Conocí a Erika Reginato hace diez años y desde aquel entonces siempre he seguido con atención su trabajo poético. Traduje en el 2007 su libro Campocroce (2000-2007) (Ed. Sometti, Mantova) y en el año 2013 la selección de Los Elegidos (Raffaelli editore).

En esta ocasión la poeta Erika Reginato me pide que escriba una breve introducción para su libro de poesía En la costa de cacao, publicado en España por Kalathos Ediciones.

En este libro, la poetisa continúa el viaje, siguiendo paso a paso el tránsito cumplido por su padre Giuseppe, quien parte de un pueblo del Veneto al norte de Italia, para ir a buscar semillas de esperanza en Venezuela.

El espacio encomendado a los detalles, a los silencios inquebrantables, a la magnífica naturaleza venezolana, a la fatiga, nos lleva a permanecer asombrados frente a la luz, al calor del trópico que acompaña al peregrino, a los emigrantes, que aprenden a cuidar y a amar las semillas de cacao y su perfume.

Es una Tierra de Gracia y el mismo cacao se convierte en el grano de la sabiduría.

Tan solo el cacao nace más allá de la corriente del río.

Río que se convierte en sagrado y el peregrino se baña en la profundidad donde nacen las almas más grandes, poema VIII. Son la potencia y la fertilidad del cacao que pronuncian el ritmo de las estaciones, la búsqueda de los trazos… hasta las nubes…

Los compañeros del viaje, los ángeles, las sombras… la espera y piedad conducen a peticiones infinitesimales: un poco de ligereza, tener las alas o algunas gotas de agua dulce y el fuego de su corazón… ¡al todo!


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