Por CATHERINE MEDINA MARYS

Imagine el lector que hoy cumple quince días viviendo en algún lugar del mundo distinto al natal. Que no es el país de sus sueños, sino un lugar de paso. Que es una escala improvisada y nada más, mientras se pone a prueba al destino y a la resiliencia.

Ahora, agregue a esa fantasía el hecho de que su único apoyo es una hija adolescente cuya única preocupación es tener batería suficiente en el móvil, y después una buena conexión de WiFi. Supongamos, también, que su propia madre tiene demencia senil. Que olvida con frecuencia quién es y que, cual niño pequeño, demanda saber por qué se quedó dormida en un sitio y amaneció en otro.

Entonces el lector, en este ejercicio que comienza a tornarse incómodo, comienza a cuestionarse. ¿Para qué emigré? ¿Por qué emigré? ¿Quién me acompaña? Y estas son, precisamente, las mismas preguntas que se plantea Mónica Montañés en (Des)conocidas, un texto de su autoría que, bajo la dirección de Luis Fernández para su proyección a través de la plataforma www.mimilazo.net, cuenta con actuaciones impecables de Verónica Oddó y Mimí Lazo, con la participación especial de Nina Rancel.

En el nuevo teatro, el que surgió como consecuencia de la pandemia y la especialidad de la dupla Lazo-Fernández, los elementos escénicos se mezclan con los cinematográficos, hasta que es imposible explicar dónde termina uno y empieza el otro. La cámara se convierte en una prolongación del espectador, que ahora es capaz de apreciar cada encuadre, cada detalle del escenario y las actrices en escena.

(Des)conocidas aborda el duelo del emigrante desde una triple perspectiva en el personaje encarnado por Lazo: una madre responsable de otra joven (Rancel) que le recuerda a ella, como hija al cuidado de una madre que cada día la reconoce menos, y como una mujer que tiene la necesidad de retomar su vida, de descubrir otra faceta distinta a la de cuidadora, y hasta de enamorarse.

Oddó es la abuela atormentada por un secreto que se quedó guardado bajo el colchón de su casa en Venezuela. Se despierta exaltada en las noches, tratando de entender en qué momento vendieron una casa que parece no recordar del todo bien.

La obra expone el viaje interno del emigrante, una de las líneas temáticas que Montañés introduce con frecuencia en su obra literaria. La experiencia de sus padres, que decidieron dejar su España natal para establecerse en Venezuela, es relatada con sutilezas y colores en Los Distintos, un libro para niños editado por Ekaré y reconocido por la New York Public Library como una de las obras infantiles más destacadas de 2020. (Des)conocidas podría leerse también como una catarsis personal: la de la escritora asentada en Venezuela, que debe hacer al revés el recorrido que hicieron sus padres hace tantos años para encontrar una forma de vida distinta.

Otra faceta que a menudo explora Montañés en su narrativa, y que repite en (Des)conocidas, es la profundidad del ser humano, que muchas veces impide ser conocido (y reconocido) por el otro. Su novela Desconocidos, publicada en 2009, ofrece un primer vistazo del tema en cuestión: la historia de una familia que descubre la vida paralela de un hombre distinguido por ser un padre adorable y un esposo fiel. Con franco humor, esta novela —y la obra de teatro que inspiró mucho después— intenta caminar con pasos de algodón ese campo minado que son las relaciones interpersonales.

Así, (Des)conocidas ofrece una nueva capa de complejidad sobre la acción y efecto de emigrar, y una nueva lectura sobre la evolución de las relaciones humanas cuando la vejez, la madurez y el exilio se colocan en el medio. Con este montaje llega la confirmación de que todos albergamos dentro de nosotros un profundo abismo, insondable incluso para los buzos que creíamos más experimentados.


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