongado de su investigación, donde la creatividad y lo conceptual van de la mano y forman parte sustantiva de sus fotos fijas. De allí que un trozo de papel, una factura, un dibujo del plano de la fábrica, un carrete de hilo, las tijeras, unos rostros intencionalmente pixelados forman parte de su lenguaje. El fotógrafo se siente libre de narrar siguiendo el curso de sus emociones y reflexiones. Con la misma intensidad su mirar va de lo que en apariencia es superfluo y perecedero, hasta atender relatos orales, recrear historias personales. Nada a su juicio está exento de su vocabulario fotográfico. Incluso al escribir estas notas Juan Toro se encuentra recogiendo en bolsas plásticas el polvo que se ha acumulado en los suelos de la fábrica, en esta acción el fotógrafo nos hace recordar las ecuménicas palabras del Génesis: «(…) polvo eres, y al polvo volverás».

Usier. Juan Toro Diez. Textos: Ana Teresa Torres y Douglas Monroy. Editorial Monroy Editor. Caracas, 2019.


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