EXPOSICIÓN GEGO: MIDIENDO EL INFINITO, MUSEO GUGGENHEIM BILBAO

Por GEANINNE GUTIÉRREZ – GUIMARAES

En 1979 el poeta venezolano Alfredo Silva Estrada escribió un poema en homenaje a Gego (Gertrud Goldschmidt; Hamburgo, 1912-Caracas, 1994) titulado «Variaciones sobre reticuláreas», que se publicó con ocasión del décimo aniversario de la presentación inaugural de la Reticulárea, obra ambiental de grandes dimensiones realizada en varias versiones por la artista germano-venezolana entre los años 1969 y 1982 con alambre y otros materiales. El poema aborda la experimentación de Gego con la estructura, el espacio, la luz, la sombra, la línea y la retícula. A través de una metáfora, Silva Estrada alude a la idea de la forma libre de la Reticulárea, a sus «áreas liberándose” y a la «libertad de la mano en su simple medida» (1). La medida, de hecho, es un motivo recurrente que el poeta evoca al tratar de aprehender el infinito:

«y lo abierto que rodeo lo abierto

el espíritu respirándose espíritu

infinitud envolvente entre los cuerdos mesuradas

dos infinitos frente o frente

en lo mesura de cada cuerda” (2)

Sin embargo, el acto de medir el infinito resulta ser, en última instancia, una paradoja, pues el espacio y el tiempo ilimitados son de manera inherente inconmensurables. Silva Estrada interpreta el espacio infinito como un elemento finito y limitado a través de un oxímoron poético: la Reticulárea de Gego está envuelta «en la mesura de cada cuerda” o en consonancia con todo este entorno «levemente estallando al adentrarse / en la desmesura de la red” (3). Por ello, Variaciones sobre reticuláreas encarna una tentativa simbólica de medir el infinito a través de la propia obra de la artista.

Gego llegó a la escena internacional del arte con su Reticulárea, que se exhibió por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Caracas en 1969 y se presentó más tarde ese mismo año en el Center for Inter-American Relations (actualmente la Americas Society) de Nueva York. Esta instalación ambiental posee un estatus equivalente al de otras estructuras «penetrables» concebidas en los años sesenta por artistas de Latinoamérica como Lygia Clark, Carlos Cruz-Diez, Hélio Oiticica, Mira Schendel y Jesús Rafael Soto. De hecho, Gego se había formado originalmente como arquitecta e ingeniera en la Technische Hochschule Stuttgart (en la actualidad Universidad de Stuttgart) antes de emigrar a Venezuela en 1939, huyendo de la Alemania nazi. A su llegada a Caracas, pese a desconocer el idioma y la cultura, pudo trabajar como arquitecta independiente en varios estudios de urbanismo gracias a su formación germana. No fue hasta comienzos de la década de 1950 cuando se consagró por completo a la creación artística.

Al desarrollar su práctica plástica en su nuevo país, Gego asumió los postulados de la Abstracción Geométrica venezolana de la década de 1950 y del Cinetismo de la década de 1960, movimiento artístico nacionalizado que había adoptado los conceptos fundamentales del Arte Cinético y se manifestaba al mismo tiempo que el país se industrializaba y modernizaba. A diferencia de sus coetáneos venezolanos, como Cruz-Diez, Alejandro Otero y Soto —que habían viajado a París y regresado a mediados o finales de los años cuarenta con una idea renovada de la abstracción geométrica, cuyos preceptos asumieron en su trabajo—, Gego llegó con su educación europea a Caracas y siguió una trayectoria artística profundamente personal. Desafiando cualquier categorización, esta artista llevó al extremo las cuestiones relativas al espacio a través de intensas investigaciones en torno a sistemas estructurales. La obra escultórica que produjo a partir de la década de 1950 es muy diferente a la de sus pares.

Sin embargo, Gego no recibió una atención internacional sostenida hasta después de su muerte, acaecida en 1994, cuando se le dedicaron varias retrospectivas póstumas. Justamente en el año 2000, el Museo de Bellas Artes de Caracas organizó una muestra itinerante que viajó en 2002 al Museum of Fine Arts de Houston (EE UU), al Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y al Museo Rufino Tamayo, Ciudad de México (México). Mientras tanto, la primera muestra póstuma celebrada en Europa fue en el Museu de Arte Contemporánea de Serralves, Oporto, en 2006, itinerando después al Museu d’Art Contemporani de Barcelona. Recientemente, en la última década, varias monográficas dedicadas a las obras de Gego han tenido lugar en Alemania, su país natal, como la de la Hamburger Kunsthalle, Hamburgo, de 2013, que posteriormente pudo verse en el Kunstmuseum Stuttgart y en el Henry Moore Institute, Leeds, así como la del Kunstmuseum Stuttgart de 2022. Reforzando la representación internacional de la artista en Europa, Gego. Midiendo el infinito es la primera exploración en torno a esta artista que se expone en Bilbao, que abarca cuatro décadas de su trayectoria —entre 1953 y 1991— e incluye esculturas, dibujos, grabados, textiles y libros de artista. Este catálogo relaciona diversos aspectos de la compleja y polifacética producción de Gego a través de varios ensayos y una cronología que lo convierten en un referente destacado sobre esta autora y su trabajo.

En los años cuarenta, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente, Venezuela experimentó cambios radicales en las esferas económica, política y social. En 1939 era ya uno de los principales países exportadores de petróleo del mundo y el tercer máximo productor. El auge de la industria del crudo, junto con la ayuda económica procedente de EE UU, permitió a Venezuela financiar su propio proceso de modernización tras la guerra. Asimismo, durante ese periodo, el arte moderno venezolano atravesó transformadores cambios de orientación hacia la abstracción, con Cruz-Diez, Otero y Soto a la vanguardia. En 1948 se celebró la primera gran exposición de arte no objetivo en el Taller Libre de Arte de Caracas con obras de los artistas concretos argentinos Lidy Prati, Alfredo Hlito y Juan Melé, así como de otros autores, anunciando la llegada de la abstracción y la geometría en el arte. El Taller desempeñó un importante papel en la aparición de la abstracción en Caracas. Aunque Gego no participó en las exposiciones del Taller, trabajó en varios estudios de arquitectura y urbanismo de la capital en medio de una modernidad nacional financiada por la industria del petróleo, valiéndose de la formación en arquitectura e ingeniería que había recibido en Hamburgo.

Aquel año de 1948, como consecuencia del golpe de estado militar que sufre el país, se impone una dictadura que se prolongará por espacio de una década. El activismo político, las universidades y la prensa fueron proscritos, clausurados o reprimidos bajo la presidencia de Marcos Pérez Jiménez (1952-58), y sus adversarios políticos fueron a menudo tratados con brutalidad. No obstante, el régimen puso en marcha la construcción de numerosas infraestructuras ambiciosas, como carreteras, puentes, edificios oficiales y grandes complejos residenciales, lo que estimuló rápidamente la economía del país. Entre los proyectos más significativos se encontraba la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Encargado en 1944, el proyecto ganó impulso y apoyo durante la dictadura. El arquitecto moderno Carlos Raúl Villanueva lideró la planificación de la parte arquitectónica e invitó a diferentes artistas a colaborar en un experimento inédito que denominó «síntesis de las artes» y que dio comienzo en 1951. Entre los creadores venezolanos implicados en el proyecto de Villanueva se encontraban Mateo Manaure, Pascual Navarro, Otero, Soto, Víctor Valera y Oswaldo Vigas, cuyo trabajo se exhibió junto a obras de Jean Arp, Alexander Calder, Fernand Léger y Víctor Vasarely, entre otros, con la intención de generar diálogos internacionales. Esta radical iniciativa creativa se erigió, paradójicamente, en el símbolo de la nueva Venezuela bajo un gobierno violento y autoritario.

La aparición en Venezuela de la Abstracción Geométrica —movimiento internacional caracterizado por la pureza de la forma, la línea y el color y por la ordenación a través de esquemas geométricos— marcó un período de gran innovación en las artes durante los años cincuenta. En este contexto comenzó Gego una nueva vida en su país de adopción, Venezuela. En 1953, junto con su compañero Gerd Leufert, ya había abandonado la capital y se había afincado en el pueblo costero de Tarmas, donde Gego se concentró enteramente en su carrera artística y abandonó su práctica de arquitecta. Durante ese tiempo, creó motivos tradicionales centrados en la figuración, y el paisaje natural y arquitectónico, empleando diferentes medios y técnicas, como la acuarela, la monotipia y la xilografía. A medida que adaptaba el lenguaje de la Abstracción Geométrica, la artista fue tendiendo hacia las formas no figurativas y, a finales de la década de 1950, sus indagaciones en torno a las posibilidades espaciales y estructurales de las líneas paralelas configuraban sus dibujos, grabados y esculturas. Entre las primeras exposiciones colectivas de ese decenio se encuentran el XV Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, celebrado en el Museo de Bellas Artes de Caracas (1954), y la de la Galerie Wolfgang Gurlitt de Múnich (1954), mientras que su primera muestra individual se inauguró en la Librería Cruz del Sur, Caracas, en 1958.

En 1959, a medida que disminuye la influencia de este estilo internacional, muchos de los artistas que lo habían practicado diversifican sus intereses, y en los años sesenta y setenta algunos se acercan a otros movimientos, como el Neoplasticismo, el Informalismo o el Arte Cinético. La propia Gego comenzó a experimentar con los efectos ópticos del movimiento y la vibración, sintetizando sus exploraciones en torno a la luz, el movimiento y el espacio, todos ellos elementos predominantes en las manifestaciones venezolanas del Arte Cinético, un estilo cuyos primeros momentos coinciden con el retorno de la democracia al país bajo la presidencia de Rómulo Betancourt (1959-64). Aproximadamente en aquel momento Gego se embarca en su práctica docente, que llegará a desempeñar un papel importante en su polifacética trayectoria, enseñando bellas artes en tres prestigiosas instituciones caraqueñas entre 1958 y 1977: la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas (1958-59), la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (1958-67) y el Instituto de Diseño Fundación Neumann—INCE (1964-77).

En 1961 el Museo de Bellas Artes de Caracas dedica a Gego su primera exposición individual. La artista comienza a viajar a EE UU con mayor frecuencia y a comienzos de los años sesenta entra en contacto con el Arte Conceptual, el Minimalismo, el Arte Op y el Pop. En una de sus visitas a Nueva York conoce a Alfred H. Barr, Jr., entonces director del Museum of Modern Art (MoMA), una de las primeras instituciones estadounidenses en adquirir su trabajo y en incluirla en varias exposiciones colectivas. Entre ellas destaca su participación en The Responsive Eye (1965), una icónica muestra del MoMA dedicada al Arte Op que presentó obras de Josef Albers, Max Bill, Cruz-Diez, Ellsworth Kelly, Julio Le Parc, Bridget Riley, Soto y Vasarely, entre otros. Gego también conoció a marchantes como David Herbert y Betty Parsons, que la invitaron a exponer en sus respectivas galerías neoyorquinas en 1971.

A mediados de los años sesenta, los experimentos de Gego en diferentes medios cambian de manera significativa, especialmente su obra sobre papel. El taller Tamarind Lithography Workshop de Los Ángeles la invita en dos ocasiones a realizar estancias en residencia, en 1963 y 1966, cuyo resultado es un sólido corpus de grabados, dibujos y libros de artista. Mi ensayo en torno a este tema incluido en este catálogo es resultado de una profunda investigación sobre el trabajo de Gego en el medio del grabado a través de la producción que creó en Tamarind, donde descubrió nuevas técnicas y materiales que la llevaron a ser pionera de este medio en Venezuela. Igualmente, sus libros de artista celebran asimismo la fusión de sus indagaciones en la técnica del grabado y su interés por el diseño gráfico. Ya en 1958 había diseñado la cubierta de la revista cultural El Farol y en 1961 había ilustrado con sus dibujos el libro de poemas de Alfredo Chacón titulado Saloma. Además, su libro de grabados Lo nunca proyectado (1964), con poemas de Alfredo Silva Estrada, consolidó en su obra la relación entre el diseño, el lenguaje y la producción de libros.

En 1969, a punto de iniciarse una nueva década, Gego realiza en sus dibujos una transición crítica hacia una tipología de retículas cuyos principios aplicará posteriormente a su trabajo escultórico, incluida la monumental Reticulárea. Dotada de un título que fusiona los términos «retícula» y «área» para referirse a un área de redes, este ambiente consiste en una red maleable de formas triangulares y cuadradas de diferentes tamaños realizadas en alambre de acero inoxidable. Al estar suspendida horizontal o verticalmente del techo y las paredes, la instalación se materializa de manera expresiva través de líneas que se interconectan en el espacio en una estructura sublime. El público es invitado a explorar las retículas, que parecen absorber la figura del observador y transforman nuestra percepción de la realidad y del espacio circundante. Gego creó múltiples versiones de su Reticulárea entre 1969 y 1982, cada una meticulosamente compuesta con sus propias manos para ubicaciones concretas. Curiosamente, sus dos primeras iteraciones en el Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Center for Inter-American Relations en 1969 incluían una tela blanca que colgaba de las paredes del fondo y envolvía la estructura espacial para reforzar la idea de espacio infinito. En el ensayo de Luis Pérez-Oramas en la presente publicación, el autor ofrece una lectura poética de la Reticulárea, que vincula con un sistema de huellas y sombras enraizado en la noción del lugar, y también la relaciona con otros artistas de la escena moderna venezolana.

La Reticulárea supuso un avance fundamental en la producción de Gego, pero asimismo la llevó a generar otros corpus de obras de tipologías diversas, como las series tridimensionales posteriores, igualmente compuestas de formas geométricas simples interconectadas, basadas en el cuadrado o en el triángulo, como Chorros (1970-74), Reticuláreas cuadradas (ca. 1971-77), Columnas (1971), Columnas (Reticuláreas cuadradas) (1972), Troncos (1974-81), Esferas (1976-77), Dibujos sin papel (ca. 1976-88), Bichitos (1987-89) y Bichos (ca. 1987-91). La mayoría de estas series están ilustradas en esta publicación y ofrecen un recorrido visual por los desarrollos formales del trabajo de la artista.

La serie Chorros se mostró por primera vez en una exposición individual celebrada en la galería de Betty Parsons en Nueva York en 1971. Está constituida por unas esculturas colgantes realizadas con finas varillas de aluminio conectadas que se derraman hasta el suelo y crean el efecto de irregulares cascadas de metal fluido que modelan el espacio de arriba abajo. Las Reticuláreas cuadradas, que se presentaron en otra muestra de Gego en la Galería Conkright de Caracas en 1971, consisten en redes de metal basadas en formas cuadradas conectadas que cuelgan a modo de singulares redes metálicas en el espacio. De igual manera, las Columnas son grandes esculturas colgantes compuestas por el mismo tipo de red modulada de retículas estratificadas que las Reticuláreos cuadradas. Posteriormente, Gego combinó el concepto de las Reticuláreas cuadradas con las Columnas para generar sus Columnas (Reticuláreas cuadradas) con el fin de crear mallas plegables y poner de relieve los sistemas de interconectividad. Esta noción de las conexiones queda aún más clara en los Troncos, estructuras verticales cilíndricas hechas de alambre y otros elementos que surgen de una matriz poligonal y generan un espacio central. Los Troncos emulan la forma de columna de los troncos de los árboles; de hecho, Gego remite a los fenómenos naturales en los títulos de sus obras como una manera más de conectar la forma y la función. Estas composiciones de acero se basan en sistemas triangulares interconectados: una especie de malla en forma de red de metal entretejido que da paso a formas abiertas. Las inconsistencias que se hallan en las conexiones y en las posiciones de los módulos triangulares también generan un etéreo efecto de transparencia, como puede apreciarse en las Esferas, esculturas colgantes modulares y esféricas que adoptan la geometría de construcciones metálicas semejantes a redes.

La serie de Dibujos sin papel, una de las más largas de Gego, creada entre 1977 y 1988, supuso un punto de inflexión crucial en su evolución artística. Está constituida por esculturas realizadas con alambre y pequeñas piezas metálicas que cuelgan directamente de la pared como si hubieran sido dibujadas en la superficie vertical o colocadas a escasa distancia del muro, convirtiendo su sombra en parte de la propia obra, como si se tratara de otro dibujo. Los Dibujos se hallan entre los corpus más complejos de Gego desde el punto de vista conceptual, ya que desafían la autonomía de la escultura subordinándola a la pared, atribuyendo las cualidades bidimensionales del dibujo a la forma tridimensional. Gego estrenó estas obras en su primera gran retrospectiva celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MAC) en 1977. Entre las muestras en las que también participó durante esa década se encuentran la Bienal Internacional de la Tapicería de Lausana (1975), Ia exposición de la Gallería Marconi VI, Roma (1977), y la del Centro Cultural de la Villa de Madrid (1977).

En 1980 la Reticulárea se instaló en un espacio permanente que ostenta el nombre de la artista —Sala Gego— en la Galería de Arte Nacional de Caracas, donde pudo verse hasta 1994. En 1982 la artista viajó a Frankfurt para participar en una muestra colectiva en la Alte Oper, donde instaló la Reticulárea Alte Oper en el Salón Liszt; esta versión de la obra se perdió tras el cierre de la exposición. Esta fue la última ocasión en la que Gego manipuló y supervisó personalmente la instalación de una iteración de la Reticulárea antes de su fallecimiento, que tuvo lugar en 1994.

A finales de los años ochenta, Gego produjo sus dos últimas series escultóricas: Bichitos y Bichos, que en conjunto representan el colapso total de la estructura dentro de la evolución de su trabajo. Liberada de la forma fija, Gego creó configuraciones orgánicas que incorporaban diversas formas y texturas. También volvió a crear obras sobre papel a medida que su edad y su frágil salud le imposibilitaban manipular metales y demás materiales rígidos. Sus Tejeduras (1988-91) representan su última serie, pequeñas obras en dos dimensiones realizadas con tiras entrecruzadas de papel procedente de impresiones de sus propias obras, páginas de revistas y folletos comerciales. En sus dos últimos años de vida, Gego participó en varias muestras colectivas en Europa, como las celebradas en la Plaza de Armas de Sevilla (1992), el Museum Ludwig de Colonia (1993) y Casa de América de Madrid (1993).

Tras fallecer la artista en 1994, su familia crea la Fundación Gego, encabezada por sus Directores Tomás Gunz y Barbara Gunz, hijos de Gego, cuya prioridad es conservar, estudiar y preservar el legado de su madre. Para la preparación de esta exposición, el Museo Guggenheim Bilbao ha trabajado en estrecha colaboración con la Fundación Gego, que se ha implicado profundamente en el proyecto, apoyándolo y facilitando pleno acceso a sus colecciones y archivos, y contribuyendo así a varios años de rigurosa investigación curatorial. Ampliando el legado de la artista, su conocimiento y tradición, Gego. Midiendo el infinito presenta la polivalente práctica artística de Gego en toda su amplitud y facilita la comprensión y apreciación de su trabajo dentro del contexto del arte moderno de la segunda mitad del siglo XX.


*Geaninne Gutiérrez-Guimarães es la comisaria de Gego. Midiendo el infinito. Forma parte del equipo curatorial del Guggenheim desde el 2015. Se ha especializado en arte moderno y contemporáneo de América Latina.

*El texto anterior ha sido tomado del catálogo Gego. Midiendo el infinito, producido por el Museo Guggenheim Bilbao. La exposición ha sido patrocinada por la empresa de seguros Occident (España). Bilbao, España, 2023.

1: Alfredo Silva Estrada. Variaciones sobre reticuláreas: en homenaje a Gego. Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Caracas, 1979, s. pag.: “áreas liberándose” y “libertad de la mano en su simple medida”, parte 1, estrofa 2.

2: Alfredo Silva Estrada. Variaciones sobre reticuláreas: en homenaje a Gego. Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Caracas, 1979, s. pag.: “y lo abierto que rodea lo abierto / el espíritu respirándose espíritu / infinitud envolvente entre las cuerdas mesuradas // dos infinitos frente a frente / en la mesura de cada cuerda”, parte 1, estrofas 3-4 (en cursivas en el original).

3: “en la mesura de cada cuerda” y “levemente estallando al adentrarse / en la desmesura de la red”, parte 1, estrofas 3, 5.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!