Sonia González
En 1982, Sonia González fue reconocida con el premio de poesía Fernando Paz Castillo / Foto: María D. Torres Salas

Por SONIA GONZÁLEZ

Tomo la foto

para la tarjeta de identidad

de mi residencia temporal

Han sido meses

de papeleos interminables

hasta que hoy

ahora

tomo la foto

Me dicen que ponga el cabello

detrás de las orejas

la frente despejada

me quite los aretes

me coloque de frente y de perfil

la chica dice: uno – dos – tres

y tomo la foto

tomo la foto

tomo la foto

Todo en la vida ocurre por repetición

Se repite el momento en el que partí

tan joven

y ahora trajinada por estos vaivenes

me encuentro con hijos que asistir

aprendiendo las calles y sus usos

los nombres y sus gentes

las plazas

los puertos

las piedras

He soñado

con el no país

Hay una mudez interior

que me impide regresar a mis recuerdos

Me vuelvo mínima

Aprendo solo de lo necesario

Tener

un verbo en desuso

—-

El perro ajeno llega servilmente a lamerme

con ojos impacientes y perlados

me espera en la puerta

a mí

una desconocida

Acostado y sin ruidos

pasa la noche atento

a no se sabe qué

Cuando salgo me recibe

alegre

sumiso

impaciente por estar en cualquier cosa que haga

fuera de casa

camino por los senderos que él conoce

palmo a palmo

y me guía con distracciones

como irse a bañar al charco

Parece como si esa costumbre

de lamer las puntas de los dedos

fuera para otro

Ese perro tiene un nombre

y yo juego

con él

sin importarle quién

fue

ni quién soy

El poder de la tierra

aquí brota en todo su esplendor

como en una película de aventuras

las aves haciendo sus sonidos maravillosos

la lluvia

sin pausa

los insectos entrando en la habitación

y esta casa

que parece desafiar

el destino perecedero de las cosas

se sostiene

únicamente

porque un hombre pequeño brega por ella

brega por ella

Mientras tanto

el ruido de un extraño animal

que se encuentra atrapado al fondo de una tubería

me hace pensar

en las razas extintas

Si la muerte

fuera solo algo súbito

este animal

que no se puede salvar

esta casa

que durará cuántos años

este lugar

que tal vez se hunda cuando suban las aguas

por el deshielo

si fuera solo desaparecer

si fuera

Nos vamos a hacer viejos en países escandinavos

o países simplemente

que nunca estuvieron en la memoria

El café de la esquina

nunca será el café de la esquina

sino ese café que nos recuerda algo

vagamente algo

la calle de la infancia

transformada en miles de fragmentos

envuelta en la porosidad del cemento

prístina en la mota de polvo

que se desvanece con el viento

Eso somos

ancianos con frío de domingo

Brindamos con copas de algún vino ajeno

sin más historias que la piel

con hijos que son de otros

con historias que se vuelven trajes

y tantos amigos dispersos

en un planeta falsamente conectado

Ya no sé qué es el recuerdo

Cómo se volvería a una infancia

sin la posibilidad de volver


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