Por FEDOSY SANTAELLA

Joaquín Ortega nos entrega el libro El Gran Vallenato, relatos teñidos de género negro, de momentos cargados de tensión, de originalidad y de personajes fascinantes que no quisiéramos conocer en persona. ¿Qué es el Gran Vallenato? Pues podríamos decir que el Gran Vallenato es en lo que se convirtió la Gran Colombia. Aunque las historias de este particular libro transcurren en Venezuela, me he quedado con la sensación de que ocurren en todas partes y en ninguna, lo que resulta inquietante, porque al comprender esto te ataca una sensación de desconsuelo y de amenaza que no te suelta. Aunque no pretende serlo, El Gran Vallenato es un libro apocalíptico, distópico. Es Latinoamérica en cien años o dentro de pocos años, o incluso ahora mismo. Es nuestro continente hiperbolizado desde ya, llevado a los extremos del mal y del azar. Del mal y del absurdo. Ese absurdo regala momentos de desconcierto, pero también de un particular humor en el que el lector reconoce al Joaquín Ortega de la radio y de la televisión.

En consonancia con esa atmósfera de fin de mundo, este libro pareciera estar narrado por un predicador, y allí reconocemos al Ortega visionario que se aferra a la Biblia y a sus creencias religiosas o espirituales para advertirnos que vamos directo al desbarrancadero. Digo, pues, que esta voz que cuenta las debacles de El Gran Vallenato es la de alguien que ama el mundo y está lleno de furia porque el mundo es una porquería. Por alguien que sabe que con solo mostrar los abismos del hombre está haciendo su trabajo de anunciador del apocalipsis y su solicitud (o exigencia) de enmienda y redención. Sus personajes son, están vivos, y él los deja ser. Y si son imbéciles son imbéciles y mueren como imbéciles. Y si tienen un alma sensible y leen libros de botánica luego de matar, pues tienen un alma sensible y leen libros de botánica luego de matar.

Estas historias no tienen piedad, pero al mismo tiempo, de una extraña manera, son compasivas. Su lenguaje te envuelve, te lleva por un laberinto de imágenes en vértigo y te arroja al centro del horror. No puedes parar de leer, aunque sepas que su lenguaje cubista y barroco te está llevando a los abismos más oscuros de la humanidad, allí donde una vida no vale nada y donde el dolor es el salario del día por tu buen trabajo en las calderas del infierno.

Así de delirantes son sus historias, y así de delirantes y magnífico es su lenguaje que es y no es de ninguna parte. El Gran Vallenato es, ya lo he dicho, una nación, un continente, un no-lugar, y como no-lugar es un no-reposo, una no-casa, una no-paz, una no-alma. En nadie puedes confiar en estas historias, porque nadie tiene alma.

La literatura es un lugar para golpearte y despertarte. Un lugar para alzar la frente de vez en cuando y mirar alrededor. Porque no miramos, amigos, no miramos alrededor, y vamos dormidos a nuestros trabajos tóxicos o a pasear por plazas comerciales protegidos por el aire acondicionado. Así que la literatura está allí susurrándonos al oído, y no nos dice exactamente “Acuérdate que vas a morir”; no, lo que nos dice es “Acuérdate que estás muerto”, y nos da el cachetón y nos resucita.

Pero nadie se asuste, El Gran Vallenato es una lectura adictiva, que te exige pero que te lleva, que te golpea pero que disfrutas. Joaquín Ortega lo ha logrado, nos ha abofeteado una vez más, por nuestro bien. Y ahí estamos nosotros, sus lectores, para sobarnos la mejilla y agradecerlo.

*El gran vallenato. Joaquín Ortega. Ediciones Breinguash Master, 2023.


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