Por RAFAEL ARRÁIZ LUCCA

Introducción

En esta breve historia seguiremos los hechos y sus consecuencias esenciales desde la fundación de Santiago de León de Caracas, en 1567, por parte de Diego de Losada y sus 136 expedicionarios, y hasta nuestros días. Para ello hemos organizado nuestra tarea en dos períodos. El primero: la urbe colonial (1567-1811); el segundo: la urbe republicana (1811 a nuestros días).

En el primer período trabajaremos “La ciudad incipiente (1567-1600): la fundación y sus conflictos”, y nos ceñiremos al asunto espinoso de la fundación del poblado y sus dificultades naturales, así como el tema del día y año de su fundación, punto sobre el que han corrido “ríos de tinta” y aún no se llega a un dictum final. Luego, en el capítulo “La ciudad desgraciada (1601-1700): entre pestes, plagas y terremotos”, revisaremos el siglo XVII, cuando la ciudad tuvo un crecimiento vegetativo y padeció casi todas las desgracias. Recordemos que según el censo de las autoridades religiosas de la pequeña ciudad (mencionado por muchos historiadores, pero sin que hayamos ubicado la fuente documental), en 1580 vivían en Caracas 2.000 personas, y en el censo que ordenó el gobernador Berroterán en 1699, sumaban 6.000 almas, lo que significa que en 120 años la urbe creció en apenas 4.000 personas. Una cifra reveladora de lo poco atractiva que era la ciudad y, además, lo severas que fueron las pestes, las plagas, la piratería y el terremoto de San Bernabé, en 1641. La suma de todos estos factores incidió en una altísima mortalidad.

En el tercer capítulo, “La ciudad próspera (1701-1810): las reformas borbónicas, la Compañía Guipuzcoana y el cacao”, revisaremos el siglo XVIII, la centuria cuando la ciudad conoció la prosperidad y el crecimiento poblacional. Humboldt, en 1800, estimó que Caracas contaba con 40.000 habitantes y no pocas perspectivas de seguir creciendo. No obstante, la Guerra de Independencia va a signar otro derrotero. Estos tres primeros capítulos comprenden todo el período en que Santiago de León de Caracas fue la capital de la Provincia de Venezuela y luego la capital de la Capitanía General de Venezuela, siempre dentro del llamado período colonial.

El segundo período de este trabajo, “La urbe republicana (1811 a nuestros días)”, está compuesto por siete capítulos. El primero, “La ciudad independentista y la republicana (1812-1870)”, recoge las vicisitudes del siglo XIX, con las dos calamidades de las guerras de independencia y federal, que tanto perjudicaron el desarrollo de la ciudad. En el segundo capítulo se revisa el punto de inflexión que supuso la era de influencia política de Antonio Guzmán Blanco (1870-1888), cuando por primera vez Caracas experimentó cambios de notable importancia. El tercer capítulo se centra en la Caracas finisecular (1888-1899).

En el censo oficial de 1891 Caracas contaba con 72.429 habitantes, y en el censo oficial de 1920 apenas había subido a 92.212 habitantes. Veremos entonces cómo entre el censo de 1950, que arrojó 693.896 habitantes y el de 1961, con 1.336.464, la población de la ciudad casi se duplicó en apenas 11 años. Luego, el crecimiento ha sido menor porcentualmente (1971: 2.183.935; 1981: 2.879.468; 1990: 2.994.062) y, aunque algunos no lo crean, el crecimiento porcentual de Caracas en comparación con otras ciudades del país ha disminuido notablemente.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadísticas), para el año 2011 en los cinco municipios que integran la ciudad (Libertador, Sucre, Baruta, Chacao y El Hatillo), suman 3.055.000 habitantes. Naturalmente, esto no incluye Guarenas-Guatire; los Altos Mirandinos ni los Valles del Tuy, poblaciones interconectadas con la capital y cuyos habitantes suelen trasladarse a diario al valle de Caracas.

El cuarto capítulo se titula “La ciudad premoderna (1899-1935)” y comprende los gobiernos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, etapa en la que el crecimiento de la ciudad fue reducido en comparación con el número de años que transcurrieron. El quinto capítulo es el del gran crecimiento de la ciudad, se titula “La Caracas moderna (1936-1979)”. En estos años se construyó más que en todos los siglos anteriores, y la anatomía de la urbe cambió por completo, incorporándose a la modernidad. Para articular el capítulo lo subdividí en administraciones de gobierno: gobierno de Eleazar López Contreras (1936-1941), gobierno de Isaías Medina Angarita (1941-1945), primer gobierno de Rómulo Betancourt y el de Rómulo Gallegos (1945-1948), gobierno de Carlos Delgado Chalbaud (1948-1950), gobierno de Germán Suárez Flamerich (1950-1952), gobierno de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958), la transición de 1958 (Wolfgang Larrazábal y Edgar Sanabria), segundo gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964), gobierno de Raúl Leoni (1964-1969), gobierno de Rafael Caldera (1969-1974), y gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979).

El sexto capítulo se titula “La renovación urbana del Metro de Caracas (1979-1989): la Caracas peatonal” y recoge los años en que el avance de las líneas del Metro de Caracas democratizaron los espacios y, además, sembraron una cultura ciudadana notable. El período comprende los gobiernos de Luis Herrera Campíns (1979-1984), y el de Jaime Lusinchi (1984-1989). El séptimo y último capítulo abarca los años recientes: “La ciudad de los alcaldes y los centros comerciales” (1990-2023), cuando la municipalización de la urbe trajo consecuencias importantes en diversos aspectos, como veremos entonces.

Debemos señalar que la bibliohemerografía caraqueña es abundantísima, (como lo prueba la aquí recogida), pero se cuenta con muy pocas historias generales o panorámicas de la capital de la República. Estudios parciales, sectoriales, epocales y puntuales abundan. Nosotros pretendemos una historia panorámica, en la que no se hallará la exhaustividad puntual, pero sí la visión de conjunto, tan necesaria como escasa en nuestro tiempo, cuando la especificidad está a la orden del día.

Por otra parte, aunque no es la geografía uno de los objetos de nuestro trabajo, conviene referir la autoridad del notable geógrafo Pablo Vila, quien ubica en el período cretáceo la formación del valle de los toromaimas. Afirma Vila: “A grandes rasgos, se puede decir que sus terrenos estuvieron bajo las aguas del mar, como lo prueban los esquistos calizos de La Vega y los conglomerados que asoman en un recodo de la carretera de La Mariposa. Dichos terrenos se formarían hace unos 140 millones de años, es decir, durante el período cretáceo” (Vila, 1991: 160). Luego, refiere la orografía que se formó con el río Guaire como eje, y la cuenca de 20 kilómetros de largo donde fue creciendo la ciudad desde su fundación hasta nuestros días.

Perspectivas finales

El hombre comenzó a vivir en ciudades hace muchos años. El registro más antiguo que se tiene hasta ahora es el de Catalhöyük, en Turquía, de hace 10.000 años. En Europa, Tebas fue fundada en el siglo VII a.C. En América la historia es más reciente, incluso en el caso de la América prehispánica. Cholula, en México, se estima fue fundada en el siglo II a.C.

La primera ciudad fundada por los españoles fue Santo Domingo, en 1496, y en Tierra Firme continental fue Nombre de Dios en Panamá, en 1510. En Venezuela fue Cumaná, cuyos primeros asentamientos urbanos datan de 1514, pero su asentamiento es de 1521.

Ya después, la sucesión de fundación de ciudades en Venezuela es la siguiente: Coro (1527), Maracaibo (1529), El Tocuyo (1545), Barquisimeto (1552), Valencia (1555), Trujillo (1558), Mérida (1558), San Cristóbal (1561), La Asunción (1562) y, finalmente, Caracas (1567).

Para cuando se funda la capital de la futura Capitanía General de Venezuela (1777), en el continente ya habían sido creadas casi todas las capitales de virreinatos, capitanías y futuras repúblicas. ¿Por qué fue así? Quedó explicado en el primer capítulo de esta historia. Toda una aventura fundacional encabezada por el alcalde de Barquisimeto: Diego de Losada y sus huestes.

Los siglos XVI y XVII para Santiago de León de Caracas fueron de un lento crecimiento, entre las amenazas piratas, las plagas y un terremoto severo, así como los pleitos entre el poder civil y el eclesiástico. Cuando termina el siglo XVI la ciudad tiene 2.000 habitantes, un siglo después, en 1700, cuenta con 6.000 personas.

El siglo XVIII ya presenta algunas alegrías, en medio de los mismos desafíos piratas, plagas y terremotos de la centuria anterior, el cultivo del cacao, el cuero y, finalmente, el café, hacen de la ciudad un pequeño emporio de riqueza agrícola y pecuaria, con crecimiento poblacional y cierto cosmopolitismo, dada su condición de cuasipuerto que tiene Caracas. Eso fue lo que Humboldt registró en 1800 y lo que la investigación de Michael McKinley certifica con data valiosa, en 1992.

En el censo oficial de 1796 la ciudad tiene 35.000 habitantes, Humboldt le calcula 40.000, es un hecho notable su crecimiento y prosperidad. Lamentablemente, entre la guerra de independencia y el terremoto de 1812 los daños patrimoniales y humanos de la ciudad fueron enormes. En particular, lo que significó para sus habitantes la terrible emigración al oriente del país (1814), huyéndole a las fuerzas de Boves que ya habían pasado por las armas a decenas en Valencia.

Le tomó años, décadas, a la ciudad retomar la senda del crecimiento; lento proceso detenido por la nefasta coyuntura de la Guerra Federal (1859-1863). Todavía en 1870, cuando comienza a gobernar Antonio Guzmán Blanco, los viajeros reportan con asombro los estropicios del terremoto de 1812, las ruinas que todavía no han podido ser reconstruidas.

Con Guzmán Blanco se produce la primera gran reforma de la ciudad, la segunda será la del sistema vial entre 1952 y 1979, y la tercera la construcción del Metro de Caracas, entre 1983 y 1996. Con Guzmán la ciudad se modernizó con criterios urbanísticos franceses, y se construyeron edificios principales (Palacio Federal Legislativo), bulevares, el primer parque urbano (El Calvario) y cerca de una decena de puentes que permitieron el desarrollo de la ciudad, salvando el escollo de los ríos y quebradas que la constreñían.

Pasados los 18 años de influencia de Guzmán, la ciudad ralentiza su crecimiento, pero anuncia su futuro en El Paraíso, la primera urbanización de la ciudad (1895), trazada y construida por empresarios privados. Luego, entre 1927 y 1928 Juan Bernardo Arismendi y Luis Roche construyen El Conde y San Agustín del Norte y del Sur, y los aficionados incipientes del golf, el Caracas Country Club (1928). En estas postrimerías de la dictadura de Gómez se inauguran varias urbanizaciones, siguiendo el esquema espontáneo: una vieja hacienda de café o de caña, sus dueños la venden o la urbanizan ellos mismos.

Con el gobierno de López Contreras regresa la modernidad olvidada después de Guzmán Blanco y se concibe un proyecto de desarrollo: el Plan Rotival. También comienzan a llegar los inmigrantes españoles huyéndole a la Guerra de España (1936-1939). En estos años entra en la escena urbana un planificador fundamental: Leopoldo Martínez Olavarría, quien tuvo los hilos en la mano entre 1936 y 1957, e incluso hasta comienzos de los años setenta. Fue el primer director de la Comisión Nacional de Urbanismo, creada en 1946.

Durante la década militar (1948-1958) se construyeron las primeras grandes avenidas y el Banco Obrero intensificó su labor constructora. En 1952 se redactó el plan Regulador de la ciudad, y Pedro Pablo Azpúrua, como ingeniero municipal, tuvo señalada importancia en esta coyuntura que definió las líneas gruesas del futuro vial de la ciudad. Entonces, influyó mucho Francis Violich para que el signo de la urbe cambiara de la planificación radial francesa a la construcción de autopistas, a partir de 1951.

Entre 1953 y 1979 los sucesivos gobiernos construyeron las autopistas y varias de las avenidas centrales de la ciudad (muchas se construyeron entre 1949 y 1953). Es decir, en 26 años se construyó la infraestructura vial expresa, que facilitó la construcción de urbanizaciones por parte de la empresa privada, y se levantaron las viviendas, en su mayoría gracias a la Ley de Crédito Hipotecario y, también, a la labor constructora del Estado, a través del Banco Obrero y el Centro Simón Bolívar.

A partir de 1979, el gobierno de Luis Herrera Campíns concentra sus esfuerzos en la construcción del Metro de Caracas, e inaugura la Línea 1 en 1983; este proyecto había comenzado en el gobierno de Leoni, siempre con el ingeniero José González Lander encabezando una empresa modelo de gerencia pública hasta 1999, cuando comenzó su triste declive.

A partir de 1989 y la Ley de Descentralización Política y Administrativa, durante el segundo gobierno de Pérez (1989-1993), la ciudad comenzó a elegir a sus alcaldes y la obra urbana tuvo a otros protagonistas, además del gobierno central. También la construcción de centros comerciales y viviendas se intensificó notablemente entre 1989 y 1999.

A partir de 1999, el ritmo de crecimiento del Metro de Caracas se redujo y el énfasis a partir de 2011 estuvo puesto en la construcción de viviendas en lugares puntuales, por parte del Estado, en Fuerte Tiuna y Ciudad Caribia, siempre dentro del programa de la Gran Misión Vivienda.

Las cifras aportadas por los especialistas en demografía, citados anteriormente, revelan que la ciudad, en términos generales, ha dejado de crecer y, en algunos casos, padece crecimiento negativo. Por supuesto, en estas cifras no se contempla el crecimiento de la población en Guarenas-Guatire, los Valles del Tuy y los Altos Mirandinos. Trío de enclaves estrechamente vinculados con la capital.

Cuando comparamos el crecimiento de Caracas con el de Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, Ciudad Guayana y el eje Barcelona-Puerto La Cruz, advertimos que el de la capital ha sido menor. Es de preverse que en algunos años varias de estas ciudades superan a Caracas en número de habitantes. La verdad es que desde siempre las condiciones geográficas y topográficas del valle de los toromaimas han puesto un límite a su crecimiento; por ello la hemos visto crecer hacia arriba y hacia abajo. Por supuesto, esperamos tiempos mejores para nuestra amada ciudad. Vendrán.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!