La UCV arrodillada

Nuestra casa, nuestra Alma Mater, museo viviente, cuya belleza ha acompañado múltiples generaciones de estudiantes y profesores, que se emocionan cada tanto bajo las Nubes flotantes de Calder en el Aula Magna, en la hermosa sede declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. Justo después, germinaron en ella las ruinas. Sin presupuesto para el mantenimiento de su infraestructura, poco a poco fue manifestando su deterioro en silencio: jardines mustios y con la grama alta, fisuras en sus muros, paredes descascaradas, oficinas vandalizadas por la violencia política y delincuencial, la lluvia de losetas caídas en la entrada de la Biblioteca, el Pastor de Nubes oscurecido sin reflejar ya el cielo caraqueño, el pasillo techado de Humanidades con mapas de humedad tan serios, que con cada aguacero, caía más agua debajo de él que en el exterior. Y la universidad tercamente continuaba con las puertas abiertas, entre las ruinas, hasta que el 17 de junio de 2020 cayó de rodillas: colapsó el pasillo techado. Quizás hubo un ruido estruendoso, que no oímos, porque ella estaba desierta, por la pandemia, como si lo que la hubiera mantenido antes estoica y resiliente fuera la vida humana que la transitaba.

Luz Marina Rivas


La pobreza del Espíritu

Desde el momento en el cual el ser social asiente, acepta y queda sujeto a la forma universal que compendia la totalidad de sus propias galimatías previsibles, elevándolas a Constitución, entonces, al celebrar el espíritu de lo que ahora es ley, termina por enajenarse ante su letra. A partir de esa determinación, puede afirmarse que, objetivamente, la pobreza espiritual ha triunfado y se ha impuesto como representación oficial de la cultura de un determinado pueblo. La vulgaridad deviene así fundamento, naturaleza, que insurge contra el precedente pacto social. Y tarde o temprano termina triunfando sobre las premisas que sustentaban las formas de la cultura anterior, penetrando —“a paso de vencedores”— las costumbres, las opiniones, las relaciones jurídicas, políticas, morales y las instituciones civiles. Al asumir como propias la pobreza de las letras con las que está escrita la nueva Constitución, el pueblo venezolano terminó por aceptar —y celebrar— la institucionalización de la pobreza de su Espíritu, su autocondena. Se puede cuantificar —medir— el daño que se le ha infligido al Espíritu de un pueblo a través del estudio del progresivo empobrecimiento de su lenguaje. Desde el establecimiento de la Constitución “bolivariana”, el régimen gansteril que mantiene bajo secuestro a Venezuela deliberadamente hizo de la pobreza de Espíritu el nuevo modo de ser venezolano.

José Rafael Herrera


Laberinto Cromovegetal

¿Qué es una institución? Una visión animada por un número de voluntades dispuestas a seguir sus leyes para darle cuerpo y vida. Ernesto Mayz Vallenilla tuvo una visión en 1970: la de crear una institución, la Universidad Simón Bolívar. Como filósofo, Mayz Vallenilla entendió que el pensamiento libre y la creación intelectual necesitan (literalmente) un espacio amplio, y sobre todo un espacio prudentemente separado de la ciudad y del ruido para desarrollarse. Por eso la Simón Bolívar se funda en Sartenejas, funcionando así como una suerte de fortaleza amurallada por la naturaleza, cercada de la barbarie, en el tope de una montaña. Pasé mi infancia en sus jardines, mientras mis padres preparaban a los próximos ingenieros químicos que trabajarían para la industria petrolera del país, y los próximos politólogos que nos explicarían qué nos pasó y qué nos iba a pasar como sociedad. Pero esta y otras tantas instituciones, seguidas de las voluntades y leyes que las componen, entraron en algo parecido al Laberinto Cromovegetal de Cruz-Diez que se encuentra frente a la biblioteca central de la USB. Entramos a un laberinto sin saber muy bien cómo y cuándo podremos salir de él.

Paola Romero


La perversión del lenguaje

Pensamos que comunicación es palabra, pero también es acto, incluso un gesto posee una topografía mental plena de significados. De allí que Lacán se pregunte: “¿Qué es un gesto de amenaza? No es un golpe que se interrumpe, es algo que se hace para detenerse y quedar en suspenso, que no cesa de no producirse” (Seminario XI, 1964). Cuando Chávez tomó el poder hace 21 años, el país observó su amenazante y repetitivo gesto con el puño cerrado golpeando en la otra mano, mientras exclamaba “… ¡los haremos polvo cósmico!”, a todos los que no pensaran como él. La violencia, el avasallamiento y la indignidad conforman la sintaxis de un lenguaje que desde entonces impone su visión unilateral de la realidad, arremetiendo contra la construcción de la verdad social, que debe ser el producto del conjunto de subjetividades que la conforman. Es un lenguaje onomatopéyico, coagulado por los resentimientos, adornado con dogmas anacrónicos y conjeturas confusas, de eslóganes y mentiras. Un lenguaje pervertido al imponerse por la fuerza, conduciendo al colectivo a espacios pre-políticos, pre-sociales, primitivos. Un lenguaje de improperios para deshumanizar al adversario político e incitar a los ejecutores de la represión, torturas, asesinatos y masacres a invertir el sentido del crimen como un acto de profilaxis. Un lenguaje propio de la psicopatía política del comunismo, del fascismo y de los totalitarismos de todo cuño, que utilizan la retórica del odio como una política de Estado.

Edgar Cherubini Lecuna


La vuelta

Le he dicho que no quiero regresar al mundo de los cuerpos secándose al sol hasta fundirse con la piedra secándose al sol a la orilla de un río de agua negras. La piedra secándose dentro de cada uno, en la boca del estómago, que me obliga a doblarme, un peso que forma un vacío entre los hombros y me sigue empujando hacia la tierra. Yo querría tocar la tierra, sé del calor que desprende, yo querría, pero no puedo ver los miembros de aquel cuerpo junto al río comulgando con la inmovilidad. Que no quiero verlo. Usted no me está escuchando. Le repito que no me haga recordar la luz de ese mundo estéril, donde la vida se pudre y se espesa y todo lo que parecía luminoso al pie de las montañas se hace sombra e inunda todas las estancias, las verdes, las azules, las amarillas y escuece los ojos en sangre, entra por la garganta y ya no puedes pedir ayuda a los seres que antes caminaban por las calles. Usted me pide la piedra que llevo en medio de los órganos. Láncela al río, que la piedra en el agua abraza su condición de quietud perfecta, que la humedad envolvente difícilmente penetrará en su centro frío, que la piedra tendría que haber dejado de llorar a la piedra hace mucho, pero continúa su tarea incansable bajo el sol.

Loredana Volpe


Libertad desmembrada

Podías recorrer el país sin sentir ningún temor. Ni siquiera imaginabas que un día sería pavoroso viajar por carreteras donde la gente vendía plácidamente los frutos del campo. No tener miedo era calidad de vida. Esa sensación se perdió. Una especie de gangrena enfermó el cuerpo invisible pero verdadero de la libertad.

Tener un carro en Venezuela es un acto suicida. Abundan atracadores que te detienen para quitarte el vehículo y todo lo demás, inclusive la vida. Estos delincuentes pueden ser integrantes de cualquier banda o colectivo; policías o guardias nacionales; militares o militantes. Aunque no estás en capacidad de obtener dólares, tienes miedo de andar sin dólares y tienes terror de andar con dólares. Te asesinan o te extorsionan. El bolívar es puro papel. Para cualquier cosa necesitas dólares en efectivo. Eso ocurre en un país gobernado por enemigos jurados del imperio yanqui. Caminando también te topas con alcabalas o con pandilleros que te cobran por dejarte caminar. La libertad es un espejismo. Solo tienes la libertad de pensar si no estás bajo la influencia de la propaganda, que todos los días insiste en que eres la persona más libre y feliz del planeta.

José Pulido


Molokotov

“De repente, se apoderó de mí un agudo sentimiento de culpa durante algunos minutos por haber dejado a papá solo en Caracas. Pensé en lo triste que debía ser para él tener que pasar su ancianidad en aquella situación paupérrima. Toda una vida dedicada al trabajo, a la familia, al país, para acabar encerrado en una casa entre el miedo y la perplejidad; y lo que quizá era peor, sin esperanza alguna de lograr ver otra cosa que aquello. Una mezcla de compasión con derrota abrazó mi estado de ánimo al percibir que la decadencia y la ruina habían logrado alcanzar el presente de los venezolanos”.

Julieta Omaña Andueza

*Fragmento de la novela Molokotov.


Mercado de Coche

Dos elementos condicionan las dinámicas en el Mercado Mayor de Coche. Sobrevivir es el primero de los dos. El caos es el segundo. Cualquier principio, código civil, derecho humano, asomo de legalidad, queda completamente anulado una vez cruzas las entradas a este espacio del suroeste de la ciudad. El tratado de libre comercio. La constitución actual, la constitución federal de 1931 de Gómez, el código hammurabi, las normas del buen oyente y el buen hablante o la regla que se nos ocurra queda sin efecto alguno apenas pones un pie en este mercado.

Caminar en este espacio requiere condiciones físicas por encima de la media y un grado elevado de concentración zen. Vendedores con guacales o manteles de cuestionable higiene sobre los que exhiben sus productos, el urgente tránsito de carretilleros, la clientela desaforada o alfombras de frutas, vegetales descompuestos, conchas y desperdicios de diversa procedencia entorpecen el desplazamiento. En cada metro cuadrado se puede suscitar desde un improvisado ring de kick boxing callejero que incluya machetes, navajas y hasta tiros, o colisiones entre un auto particular con un camión cava.

A pesar de la presencia de las fuerzas del orden o vigilantes de Inmerca, los uniformados que intentan mantener a raya las irregularidades terminan embuidos por los tumultos y las mafias. En el mercado toda autoridad posible se disuelve por completo.

Mario Morenza


Morir de revolución:

Intr. U.t.c.gerundio: Muriendo de revolución.

U.t.c.r: Morirse de revolución

  1. Dícese de aquellas muertes que se producen en el no-país, como consecuencia del plan trazado por los revolucionarios chavistas.
  2. Muertes de enfermos crónicos por la falta de medicamentos: como H, quien murió porque, primero, le empezaron a cambiar los medicamentos para su VIH cada mes. Luego empezaron a entregarle medicamentos caducados. Más tarde, se los daban cuando había. Llegó a pasar más de un año sin medicación, hasta que enfermedades oportunistas dieron cuenta de su vida. Ya su médico tratante se lo había advertido: Si puedes irte, vete. Esto no va a mejorar. A los enchufados no les faltan los tratamientos, tienen dólares para traerlos de fuera. Si puedes, vete, H, si quieres vivir.
  3. Muertes por suicidio: aquellos que ya no aguantan tanta “felicidad”. Se lanzan de azoteas, se tiran a los rieles del metro, se dejan caer de un puente, como quien no quiere. Como Y, quien no soportó ver cómo sus hijos eran consumidos por la desnutrición.

De muchas muertes por revolución no se llega a saber. Pero, cuando se muere por revolución, no se les dice muertos; se les llama ASESINADOS.

Golcar Rojas


Los repuestos

Los carros solo servían para avanzar algunos kilómetros y volver. Hacer compras mínimas a la vuelta de la esquina o llevar a los niños al colegio siempre y cuando quedara cerca. En esos días había combustible, pero no había piezas de repuestos. A cada carro le faltaba algo. Nadie podía emprender un viaje tan largo. Incluso si la carretera hubiera estado intacta, ninguno de sus familiares y amigos hubiera podido llevarla hasta la ciudad en la que yacía su padre.

Entonces a su primo se le ocurrió armar un carro Frankenstein. Entre sus amigos pidió prestadas algunas partes mecánicas. Hubo quien le alquilara un alternador o un cigüeñal. Entraron en contacto con un traficante, que como un traficante de órganos se movía en la oscuridad. Ella le entregó casi todo su dinero a cambio de unos cauchos, una rolinera, un retrovisor. El primo reencauchó, zurció, tramó, enaceitó. Quedó satisfecho de su criatura y emprendieron el viaje.

El carro, como un Golem de metal que se movía entre la verdad y la muerte, cumplía a cabalidad las órdenes de su creador. Los llevó por un camino alterno, por otra carretera desconchada, sorteando el puente desplomado en la carretera de Oriente.

Liliana Lara


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