Claudia Bueno / Morris Weintraub©

Por NELSON RIVERA

—¿Podría resumirnos su trayectoria, el camino que la ha llevado de Caracas hasta Idaho?

—Hace veinte años salí de Venezuela para emprender en una vida internacional de gran diversidad que comenzó con un año en España. Luego tres años en Suiza, seguidos de 4 años en Malasia. A partir de entonces he vivido en Estados Unidos: un par de años en el desierto de California y cuatro años en las montañas al este de Idaho. Cada sitio ha ofrecido un contraste grande con el anterior y vivir en continentes diferentes me ha permitido viajar con frecuencia y conocer el mundo. Cada experiencia se ha ido filtrando en el trabajo creativo nutriéndolo con algo nuevo.

—Vive usted en un lugar que no parece accidental, “rodeada del paisaje de la montaña de Teton”. Sugiere un lugar elegido. Como un destino vital. ¿Podría hablarnos del lugar y su vínculo con el mismo?

—En el 2015 llegué a Jackson Hole, Wyoming, con una residencia de artista que me ofreció un espacio de trabajo por un mes en el otoño. La naturaleza me capturó y decidí mudarme a esa zona escogiendo una vida de retiro rural rodeada de ríos, lagos, montañas y paisajes hermosos junto a los parques nacionales Yellowstone y Grand Teton. La naturaleza es para mí un templo de regeneración que nutre mi cuerpo y mi alma. Excursiones, paseos de aventura, baños en aguas de río, serenidad y contacto con fauna salvaje son aquí parte de la vida diaria y me ofrecen la mayor inspiración que alimenta mi trabajo plástico.

—Una revisión de las obras que están exhibidas en su página web habla del uso de una diversidad de materiales muy amplia. ¿Cómo los investiga, cómo decide qué usar en cada caso?

—Cada trabajo de instalación es un acertijo que comienza con una visión y pasa por un proceso de extensa experimentación para descubrir cuál va a ser la técnica adecuada y los materiales apropiados para llevar a cabo el proyecto, cumpliendo con todos los requerimientos técnicos y prácticos de diseño, ingeniería, transporte, durabilidad y otros. Me emociona mucho esta fase inicial de descubrir el sistema que se va a utilizar, encontrar la respuesta al acertijo.

—Habla de investigación y conceptualización asociadas a una práctica de diálogo. ¿A qué se refiere concretamente? ¿Concibe la obra antes de ejecutarla? ¿Durante la ejecución se producen cambios?

—Todo comienza con una idea que persiste lo suficiente en mi mente hasta que gana mi atención por encima del constante río de ideas que van y vienen. Una vez que la idea está en la mira, la coloco en papel, la escribo, la dibujo, busco referencias que la alimenten, la converso, y así se va incubando. Algunas veces la idea llega ya con gran definición y otras veces toma tiempo en formarse. Es un diálogo en el cual la idea comienza a hablar de vuelta y a pedir lo que necesita para desarrollarse. Este proceso me gusta mucho y a veces la idea toma un rumbo propio completamente inesperado para mí.

—Ha hecho pinturas; esculturas que surcan el espacio con peculiarísimas formas y luminosidad (como Lumina, Fiberspace o FractaLife); otras que parecen desprenderse de los techos (como Life: Resilient); y otras, como Pulse Meow Wolf donde el espectador experimenta la sensación de estar sumergido, envuelto en un espectáculo de formas y luces en movimiento. ¿Cómo se relacionan estas obras entre sí? ¿Qué las vincula?

—El vínculo que hila mi obra es la búsqueda de la luz y el movimiento con intención de crear ambientes que celebran la vida. Presento tejidos orgánicos naturales de micro a macro, formando redes que llenan un espacio, en las cuales distintos organismos se conectan entre ellos creado una relación de simbiosis y retroalimentación.

—Háblenos de su investigación, de sus hallazgos sobre el movimiento: cómo el desplazamiento de la fuente de luz va cambiando el contenido de la obra (Forgotten Cities o en Light Tunnels). En el caso de Breeze, al efecto de la luz se añade la acción de un ventilador.

—Desde la universidad he tenido una gran fascinación por el movimiento y la tridimensionalidad. Los primeros diez años de mi camino artístico estuvieron enfocados en el juego de la sombras, utilizando diferentes mecanismos de luz para crear sombras que se mueven, crecen y transforman. Viendo hacia atrás ahora entiendo que la sombra tenía que ver con mi propio proceso personal de intentar entender, revelar y procesar mis sombras internas y partes de mi ser que permanecían desconocidas y anónimas. Los últimos ocho años le he dedicado una gran parte de mi vida a un proceso de descubrimiento y sanación interna detonado por una crisis personal. Este trabajo personal aquí lo llaman shadow work y consiste en ir invitando a las sombras internas a que se vayan mostrando y nos enseñen qué representan, de dónde vienen, y qué historias, traumas y creencias limitadas contienen.  Así, podemos ir desmantelando las asociaciones oscuras y negativas que están en el subconsciente y las transformamos en luz y conciencia.

Paralelamente, y sin darme cuenta, el foco de mi trabajo artístico fue pasando de la sombra a la luz y ahora utilizo mi arte para intentar expresar lo que se ha revelado para mí en momentos de profunda meditación, cuando mente y cuerpo se han disuelto y lo que ha quedado es una experiencia de conexión absoluta con la vida y la energía universal.

—La creación de las obras combina fases artesanales, muy exigentes, que luego se combinan con recursos tecnológicos.  ¿Cómo logra que todos esos elementos convivan de forma armónica? Viéndolas —a través de la pantalla— uno tiene la sensación de encontrarse ante seres vivos.

—Para mí siempre ha sido importante el tiempo que uno le dedica a la obra. Me gusta crear una relación íntima con mi trabajo, y mi última instalación Pulse es testimonio de esta dedicación durante tres años. La tecnología me sirve para animar y brindarle un efecto de vida a la obra. En colaboración con un equipo de expertos en sonido y luz hemos logrado una técnica de sistemas LED programados que iluminan la obra llenándola de movimiento. Los sonidos también responden a la programación de luz y así se aprecian formas que lucen como organismos vivos que están pulsando.

—Una idea de lo fractal está en el núcleo de su obra. ¿Puede hablarnos de ello?

—Los fractales hablan de lo infinito. Una forma encontrada en la naturaleza que se repite infinitamente de modo geométrico formando una nueva forma que a su vez se repite infinitamente de modo geométrico y así, sin final. Lo fractal me resulta fascinante y aparece en mi obra como representación del carácter multidimensional, inefable e infinito de nuestra existencia.

—¿Qué hay en su obra que pudiese remitirnos a Venezuela? Por ejemplo, ¿Gego? ¿Otros artistas venezolanos? ¿Qué lugar ocupa Venezuela en sus pensamientos?

—Venezuela siempre llega a mis recuerdos trayendo mucha nostalgia.   Extraño el clima, la belleza natural, el mar, las frutas, los quesos caseros, las familias grandes y unidas, y la gente querida. Al principio de mi carrera mi trabajo reflejaba escenas típicas de Caracas llenas de claves que contaban historias de algo que pasó y en las cuales encontraba mucha poesía: un papagayo o zapatos enredados en los cables de luz, la ropa secando al sol en un hilo, una reja rota.

—¿Dónde está ubicada su obra? ¿Dónde ha sido expuesta?

—Mi obra vive en colecciones privadas en distintos países y en colecciones permanentes en El Element Hotel, Kuala Lumpur, Malasia y en Meow Wolf, Las Vegas.

—¿Qué viene ahora? ¿Cuál es su próximo proyecto?

—Después de tres años dedicados a mis dos proyectos de gran escala para Meow Wolf, ahora viene una serie de versiones de mediano formato de Pulse para coleccionistas y una serie de esculturas pequeñas inspiradas en mi vida de montaña. Paralelamente estoy desarrollando un programa llamado Creative Unlock que ofrecerá talleres, retiros y sesiones privadas para ayudar al cliente a encontrar su expresión creativa auténtica, mientras indaga hacia adentro y con el objetivo de lograr   desarrollar un proyecto que va desde la idea hasta la creación. También estoy trabajando con mis expertos de luz y sonido diseñando una propuesta a gran escala para espacios públicos.


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