Guillermo Meneses (1911-1978) / Wikipedia

Por ARLETTE MACHADO

De la presentación de José Balza: 

“Arlette Machado nos explica génesis y metodología inventadas para lograr su finalidad. Por el calibre de las fuentes consultadas, por la finalidad de la investigadora a su tema, este libro sobre Guillermo Meneses se hace desde hoy imprescindible para comprender al narrador y a una vasta área de la historia y la cultura venezolanas contemporáneas.

Por otra parte, Arlette Machado ha realizado un texto absolutamente meneseano: tanto por su tema (el surgimiento de un artista, su complejo desarrollo, el profundo pulso con que asume la creación: para concluir siendo uno de los destinos más lacerados de su generación), como por la composición del propio autor, a través de documentos, entrevistas, cartas y amigos y de intelectuales de su momento, el libro alcanza una precisión aturdidora: que ajusta y desenfoca instantes, períodos, con caleidoscópica certeza, hasta revelar, no sólo el tránsito vital de un hombre, sino ciertas claves indirectas de la escritura meneseana”.

Del capítulo Un deicida a la cárcel

“En el tercer año había comenzado a cambiar. Antes se había distinguido por estudioso e intachable. De fondo religioso. Pero el último año se ensimismó demasiado debido a la cantidad de libros que leía” (Padre Corta)

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Y seguramente al trabajo político clandestino que había empezado a desarrollar entre algunos de sus compañeros.

El Guillo es uno de los menores, no ha cumplido aún los dieciséis años. Pero sabe perfectamente la significación del compromiso.

“… Estaba cierto que, al poner mi nombre bajo aquel texto, estaba realizando un acto por el cual me unía a la suerte de muchas gentes cuyo destino había ignorado mientras estuve refugiado en la Ciudad de Dios y mientras me dedicaba, exclusivamente, a analizar y saborear el sentido de mis pequeños actos de adolescencia”. (Guillermo Meneses: El Falso Cuaderno de Narciso Espejo).

Del capítulo La balandra se hace a la mar

En cuanto a las inquietudes literarias, lecturas, influencias permitámosle al propio Meneses resumirlas:

“Por los años 50 estábamos los jóvenes dentro de lo que considerábamos la vanguardia. Nos empapábamos de todo lo que nos hacía pasar Madrid (sobre todo a través de la Revista de Occidente). Ese Madrid de entonces estaba en sana relación europea, de tal manera que no nos extrañó lo francés, lo alemán, lo italiano, lo yanqui, que recogía para la revista Ortega. Leíamos a Mann, a Huxley, a Faulkner, a Jung, a Hesse, a Hauptman, sin olvidarnos de Proust y sin abandonar a Zola, a Quiroz, a Dostoievski, a Balzac y a nosotros mismos. Vivíamos dentro de lo que hoy se llama contemporaneidad, estábamos entusiasmados con lo que sucedía en el mundo. Sin embargo, sucedió que apareció  Doña Bárbara y los libros siguientes de Gallegos. Nosotros teníamos lecturas venezolanas de mucho respeto: conocíamos bien lo que habían  hecho escritores tan dispares como Díaz Rodríguez y José Rafael Pocaterra y nos habíamos acercado igualmente, aunque con menor interés, a Urbaneja Achelpohl. Estimábamos a Gallegos −el de La Trepadora en especial− y sus triunfos en España nos colmaron de alegría y entusiasmo. Así lo estuviéramos viendo como rezagado ante los nuevos movimientos, entendíamos que su idioma se había enriquecido al contacto con el mundo español y sabíamos que lo que podía pasar por oratoria anti-novelesca, estaba metido dentro de una prosa rica y bien trabajada.

Además apareció entonces Las lanzas coloradas de hombre tan cercano como Arturo Uslar Pietri, tanto en Gallegos como en Uslar quisimos observar cómo lo que teníamos por criollismo podía lograr formas que lo unían a las nuevas tendencias literarias. Por ese tiempo escribí  yo Canción de negros, La Balandra Isabel llegó esta tarde, Adolescencia y Campeones. (Meneses, Guillermo: Diez cuentos. Prólogo).

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Cuando Meneses publica sus primeros relatos “Juan del cine” (1930), “Adolescencia” (1934), y “La Balandra Isabel llegó esta tarde” (1934), además de Canción de negros, su primera novela, ya en Venezuela se conocen textos de Pocaterra, Rómulo Gallegos, Julio Garmendia, Enrique Bernardo Núñez y Arturo Uslar Pietri. No estamos, por lo tanto, ante nuevas exploraciones temáticas, o tentativas innovadoras en cuanto al estilo o la escritura.

Para la familia Meneses-Amitesarove la publicación de La Balandra resulta ofensiva. Doña Tula manda a comprar toda la edición (Edita Pino), y la hermana menor de Guillermo le responde a Caracciolo Rivas, quien la detiene en la calle para felicitarla por el cuento del hermano, que en su casa no se leen semejantes inmundicias. (Caracciolo Rivas)

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A Guillo se le recuerda como uno de sus orientadores: “Meneses pertenece más al 36 que al 28. Forma parte de una generación intermedia. Participó en todos los pasos previos que se dieron para la orientación y organización del movimiento popular. No actuó en condición de dirigente político. En todo momento era el intelectual que seguía de cerca los acontecimientos, totalmente ligados a ellos”. (Jóvito Villalba)

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“Entre la dueña de la pensión y Guillermo surgió una provocación erótica. En las noches cuando salía al baño, ella lo incitada desde su cuarto, completamente desnuda. La relación no llegó a culminar porque una noche, Guillermo la vio masturbando al más pequeño de sus hijos”.

“Algunos años más tarde, la mujer de la pensión, a quien yo conocí, me contaba que siempre estaba impecablemente vestido y llevaba una esclavita en el brazo”.

“Recordaba, además, que nunca lo vio bañarse en el mar”.

“Ya cuando Guillermo estaba enfermo, y le hicimos un homenaje en el INCIBA, él me confesó, que ella se había convertido en una especie de obsesión. Que nunca la pudo olvidar”. (Alfredo Armas Alfonzo)

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Del capítulo Desilusión y vértigo

En cuanto a la interrogante que nos plantea Juan Liscano sobre la causa del alejamiento de Meneses de un movimiento como ORVE que contiene ya en germen el Partido Democrático Nacional (PDN), núcleo original de la que es Acción Democrática a la cual Meneses combatirá sin cesar, debo confesar que se trata de uno de los secretos mejor guardados. No lo saben sus amigos más cercanos de esa época, tampoco quien fue su esposa, y, ninguno de los líderes de Acción Democrática a quienes me acerqué pudo darme la información. Pedro Beroes, incluso cuenta que en la oportunidad él se lo planteó al mismo Guillermo, pues veía como una incongruencia el hecho de que se alejara precisamente de quienes eran sus verdaderos compañeros. Alfredo Armas Alfonzo especula sobre una posible rivalidad literaria con Gallegos, e Inocente Palacios, un poco en son de chanza, dice que seguramente pudo prever hacía lo que derivaría este partido en los años por venir.

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“Al avanzar en su conocimiento, descubrí que la ironía podía ser en Guillermo, una manifestación de encubierto cariño, y que su verdadera arma contra los “enemigos” era la indiferencia, el mutismo o el mirarlos sólo con su ojo extraviado. Según pude yo verlo, Guillermo era algo así como un místico desesperanzado y sometido permanentemente a dos impulsos: creer o extremar su duda. Y ese conflicto se resolvía en la literatura, en la que sí creía sin intermitencias”. (Miguel Arroyo)

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En 1944 ocurre un acontecimiento importante. El solitario andariego, el que un día le respondiera a su padre, quien le urgía a formar pareja, que él era demasiado imperfecto para buscar multiplicaciones” (Julio Báez Meneses), de repente y con una velocidad propia de los seres impulsivos, decide casarse en diez y siete días.

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“Un día fui a comer al Majestic. En la barra estaba Liscano y Guillermo. Juan nos presentó. Nos impresionamos mutuamente en el primer contacto amistoso. Días después, en carnavales, nos encontramos. Desde ese momento no nos volvimos a separar. En diecisiete días nos casamos”. (Sofía Imber)

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“Se casaron en forma espectacular. Recuerdo que me llamaron de emergencia al Hospital de Niños. Casi choco en el camino con la impresión de la noticia. Cuando llegué estaban rodeados de algunos amigos festejando el acontecimiento”. (Lya Imber de Coronil)

Del capítulo Al encuentro de París (“Una nube roja me anda rondando”) 

“Un día llegaron a mi casa a conversar conmigo y me contaron que les habían ofrecido un cargo diplomático en París. Yo vi tan entusiasmado a Guillermo y me daba cuenta que no había tenido nunca la oportunidad de ir a Europa, que no podía ponerme como el Caballero Bayardo. Aunque les hablé del pro y del contra, no me atrevía a aconsejarles que no lo hicieran”. (Arturo Uslar Pietri)

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“El aceptó el cargo diplomático, porque Sofía lo impulsó a hacerlo. Frente a ella era de gran debilidad”. (Josefina Juliac de Palacios)

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“A Guillermo no le preocupaba lo que pudiera decirse, porque tenía un gran deseo de conocer el ambiente europeo. Su salida constituyó una especie de exilio dorado, que él aprovechó para hacerse sentir en el medio intelectual europeo, el cual le interesaba mucho, sobre todo por lo que se estaba preparando a través de los planteamientos de Sartre y que culminó con el movimiento existencialista”. (Mateo Manaure)

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“Con sus íntimos criticaba a Pérez Jiménez. Y su actitud, que fue la de no asumir ninguna de las responsabilidades del gobierno y dedicarse con todo entusiasmo y vigor creador a su obra, le permitió pasar cerca del pantano, sin salpicarse”. (Josefina Juliac de Palacios)

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“Sin hacer alarde, de repente nos asombraba con demostraciones de lo mucho que sabía y con la profundidad de sus reflexiones”. (Lya Imber de Coronil)

Del capítulo La expiación

Sin embargo, la generosidad del venezolano y su peculiar sentido de justicia entran en juego. Meneses sólo se había hecho sentir en su cargo diplomático, para ayudar a los amigos, y como personaje nucleador de escritores y pintores que vivían o llegaban a Europa. Su espíritu, francamente democrático y su humana actitud, tenían que proyectarse en una retribución de la misma índole: “Yo creo que si hubo algo inteligente por parte de la izquierda, fue el no darle mayor importancia a la vinculación circunstancial de Meneses al régimen de Pérez Jiménez. Podría asegurar que no tuvo carácter político. Meneses era un hombre que se engalletaba haciendo la cuenta de los gastos diarios. No me lo imagino elaborando un informe al Ministerio de Relaciones Exteriores. Los intelectuales se dieron cuenta que nada tenían que cobrarle”. (Nedo)

Del capítulo La escritura meneseana

“Yo prefiero decir que estoy presente en los crepúsculos, en los cielos encendidos de la ciudad donde nací, en las luchas que un niño llamado Narciso Espejo realizó contra los fantasmas que lo rodean. Prefiero dejar mi nombre en edificios de eternidad, en lo efímero de siempre, en la permanencia que sólo dura un instante.” (Guillermo Meneses: El Falso Cuaderno de Narciso Espejo. p 378.)


*Asedio a Guillermo Meneses. Arlette Machado. Monte Ávila Editores. Venezuela, 1980.


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