"Hay un punto en donde la ficción literaria se confunde con el misticismo y, con respecto a la Dama, ambos canalizan la sexualidad con fines contemplativos" / ©1995RINO BIANCHI

Por ALEJANDRO SALAS

Elemire Zolla es uno de los ensayistas italianos más notables de este siglo. De su extensa bibliografía, escrita en italiano e inglés, Monte Ávila ya había publicado tres libros ejemplares: Historia de la imaginación viciosa, Sobre la desdicha y la felicidad y Los arquetipos, donde, siguiendo la tradición de Jung y Eliade, encara el análisis reflexivo sobre la imaginación arquetípica.

Su erudición rigurosa, unida a una sensibilidad poética para entrar en zonas de condensación extrema (la religión, la literatura), están presentes de nuevo en este último libro de la Editorial Mandorla, La amante invisible, subtitulado «La erótica shamánica en las Religiones, en la Literatura y en Legitimación Política».

La amante invisible es en realidad una indagación sobre la esencia femenina que conduce al hombre en sus avances y transformaciones: la esposa celeste que influye en el conocimiento y lo distribuye, tomando a veces la forma de una bella joven, de una mujer terrible o de un animal. La relación con ella no es solo una unión con lo divino sino también una verdadera asimilación que busca recuperar la unidad perdida. Esta implantación es, en algunas disciplinas espirituales, solo un paso, después del cual se desplaza la imagen cultivada en el interior para continuar el ascenso a un orden superior, la plenitud del vacío. La presencia firme de la Dama, por ejemplo en el yoga, produce el fuego erótico y la luz del conocimiento en el vientre del iniciado. Con ella (y sus encarnaciones) el sexo es un sacramento.

En la primera parte del libro, Teórica del matrimonio sobrenatural, Zolla, partiendo de los trabajos de Leo Sternberg sobre matrimonios celestes entre chamanes, estudia la hierofanía sexual que rapta o visita para instruir y ayudar en las curaciones y la adivinación. Los ejemplos son interminables, la shakti que, primero como madre y luego como esposa, enseña al adepto el arte de trascender la ilusión cósmica; las ceremonias vudú donde los matrimonios sobrenaturales están cuidadosamente redactados complejos contratos; o en África oriental donde el espíritu, llamado zar, cumple su visitación a personas de eminente prestigio social o belleza, manteniendo relaciones tan turbulentas que existe una «casa de zares» regida por un jeque de pasado oscuro que enseña el arte de vivir con una amante sobrenatural.

Estas bodas con lo sagrado, inducidas por la devoción son, señala Zolla, sueños recurrentes significativos de relaciones eróticas con la divinidad. Para ello el iniciado debe poseer a su vez un sistema de símbolos que le permita ver en los sueños revelaciones, como en los templos-clínicas del sueño que, entre los griegos, inducían los mitos que se recontaban previamente en la vigilia.

La segunda parte del libro habla del conocimiento de la Dama en las grandes religiones: entre los hindúes, para quienes la mujer, imagen del útero cósmico, era fuente de meditación y parte fundamental del ritual, y en el Medio Oriente, donde su presencia estaba regida en los altares-alcoba que aprovecharon a la Dama como legitimación política: el rey mesopotamio debía entregarse a la sacerdotisa donde encarnaba la divinidad para morir y renacer en sus brazos poseyendo así el conocimiento político diferenciado. Esta forma de regulación del mito por razones de Estado va a ser utilizada por griegos, romanos e incluso durante la época isabelina.

Asimismo, la imagen de la Dama aparece entre los hebreos e incluso los católicos, entre quienes se cumplen esponsales con Cristo y la Virgen y que en algún momento imaginaron un demonio andrógino.

En la tercera parte del libro Zolla la rastrea en la liturgia, que tuvo su origen y alimento inicial en la literatura. De manera singular aparece en la escritura sufí, donde alcanza un poderoso relieve emblemático que es transmitido al amor cortés, cuya adoración de la Dama se asemeja a practicar religiosas meditativas como el puja (adoración mental) y el kumari puja (adoración de la joven). Dante precisa: «Para entender la transmutación interior hay que formarse la imagen y retenerla como sólida piedra».

Hay un punto en donde la ficción literaria se confunde con el misticismo y, con respecto a la Dama, ambos canalizan la sexualidad con fines contemplativos. Por eso el autor habla de «la conspiración de los poetas» que la ven en sus más amplias manifestaciones, incluso en un mundo que ya no tiene visiones sino que las imita.

Zolla con este estudio apasionante, ha seguido los pasos de la esposa celeste a través de un diagrama sagrado. Solo nos queda seguir adelante, tomados de la mano de Ella, confundiendo sueño y vigilia, en un recorrido que siempre llevará a nosotros mismos.

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*La amante invisible. Elémire Zolla. Traducción de Bárbara Piano. Editorial Mandorla. Caracas, 1988.

*Publicado en la edición 17 de Lectores, que circuló el 9 de octubre de 1988.


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