"La desinformación que reina en el país se debe a la censura directa ejercida contra medios y periodistas, sin duda alguna, pero también tiene origen en una deliberada política de Estado de negar información a la sociedad" / Erika Carrasco

Por NELSON RIVERA

-Aunque no sean cifras exactas y actualizadas, ¿podría ofrecernos un panorama de la desaparición de medios en dos décadas?

En Venezuela hemos vivido una masiva desaparición y reacomodo de medios de comunicación. Podríamos decir que se ha producido una profunda transformación del ecosistema mediático venezolano. Diversas e importantes ciudades del país hoy en día no tienen ningún medio impreso, ni estaciones locales que brinden información con muy contadas excepciones. Junto a eso, la opción de la información digital a través de plataformas en Internet y redes sociales sufren de continuos bloqueos dirigidos a evitar que el venezolano sepa. Y por si fuese poco tenemos en este momento el Internet con peor calidad del continente.

-Luego de leer su libro, la sensación que queda es la de un territorio devastado: se han destruido medios de comunicación, se ha forzado el exilio de miles de periodistas, se los ha atacado y perseguido de muchas formas, el Estado se ha convertido en una estructura especializada en liquidar el derecho a informar. ¿Cómo es que todavía se produce información sobre lo que ocurre en Venezuela?

Esa era la palabra que buscaba al iniciar la respuesta anterior. Devastación. El territorio mediático venezolano ha sido devastado por el chavismo. De forma muy inteligente, y como parte de una estrategia, se mantienen algunas marcas al aire o en circulación, pero eso no es más que una fachada. La gran mayoría de medios de otrora ya no son lo que llegaron a ser.

El otro día hice una breve encuesta entre casi un centenar de líderes sociales de barrios populares. Ninguno, ninguno, ponía la televisión para informarse de lo que pasa en el país. Subsisten canales con las marcas que siempre hemos conocido, pero están vaciados de contenido.

Hoy en Venezuela vivimos una era de desinformación y fragmentación informativa. No hay un medio nacional de referencia. Circula información, especialmente en el campo digital, pero esto está a años luz de tener el impacto genuinamente nacional que en otra época tuvieron los noticieros estelares de la televisión abierta.

-¿Es prudente, luego de esta devastación, preguntarnos si desde los medios de comunicación y las prácticas del periodismo, se cometieron errores, a partir de 1999, que contribuyeron a este estado de cosas?

En el libro vuelvo sobre dos aspectos, que vistos en retrospectiva, los considero errores. El papel mediático en todo lo que rodeó a los sucesos de abril de 2002 (el golpe de Carmona y el retorno de Chávez al poder) y el rol de directivos de medios durante el llamado paro petrolero de fines de 2002 e inicios de 2003. Aquello le dio legitimidad social al discurso chavista en contra de los medios y potenció la estrategia que luego definiría Andrés Izarra como «hegemonía comunicacional».

-¿Cuál ha sido la eficacia de la hegemonía comunicacional en términos de audiencia? ¿Y de influencia? Por ejemplo, ¿qué porcentaje de la audiencia sigue a Venezolana de Televisión?

Esta hegemonía comunicacional, hoy, debe ser vista como la capacidad que tiene el régimen de sostener un relato, sin que para la mayoría de la población haya fuentes alternativas para contrastar dicho relato.

La audiencia que sigue a VTV es mínima, pero tiene capacidad de multiplicación. Hoy ven al canal del Estado la base de apoyo chavista que respalda a Maduro, eso podría ser un 10% de la población. Pero son militantes de la causa y usan los mensajes oficiales para rellenar su propio discurso cuando habla con familiares y amigos, amén de que quienes conforman dicha audiencia a su vez son quienes controlan los programas de reparto de alimentos, por ejemplo.

Creo que hoy el plan oficial más que convencer a una mayoría que le rechaza se centra en fortalecer y darle contenido a la base mínima que se mantiene adherida al régimen.

-¿Estamos significativamente desinformados los venezolanos? ¿Puede decirse que las redes sociales han alcanzado a reemplazar la disminución y debilitamiento de los medios de comunicación?

Las redes sociales no suplantan ni podrán suplantar a los medios de comunicación, no al menos en una sociedad como la venezolana. Vuelvo sobre la encuesta en el barrio que hice hace poco. La mayoría de esos líderes sociales no tenía ni celular inteligente ni internet en su casa. La mayoría de la población está sencillamente desconectada. Los apagones eléctricos dejan a la gente sin luz, sin agua (porque las bombas dejan de funcionar) y también sin Internet, es decir sin acceso a la información.

Las redes sociales son una suerte de torre de babel. Si hubiesen medios nacionales de referencia fuertes y creíbles la gente tendría como contrarrestar la desinformación y las fake news. Pero al no existir, incluso los que están conectados tienden a reproducir noticias falsas por la ausencia de referentes noticiosos sólidos.

Los medios digitales que hacen una gran labor, sin duda alguna, aún no tienen una penetración genuinamente nacional en Venezuela.

-¿Cómo describir el periodismo que se hace en Venezuela? ¿Predomina un reporterismo de resistencia? ¿Es un periodismo dependiente de las redes sociales? ¿El exilio o abandono del periodismo por parte de tres generaciones de experimentados periodistas, ha impactado en la calidad de lo que se produce?

La migración masiva también ha traído consigo la fuga de cerebros en el periodismo venezolano. Son muchos los casos de figuras relevantes que se mantienen dentro del país, y eso es importante, pero no se puede negar lo otro, la salida masiva de periodistas de Venezuela, tanto por casos de persecución política como por necesidades básicas que no podían resolver dentro de Venezuela.

Una de las tareas que hago en Venezuela es fomentar la capacitación de periodistas con la ONG Medianálisis. Si vas dos veces en un año de visita a un medio te encuentras con personal distinto en cada oportunidad.

Se están haciendo varios tipos de periodismo en Venezuela. Efectivamente vemos medios digitales que se dedican a copiar mensajes de Twitter y creen que están haciendo periodismo, pero al mismo tiempo hay iniciativas de investigación y documentación que se están haciendo a pulmón, dado que además de estar en un país en crisis y caotizado, no hay información oficial a la cual apelar en casi ningún ámbito de la vida nacional.

-El régimen ha desplegado un vasto manto de opacidad y ha cerrado las fuentes oficiales de información. ¿Cuál ha sido el impacto de esta realidad? ¿Los venezolanos tenemos una visión solo parcial de nuestra realidad?

La desinformación que reina en el país se debe a la censura directa ejercida contra medios y periodistas, sin duda alguna, pero también tiene origen en una deliberada política de Estado de negar información a la sociedad. Y junto a ello un discurso oficial propagandístico, que miente de forma reiterada, diría que ya sin ningún pudor.

Tenemos una visión fragmentada de lo que ocurre, sin duda incompleta incluso para quienes estamos en el ámbito de la información.

-¿Qué ha pasado en estos 20 años con la reputación del periodista en Venezuela? ¿Ha sido resquebrajada por las campañas del poder? ¿O ha logrado preservar algún aprecio por parte de la sociedad?

Se han vivido, creo, varias etapas. Pasamos de una en los primeros años del chavismo en la cual el periodista lucía como actor político. Creo que salvo excepciones aquello ha quedado atrás. Hoy los periodistas venezolanos más reconocidos, y me guío por la catarata de premios internacionales de los últimos años, están enfocados en la investigación, en el seguimiento de casos, en la cobertura de temas álgidos como corrupción y derechos humanos.

Creo que eso ha devuelto las cosas a su lugar. Ni los periodistas, ni los dueños de medios, están hoy encabezando las marchas de protesta en Venezuela, eso le corresponde a los políticos y líderes sociales.

-En distintos ámbitos de la vida pública, estas dos décadas venezolanas han sido de retraso y desactualización. ¿El ejercicio del periodismo ha logrado cambiar en sus prácticas y usos tecnológicos, como en otras partes del mundo?

Hemos tenido una actualización desigual e incompleta. Esto se ha agudizado en los años de Nicolás Maduro en el poder, ya que se profundizó la crisis. Hay bastante desactualización entre medios y periodistas, y eso lo hemos podido constatar en las 5 encuestas nacionales a periodistas que ha hecho Medianálisis.

Algunos medios digitales son una suerte de burbuja ya que han logrado estar actualizados, con buena conectividad y formando a su gente, pero son la excepción a decir verdad.

-Recapitula Usted un hecho del 2001, en la que una sentencia de Jesús Eduardo Cabrera acabó con el derecho a réplica establecido en la Constitución. ¿Le importa a alguien el derecho a réplica? ¿Lo defienden los gremios, lo practican los medios y los periodistas?

El derecho a réplica que fue una de las grandes banderas del gremio periodístico y de diversos actores sociales sencillamente quedó en desuso, ya a nadie parece importarle. Quedará para la historia como, entre otros factores, la inclusión de este derecho contribuyó a abortar una reforma constitucional en los años 1990.

-La polarización: ¿de qué modo ha afectado el ejercicio del periodismo? ¿Ha impulsado un ejercicio propenso a «ejecuciones sumarias»? ¿A una categorización de las figuras públicas como héroes o villanos?

Honestamente creo que en el momento actual, dentro de Venezuela, no hay una polarización tal como la vivimos en la primera década del chavismo. Diría que hay un polo propagandístico, bastante bien aceitado, que además coordina campañas en medios oficiales, medios privados afines al chavismo y redes sociales. Y en la acera de enfrente está el periodismo independiente, tanto de medios tradicionales que han logrado sobrevivir como nuevos medios digitales con músculo profesional, fundados y/o conducidos por periodistas reconocidos.

Y, además, ha aparecido un tercer factor, de medios y periodistas con una línea que buscan debilitar al liderazgo que en este momento encarna Juan Guaidó.

-Destaca Usted la contribución que han hecho algunas organizaciones para documentar la devastación del periodismo en Venezuela. ¿Podría hablar de ello? ¿Contarnos, además, de la iniciativa Medianálisis?

Este libro ha sido hecho gracias a que persiste un esfuerzo civil, ciudadano, por documentar y registrar lo que ha acontecido en estos años. El valor agregado que tiene mi libro ha sido rescatar historias emblemáticas de censura en estos años y organizarlas por cada año del chavismo en el poder. Y además, partiendo de los documentos recopilados por las oenegés pude hacer una cronología mínima de la censura en Venezuela en 20 años de chavismo en el poder, entre 1999 y 2018.

Particularmente me fueron muy útiles los informes del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (Provea), entidad con la que colaboré como investigador de su informe anual por más de una década; asimismo los informes temáticos y anuales del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela y los reportes anuales de Espacio Público, cuya metodología inicial ayudé a construir con Carlos Correa por allá por 2002.

Tras mi paso por estas organizaciones, ya que también fui cofundador del IPYS Venezuela, tenía la inquietud de ampliar la discusión pública sobre el periodismo venezolano, para introducir elementos como la responsabilidad y la calidad junto a lo que venía siendo la agenda de las oenegés, que no era otra cosa que la defensa de la libertad de expresión. De esa manera surgió Medianálisis, una asociación civil que en abril próximo cumplirá 10 años.

Hoy es un equipo diverso que ha sido capaz de capacitar en estos años a más de 7.000 personas, organizar casi 100 talleres de mejoramiento profesional y generar más de 160 foros de discusión sobre el periodismo en Venezuela. Hemos logrado alcanzar 14 estados de Venezuela con nuestras actividades.

-Por último: ¿son 20 años de censura o hay algo más? ¿Ha sentido que el objetivo ha sido destruir la institucionalidad de la libertad de expresión?

La censura ha sido consustancial al propósito del chavismo de perpetuarse en el poder. No podríamos entender, por ejemplo, la permanencia de Nicolás Maduro teniendo tantos factores en contra para la prolongación de su presidencia, si no contemplamos a la censura, la desinformación y la mentira como parte medular de su estrategia.

Maduro ha logrado, gracias a la censura, sacar de la radio y la televisión a las figuras de la alternativa democrática. Y gracias a ello avanzar en su proyecto autoritario. Creo, dolorosamente, que mientras el chavismo ejerza el poder habrá censura.

20 años de censura en Venezuela (1999-2018). Editorial Alfa. Venezuela, 2019.


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