Donna Leon | Gaby Gerster / XLSemanal

Por VIOLETA ROJO

Tres novelas en una

Jane Harris nació en Irlanda, se crió en Escocia, vive en Inglaterra y es la autora de La verdad de la señorita Harris (Gillespie and I, 2011), un libro absorbente que transcurre en la Glasgow victoriana y que tiene material para tres novelas. Al principio, pareciera una crónica ocurrente y muy entretenida del mundo de los pintores sin éxito que tratan de darse a conocer durante la Exposición internacional de 1888. Después, pasa a ser una novela policial, con crimen espantoso, investigación, juicio y locura. Al final, ya en el siglo XX y en Londres, se convierte en el relato detallado de una obsesión.

El paso entre los tres registros es muy fluido, los horrores son narrados sin morbosidad y es tan amena y llena sorpresas, que las más de seiscientas páginas se leen en un suspiro.

Pareciera que estoy hablando de una novela ligera, pero no es así. Al final me quedé pensando en las apariencias, lo que se dice y lo que se oculta, la verdad y la mentira, los misterios del odio y el amor, los peligros de la confianza, las tristezas para las que no hay consuelo y otros temas así de complicados.

Jane Harris. La verdad de la señorita Harriet. Lumen, 2013. Traducción: Aurora Echevarría Pérez. 624 páginas.

Venecia, música, animales, hombres y libros

Leer novela negra es uno de los grandes placeres de la vida. Los crímenes no me interesan, pero sí lo que aprendo sobre sociedades y costumbres. Leyendo a Qiu Xialong me enteré de que nuestro término “enchufado” se traduce en mandarín como “hijo de alto cargo del partido comunista”, dato muy útil para establecer paralelos sociales y políticos en estos tiempos.

Donna Leon ya ha escrito treinta novelas sobre el comisario Guido Brunetti y todas son deliciosas. La autora es una estadounidense que lleva toda la vida en Italia, y es una inteligente y preocupada ciudadana que va relacionando cada caso con las plagas sociales (intolerancia ante el diferente, ecocidio, turistas, funcionarios crápula o empresarios desalmados) que asolan a la antes Serenissima.  Todas esas maldades suceden en la ciudad más preciosa del mundo, investigadas por un comisario que no deja de notar la silueta de una hermosa columna o una pequeña escultura escondida en una cornisa.

Por si fuera poco, es habitual que mi adorado Henry James asome, ya sea en una cita o un libro dejado al azar y además, no es extraño que un aria se deje escuchar, haciendo la vida más hermosa.

Sin Brunetti (My Venice and Other Essays, 2013) es una compilación de ensayos y artículos sobre algunas de las pasiones de la autora, desde los problemas de vivir en Venecia, libros y autores, preocupaciones ecológicas y enfurecidos comentarios sobre machos militantes y militares. Leon es inteligente, lectora, feminista, civil, demócrata y se enfurece tanto por cosas que a cualquiera de nosotras nos indignan que una siente que está conversando con ella y quiere gritar: así mismo es, estoy de acuerdo contigo.

Donna Leon. Sin Brunetti. Seix Barral, 2013.

Traducción: Ana María de la Fuente Rodríguez. 261 páginas.

Aquellos labios donde yo di besos sin número

A partir de Aspern Papers, Henry James reflexionó sobre los problemas que significan las cartas que dejan los que escriben y pidió a sus amistades que destruyeran las suyas. No quería que scholars, gente dedicada a la investigación o chismosos sacaran conclusiones sobre su correspondencia o sus sentimientos en determinado momento. Quizás Shakespeare fue un Aspern avant-la-lettre e hizo desaparecer toda su correspondencia, de manera que quinientos años después todavía es un misterio su vida privada y quienes escriben sobre él siguen espulgando los escasos detalles de su familia, su esposa Anne Hathaway y sus hijos Susanna, Hamnet y Judith. Lo que quedan son sus obras y sus sonetos y algunos datos tan poco de fiar que no sabemos su fecha exacta de nacimiento. Pero sí podemos leer Hamlet y saber que es quizás el personaje más sufriente de la vasta cantidad de sufrientes en las obras de Shakespeare. Sufre por los dolores, las traiciones, las muertes y también por los que asesina.

En Hamnet, de Maggie O’Farrell, crea una historia a partir de los misterios y desconocimientos sobre Shakespeare y, sobre todo, de su familia, antes y después de la muerte de su pequeño hijo de nombre muy parecido al del príncipe de Dinamarca. En esta muy bella novela, se oyen las voces de quienes rodean al dramaturgo: madre, hermanos, cuñados, hijas, pero sobre todo de su enigmática esposa.

Maggie O’Farrell es una escritora norirlandesa que ha publicado ocho estupendas novelas y un libro de memorias muy particular. Todos son buenos y merecen una lectura, pero Hamnet es un libro particularmente hermoso sobre desamores familiares, abandonos, dolores y muerte.

Maggie O’Farrell. Hamnet. Libros del asteroide, 2021. Traducción: Concha Cardeñoso. 350 páginas.

Ni una menos

En Venezuela, el número de feminicidios ha ido aumentando en los últimos años. Según los datos de CEPAZ, casi cada día es asesinada una mujer. Muchas veces, los asesinos han sido denunciados anteriormente por violencia de género, sin que las autoridades hayan tomado medidas efectivas para proteger a las víctimas.

El feminicidio mata varias veces. Porque asesina a unas, asusta a otras y pocas veces es asumido por la sociedad con la gravedad que requiere. La culpabilización de las víctimas sigue ocurriendo, el desinterés oficial es una constante y el machismo que rodea a la información sobre los casos no cesa. La situación se repite en muchos otros países.

La argentina Selva Almada (1973), novelista, cuentista y poeta, es la autora de Chicas muertas, un libro que ha sido considerado literatura negra de no ficción. Entre la narración, la crónica y lo autorreferencial, da cuenta de su investigación sobre los asesinatos no resueltos de tres mujeres en la década de los 80 en pequeñas ciudades argentinas.

En Chicas muertas, Almada muestra el resultado de su investigación sobre los casos, las pesquisas policiales (o ausencia de ellas), entrevistas a familiares y hace un retrato de las víctimas, sus familias y de los posibles asesinos. El resultado es un libro literariamente muy interesante, pero cuya lectura es difícil e incomodante, no por la prosa, sino porque lo que pasó hace décadas sigue sucediendo hoy y es sumamente duro y doloroso. Tan duro y doloroso como saber que los casos aumentan y que, a pesar de su gravedad, el feminicidio siga siendo visto de manera frívola y displicente.

Selva Almada. Chicas muertas. Literatura Random House, 2015. 192 páginas.

Dicen que debo morir

Hannah Kent es australiana, pero en un viaje a Islandia conoce la historia de Agnes Magnusdottir, la última mujer condenada a muerte en ese país.

Años después comienza una rigurosa investigación sobre Agnes, el asesinato por el que se la condenó y las condiciones de su encarcelamiento antes de ser decapitada. En 1829, cuando transcurre el hecho y la novela, no había cárceles para mujeres allí, de manera que Magnusdottir debe pasar varias semanas de invierno (y nos podemos imaginar que los inviernos islandeses deben ser muy largos y muy fríos) junto a una familia que ha sido obligada a acogerla.

Ritos funerarios (Burial Rites, 2013) muestra una nueva visión sobre el caso al tomar en cuenta el machismo funcional que condena a la mujer.  Pero lo más interesante de la novela es el recorrido fascinante por la sociedad islandesa del siglo XIX, sus costumbres, métodos de trabajo en el campo, comidas y rituales, relaciones entre clases sociales, la religión y una sorprendente sororidad, entre demás aspectos de la época. El recuento de la durísima vida de una mujer sin dinero, la desconfianza que genera que una mujer sepa leer, el frío, la inmensa pobreza y la violencia se muestran en cada página de esta magnífica novela.

Hannah Kent. Ritos funerarios. Alba editorial, 2014. Traducción: Laura Vidal, 368 páginas.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!