CARLOS CRUZ-DIEZ, PORTADA DEL LIBRO TRANS-VERBALES 1, DE ALFREDO SILVA ESTRADA, 1969

Por ROLDÁN ESTEVA – GRILLET

Carlos Cruz-Diez nació en Caracas el 17 de agosto de 1923. Entre 1940 y 1945 estudió en la escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de la capital; paralelamente se ejercitaba en tareas de diseño gráfico, tanto como diagramador (publicaciones de la Creole) como viñetista y dibujante de historietas (diario La Esfera, Revista Tricolor). Ya graduado, se dedica profesionalmente a la gráfica publicitaria en la McCann-Erickson de Caracas (1946-1951). Realiza su primera exposición como pintor en 1947 en el Instituto Venezolano americano: escenas y personajes populares de un realismo expresionista. Tuvo otras dos exposiciones en el Taller Libre de Arte, en 1948 y 1950. Poco antes había emprendido un breve viaje hacia Nueva York para seguir cursos de arte y publicidad. Entre 1953 y 1955 sus actividades como diseñador gráfico (diario El Nacional, revistas Rojo y Negro, Momento) lo llevan cada vez más a una investigación plástica con nuevos materiales, al tiempo que abandona la figuración. Viaja a París y se encuentra con Jesús Soto, con quien inicia una larga amistad; se queda una pequeña temporada en Barcelona, España, donde reflexiona acerca de las teorías científicas del color y sobre la integración artística de la Bauhaus (1955-1956). Sin lograr establecerse en Europa, vuelve al país natal y funda su Estudio de Artes Visuales para las artes gráficas y el diseño industrial. Ya ha tenido su primera exposición en el Museo de Bellas Artes en el año 1955. En 1958 Carlos Cruz–Diez es director adjunto y profesor en la escuela de Artes Plásticas y Aplicadas Cristóbal Rojas, y enseña diseño gráfico en la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de Venezuela. En ese mismo año crea su primera Fisicromía y, desde 1960, se traslada a París junto a su familia, y fija allí su residencia y taller. Según sus propias palabras:

Las fisicromías constituyen una estructura cambiante que proyecta el color en el espacio, creando una atmósfera de luz coloreada que cambia con la intensidad y la posición de la fuente luminosa y con la distancia del espectador. Ellas reúnen tres condiciones del color: a) aditivo; b) reflexivo; substractivo. (Didáctica y dialéctica del color. Caracas, Universidad Simón Bolívar, 1981)

En París, hacia 1963, Carlos Cruz-Diez integra el grupo Nouvelle Tendenze que proclama el fin del artista romántico, el arte en la calle, el color, el movimiento, la fenomenología como investigación plástica y el recurso a la tecnología industrial para la creación de una nueva dialéctica entre espectador y obra. Desde este grupo Cruz-Diez ha tenido relaciones con el Groupe de Recherches d´Art Visuel (GRAV), fundado por Le Parc y otros en París. En 1967 recibe un Premio Internacional de Pintura en la IX Bienal de Sao Paolo y en 1968 interviene en la restauración de los vitrales de la Basílica de Santa Teresa en Caracas.

La obra de Carlos Cruz-Diez debe mucho a su larga experiencia de artista gráfico (técnica e industria del color, proceso de fotograbado, tipografía, fotografía y cine), que sólo abandona profesionalmente en 1967; también a su incansable investigación teórica acerca del color, tanto en sus planteamientos pictóricos (Seurat, o Albers, Homenaje al cuadrado) como en los científicos (Edwin Sand, “Experimentos en la visión del color”, Scientific American, 1959). El acudir a un lenguaje propio, didáctico, se corresponde asimismo con la invención de máquinas e instrumentos en la transformación de materiales industriales para fines artísticos. Su obra abarca dos grandes campos: la investigación del color físico como realidad autónoma y sus intervenciones urbanas de carácter efímero o permanente, en especial las ubicadas e integradas en espacios arquitectónicos. Sus primeros experimentos se sitúan entre 1954 (con formas escultóricas aplicadas a espacios murales, movidos por medio de palancas, con el propósito de animar las superficies de los planos) y 1959 (una serie de ensayos muy geometrizados de rectángulos trapezoidales). Luego de su fase de Fisicromías (1960-1963), Cruz-Diez realiza las Cromointerferencias, mediante las que programa el color aditivo ayudado de movimientos mecánicos. En 1965 concibe diversos ambientes, cada uno de ellos dedicado a saturar un tipo de percepción (acústica, táctil, visual). Los llamó Cámara de descondicionamiento sensorial. La última fase de ese proceso vino a ser el espacio de Cromosaturación, donde aísla al espectador en una atmósfera de azul o rojo o verde. Las “trascromías” reintroducen el movimiento mecánico: son largas tiras de plexiglás, de diversos matices, colgadas de altos marcos de metal. En la Inducción cromática recurre a la simultaneidad del color (primarios y complementarios) para desmaterializar los soportes.

De su obra integrada a la arquitectura sobresale la que realizará para el edificio sede de la Unión de Bancos Suizos, en Zurich (1975-1979), donde logró integrar la totalidad de sus experimentos al techo, a los muros y a los pisos, interviniendo junto a los arquitectos en la solución de múltiples problemas de diseño. Otras obras suyas están situadas en Venezuela (Central Hidroeléctrica Páez; Hall del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, hoy Simón Bolívar; Silos del Puerto de La Guaira, muro en las orillas del Guaire).

El reconocimiento internacional del arte cinético-óptico y ambiental de Carlos Cruz-Diez ha sido facilitado por su exposición en las galerías y museos más importantes de Europa, en especial en la galería Denisse René de París, baluarte del abstraccionismo. En 1970 estuvo en la galería Paolo Barozzi, en Venecia, con motivo de la XXXV Bienal de Arte de dicha ciudad, y en 1971 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas, en el Museo de Bellas Artes de Caracas. Importantes exposiciones se han presentado en la Tate Gallery de Londres (1977) y en la Casa de las Américas, en La Habana (1980). En 1981 el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas expuso la primera retrospectiva de la obra de Cruz-Diez realizada en el país. La experiencia, más enriquecida, se repitió en 2016, tres años antes de su fallecimiento, en el Museum of Fine Arts de Houston, con 150 obras provenientes de colecciones privadas, con el apoyo de la Fundación Carlos Cruz-Diez y la curaduría de Mary Carmen Ramírez.

Varios documentales sobre Cruz-Diez han sido producidos, y críticos internacionales como Jean Clay y Frank Popper, así como los venezolanos Alfredo Boulton, Bélgica Rodríguez y Ariel Jiménez le han dedicado monografías. Su obra está representada en los principales museos del mundo, tales como el Museum of Modern Art (MoMA) en Nueva York, Centre National d’ Art Contemporain Georges Pompidu en París, Museo de Arte Contemporáneo en Bogotá, Museo de Arte Moderno en Río de Janeiro, Museo Civico en Turín; y en nuestro país en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Museo de Arte Moderno de Mérida, Museo Jesús Soto de Ciudad Bolívar y Galería de Arte Nacional.


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