I

En la costa de cacao

el calor palpita en el oro del trópico

en la gruesa corteza de los siglos.

A las seis de la tarde

encontramos piedras de río

en el medio de la casa

escuchamos las huellas del peregrino

su silencio entre los pájaros.

El peregrino que recorre esta tierra

riega las semillas de cacao,

en cada esquina

recoge el perfume del atardecer.

Descubro la voz del peregrino

en el tejido ancestral.

**

III

Todo nace en la hojarasca

bajo nubes que esparcen

hilos de agua

en el rostro del peregrino.

Esta tarde la niebla esconde

nuestro rito

el tesoro del viajero:

                              hay que secar cada semilla

                              buscar su espíritu.

Mezclo el cacao

en el único destello

de tu pasión.

**

V

En la costa de sol

el amor es la luz

que toca cada semilla.

Pinta de azul profundo

el olor de la existencia,

las palmas entrelazadas,

su sombra entre tanto ardor.

Una vez más ablando la arcilla,

moldeo vasijas antiguas,

limpio la coraza de mis sentidos.

Esculpo las grietas de tus pies

en el calor del infinito.

La humedad

es el silencio perfecto.

**

IX

En la Tierra de Gracia

cada hoja indica un camino:

esta es la selva donde soñó mi Padre,

la clara fiebre que lo acompañó

hasta el mar de los Elegidos.

Dibuja sobre mi espalda un mapa

para recordar los peligros,

el soplo sutil que arrasa

el frío de los huracanes.

A lo largo del mar

haré tu mismo recorrido.

Mi corazón es una brújula.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!