José Martí | Cuba. Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes

Por JAVIER GONZÁLEZ

Muchos son los adjetivos que se les han endosado a José Martí (1853-1895), entre ellos el de “Apóstol de la independencia cubana”, por su participación directa en una de las más tardías contiendas emancipadoras de Hispanoamérica.

No sólo fue poeta, escritor y periodista, Martí también fue político y uno de los más importantes dirigentes cubanos de la Guerra de Independencia contra España, que se libró en 1895, gesta a la que él mismo denominó como “Necesaria”.

Tras el encarcelamiento de su padre, por participar en movimientos conspirativos, el joven Martí se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos e inició entonces su actividad insurrecta contra el imperio español.

A los diecisiete años fue hecho prisionero y condenado a seis años de cárcel. En el penal realizó trabajos forzados hasta que, por sus precarias condiciones de salud, fue indultado y deportado. Se residenció un tiempo en España y México. De vuelta a Cuba, en 1878, a poco es descubierto en actividades conspirativas y es desterrado nuevamente, radicándose en Nueva York, en 1880, donde continuó con su labor política y literaria durante 15 años.

En esa metrópoli entró en contacto con organizaciones de exiliados y, años más tarde, en 1892, fundó el Partido Revolucionario Cubano (PRC), a través del cual trabajó afanosamente por la libertad de su país.

Entre las estrategias planteadas por Martí para el desarrollo de la lucha armada contra el mando español, estuvo la creación de comités, asociaciones, clubes y juntas con el fin de divulgar las acciones del PRC en todo el continente, con particular interés en el Caribe, donde, además, se haría hincapié en la obtención de fondos, para financiar las exigencias materiales que requería la guerra.

Aunque no era aficionado a los deportes, a Martí le llamó mucho la atención el furor que causaban en Nueva York los juegos de pelota. Hasta llegó a criticar esa desmedida afición.

No obstante, el poeta cubano llegó a interesarse por el beisbol como entretenimiento y alcanzó a verlo también como un problema por su excesiva mercantilización. Sin embargo, consideró el deporte en general, y a la pelota en particular, como una interesante fuente de recursos económicos para el financiamiento de la guerra. Además, encontró en el beisbol una vía para aglutinar a los cubanos en el exilio.

Mientras en Cuba el capitán general de la isla, Arsenio Martínez Campos (1831-1900), ordenó la prohibición del campeonato de beisbol en 1895, por considerar los encuentros como centro de conspiración y recaudación de fondos para los insurrectos, en el Caribe se ponía en marcha una de las estrategias que planteó Martí para la consecución de recursos económicos y la divulgación del ideario libertario.

Con esa misión fueron enviados a Caracas, a comienzos de 1895, por el Partido Revolucionario Cubano, el licenciado Gonzalo de Quesada (1868-1915), amigo personal de Martí y uno de los arquitectos del movimiento libertario, el coronel del Ejército Libertario Francisco Arredondo Miranda (1845-1910), quien se encargaría de la difusión del ideario revolucionario, y el joven Juan J. Machado, quien asumiría la coordinación de recaudación financiera deportiva.

A mediados de ese año, ya habían contactado a un importante grupo de compatriotas, así como a numerosos jóvenes venezolanos, para incorporarlos a lucha por la libertad de Cuba. Entonces, el juego de beisbol daba sus primeros pasos en Venezuela, pero con gran furor.

Con el apoyo del presidente de la República, Joaquín Crespo, el lunes 26 de agosto de ese año 1895 se creó en Caracas el Club “Simón Bolívar”, “integrado por jóvenes de notoriedad social y literaria, para trabajar entusiasta y eficazmente por la emancipación de Cuba del secular dominio español”. Ese día, en millares de volantes, circuló en Caracas una invitación suscrita por el presidente del Club, Dr. Tomás C. Llamozas, y el secretario, Carlos L. Marín, para el acto público que se realizaría la noche del miércoles 28 de agosto en el Teatro Caracas, donde se le daría “forma definitiva al pensamiento de promover la manifestación del sentimiento de la juventud venezolana en favor de la independencia de Cuba”, tal y como lo informó la prestigiosa revista caraqueña El Cojo Ilustrado en su edición del 15 de septiembre de 1895.

Para aquel momento, el coronel Arredondo Miranda había fundado en la capital venezolana algunas publicaciones periódicas, entre ellas El Propagandista y el Correo de Caracas, a través de los cuales se divulgaba el trabajo de organización de la lucha emancipadora en el exilio y noticias de la guerra. Fue, precisamente, en el Correo de Caracas donde se informó, por primera vez en Venezuela, la muerte en combate del “Apóstol de la independencia cubana”, ocurrida el 19 de mayo de 1895.

Además del Club Bolívar, también establecieron en la capital el “Club de Ajedrez de Venezuela” (1), primera asociación deportiva que se instauró en el país. Igualmente, por iniciativa de algunos exiliados, entre ellos el pelotero Emilio Cramer, pionero del beisbol en Venezuela, se fundó el 23 de diciembre de 1895 el segundo equipo de beisbol que se conoció en el país, y que llevó por nombre “Carlos Manuel de Céspedes”, en homenaje al prócer independentista cubano. El primero se llamó “Caracas BBC”, cuyas actividades se iniciaron en mayo de ese año.

El club “Carlos Manuel de Céspedes”, de acuerdo con lo que le confesó Cramer al periodista de la prestigiosa revista cubana Carteles Jess Losada, en octubre de 1941, tuvo como “objetivo principal recolectar dinero para la Guerra Necesaria”.

Pocos meses antes, Arredondo Miranda y Machado estimularon la creación, en otras poblaciones del país, de algunos clubes sociales deportivos. Fue así como, en junio de 1895, fundaron en la ciudad de Valencia, junto con varios compatriotas, entre ellos el doctor Rafael Calzadilla, el “Carabobo Athletic Club”, centro deportivo donde se realizaron torneos de ajedrez y póker, partidos de tenis y competencias de esgrima. Un año más tarde, se constituyó en ese club el primer equipo de beisbol del estado Carabobo, primero también que existió fuera de Caracas. Esa novena, denominada “Carabobo Base Ball Club”, se formó con el fin específico de recaudar dinero para la lucha libertadora cubana y puertorriqueña.

Al respecto, escribe Calzadilla una carta al coronel Arredondo Miranda, fechada en Valencia el 19 de junio de 1896, diciéndole que:

“V. sabrá que hemos formado un Club de baseball fuerte que anima, despierta el entusiasmo, y la gente en ese estado puede aceptar gustosa cualquier sacrificio pecuniario. Tan pronto nos sea posible organizaremos una jugada (desafío) con los de Caracas. La mayoría de los jugadores que hemos escogido son yanquis (4) y cubanos (3), y dos valencianos. Me parece que daría un buen resultado, dar señales de vitalidad con una fiesta oportuna de importancia, y estoy al habla con los del hipódromo de aquí, para combinar la apertura del baseball con las carreras de caballos y creo que ellos no se negarán a ayudarnos con la parte de sus entradas”(2).

El Carabobo BBC comenzó sus actividades realizando “grandes partidas en terrenos adyacentes a la antigua casa del general Antonio Guzmán Blanco, ubicada muy cerca de la plaza Candelaria de Valencia, en el sector conocido como Camoruco”.

Para darle mayor impulso al nuevo sport, uno de los más importantes periódicos de la ciudad, El Diario, publicó en su edición del 21 de julio una amplia descripción del juego, que incluye un diagrama del campo.

Para agosto, el entusiasmo del público valenciano por el beisbol era grande. En ese momento, el club carabobeño contaba ya con muchos seguidores. Un periódico de la localidad informa que “sus peloteros están debidamente uniformados y la asistencia a los juegos es numerosa”.

Entre 1895 y 1898, cuando culminó la Guerra Necesaria, el beisbol venezolano contribuyó modestamente con el financiamiento de la lucha independentista del pueblo cubano. En esos años, en Caracas, Valencia, Coro y Maracaibo, se realizaron encuentros “extraordinarios” con el fin de recolectar dinero para ser enviado a La Habana.

Paralelamente, en Puerto Rico y República Dominicana se hacía lo mismo con el beisbol. No en balde, historiadores dominicanos afirman que la pelota en su país es hija de la guerra. Otro tanto dicen los boricuas.


(1) El Tiempo. Caracas, 9 de diciembre de 1895; pág. 3

(2) Sección epistolar, documento 66, 1895. Biblioteca Nacional José Martí. La Habana


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