José del Rey Fajardo | El Ucabista

Por MANUEL ALBERTO DONÍS RÍOS

No resulta sencillo desarrollar en pocas líneas la extensa obra historiográfica del P. José del Rey Fajardo sj, venezolano nacido en Zaragoza en 1934, historiador, investigador, ensayista, bibliógrafo y compilador, con un Doctorado en Letras otorgado por la Universidad de los Andes (Mérida) en 1969; y un segundo Doctorado en Humanidades y Filosofía concedido por la Universidad javeriana (Bogotá) en 1979.

El P. del Rey es un historiador que ha sabido descubrir y aprovechar las fuentes documentales de primera mano de los seguidores de Ignacio de Loyola, que vivieron en la Provincia jesuita del Nuevo Reino de Granada en el Siglo XVIII, de la cual formó parte el territorio venezolano, particularmente la Orinoquia. Es inapreciable el acopio de información contenida en sus descripciones ambientales, datos etnográficos, narraciones, observaciones de geografía humana, lingüística, educación, etnohistoria, filología y mucho más.

Véase sobre el particular algunos de sus títulos publicados: Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la América, por Joseph Cassani. Estudio Preliminar y anotaciones al texto (1967).  Filósofos y Teólogos Jesuitas en la Venezuela Colonial (1974). Los jesuitas y las lenguas indígenas venezolanas (1981). Estudios para una historia venezolana de la linguística indígena (2012). La Aculturación Misional en la Orinoquia. Del Poblado Indígena a la Reducción-Municipio (2018).

 

Advertimos que sólo referiremos parte de los libros y monografías publicadas, dejando de lado artículos en revistas, ponencias y conferencias.

A lo largo de su vida el P. Del Rey ha ocupado diversos cargos. Nos toca muy de cerca el que haya sido director del Instituto de Investigaciones Históricas P. Hermann González Oropeza, S.J de la Universidad Católica Andrés Bello. Buena parte de la extensa bibliografía producida por los investigadores del Instituto (Pablo Ojer, Hermann González S.J. y el propio José del Rey, entre otros) se refiere a la Historia Territorial de Venezuela y particularmente a la Provincia de Guayana. La entidad se ha estudiado desde su creación en la segunda mitad del Siglo XVI a través de las fuentes documentales, abarcando los protagonismos histórico, cultural, social y económico, su relación con las órdenes religiosas (Jesuitas y Capuchinos Catalanes), sin olvidar su significación política-territorial en la historia de Venezuela.

A continuación, un breve recuento histórico de la presencia de los jesuitas en la Provincia de Guayana entre los años 1625-1767, plasmado por el P. Del Rey en su obra historiográfica.

Los primeros pasos se dieron en el año 1625 en los llanos neogranadinos, pero fue en 1646 cuando los padres Andrés Ignacio y Alonso Fernández llegaron a Santo Tomé, la capital de Guayana. Véase:  Entre 1646 y 1731 la Compañía de Jesús trató de aferrarse al Orinoco, pero fue en 1731 y con el P. José Gumilla, convertido en el motor impulsor del cambio ocurrido en Guayana a partir de entonces, cuando los esfuerzos por vitalizar a los seguidores de Ignacio de Loyola tomaron una nueva orientación.

Véase: Documentos Jesuíticos relativos relativos a la Historia de la Compañía de Jesús en Venezuela (Tomo I: 1966. Tomos II y III: 1974). Fuente para el estudio de las Misiones (1970). Aportes jesuíticos a la Filología Colonial venezolana (1971). Misiones Jesuíticas en la Orinoquia, Tomo I: Aspectos Fundamentales (1977). Fuentes para el estudio de las Misiones jesuíticas en Venezuela 1625-1767 (1988). La expulsión de los jesuitas de Venezuela 1767-1768 (1990). José del Rey Fajardo y otros: Misiones Jesuíticas en la Orinoquia (1992). Biobibliografía de los jesuitas en la Venezuela colonial (1995). Una utopía sofocada: Reducciones jesuíticas en la Orinoquia (1996). José del Rey Fajardo y Daniel de Barandiarán: Agustín de Vega, sj. Noticia del Principio y Progresos del establecimiento de las Misiones de Gentiles en el Río Orinoco, por la Compañía de Jesús (2000). Los jesuitas en Venezuela, T. III: Topo-historia (2011). Los jesuitas en Venezuela. T. IV: Nosotros también somos gente. Indios y jesuitas en la Orinoquia (2011). Historiografía jesuítica en la Venezuela Colonial (2018). Los Hombres de los Ríos. Jesuitas en Guayana (2019).

Fue José Gumilla quien, dentro de unas coordenadas predominantemente colonizadoras y militares, buscó un remedio radical para curar los males que afectaban la cuenca del Orinoco, considerando, con razón, que las llaves del corazón de Venezuela estaban en las bocas de nuestra gran arteria fluvial. Del Rey se ha convertido en su biógrafo por excelencia y ha recopilado y publicado el repertorio bibliográfico más completo hasta la fecha de Gumilla, resumiendo en un volumen: José Gumilla. Escritos Varios (1970), la obra dispersa del ilustre jesuita, que incluye biografías, memoriales y epístolas que se proyectan en diversas áreas del conocimiento: historia, geografía, cartografía, antropología, lingüística, filología y otros aspectos.

Véase: El Orinoco Ilustrado (1741), libro de Gumilla que tuvo como objetivo inmediato promover el desarrollo de Guayana mediante una política de inmigración y libre comercio. Incluye valiosa información sobre historia natural, civil y geográfica del río y sus afluentes; sus pobladores originarios; animales y plantas, entre otros aspectos. En la edición de 1745 se agregó al título la palabra “defendido”, leyéndose El Orinoco Ilustrado y Defendido.

En el bajo Orinoco la fortificación del río se había convertido en casi una obsesión. Gumilla centró la defensa de Guayana en el sector de Santo Tomé, hacia la entrada del río y creyó conseguirlo con el fuego cruzado de los cañones de los reductos por construirse, no tan atrás como muchos querían, en la isla Fajardo, sino en la desembocadura del Caroní. De esta forma se lograría una defensa efectiva con el menor gasto para la Corona, cubriéndose las misiones capuchinas catalanas e impidiéndose el paso de extranjeros al interior de las provincias de Cumaná, Caracas y el Nuevo Reino de Granada.

Gumilla contempló cuatro temas fundamentales: la promoción de la Orinoquia, el desarrollo del comercio y el fomento de una inmigración fructífera, el reclutamiento de misioneros; y la solución al problema de las incursiones caribes. Se volvió imperioso poblar el curso bajo del Orinoco y para lograrlo se pensó en una inmigración seleccionada que debía asentarse inicialmente en la isla de Trinidad para luego rebasar “aquel vasto y despoblado terreno” de Guayana. Era necesario un mestizaje revitalizador. Véase: José Gumilla y la Historia Territorial y Social de la Orinoquia. Siglos XVII y XVIII (2008).

Con su proyección hacia el Orinoco los jesuitas abrieron una nueva perspectiva económico-misionera que emplazaba el centro de gravedad en Santo Tomé de Guayana y en la isla de Trinidad, eliminándose la dependencia de Santa

Fe de Bogotá. Con el aval y apoyo del obispo de Caracas, José Félix Valverde, los seguidores de Ignacio de Loyola consiguieron verter hacia territorio venezolano su desarrollo misional y poblacional. Fue el obispo quien presentó al padre general un proyecto para iniciar en Venezuela una provincia jesuítica autónoma. Esta proyección centralizadora en torno a Caracas había sido asumida por Gumilla las dos veces que visitó esta ciudad entre 1736 y 1739. Véase: Entre el deseo y la esperanza: Los jesuitas en la Caracas colonial (2004).

No obstante, en el ámbito jesuítico Venezuela siguió dependiendo de la provincia del Nuevo Reino de Granada y la penetración misional jesuita tuvo que realizarse a través de los llanos del Casanare y del Meta; y por la cordillera andina, con la ciudad de Mérida como núcleo urbano. En 1628 se fundó el Colegio de Mérida, abriéndose “las posibilidades de expansión cultural hacia Maracaibo por una parte (y se) insinuó por la otra la atracción de Caracas pasando por Trujillo y Coro”. Véase: José del Rey Fajardo y Edda Samudio: Virtud, letras y política en la Mérida colonial (1996).  José del Rey Fajardo, Edda Samudio y Antonio Briceño: El Colegio San Francisco Javier en la Mérida colonial, germen de la Universidad de Los Andes (VII volúmenes), 2003. Virtud y Letras en el Maracaibo hispánico (2003).

La semilla produjo sus buenos frutos en Guayana. Entre 1744-1749 la historia de la Orinoquia se enriqueció con tres grandes acontecimientos realizados por jesuitas: 1) La publicación en Madrid del Orinoco Ilustrado. 2) El descubrimiento del caño Casiquiare por el P. Manuel Román en 1744, comunicación fluvial que permite la comunicación entre las cuencas del Orinoco-Amazonas; 3) El mapa de la región Orinoco-Amazonas elaborado por el P. Bernardo Rotella entre 1745 y 1747, primer testimonio cartográfico del Orinoco en su origen guayanés y no andino.

Del Rey ha estudiado la obra inédita de Manuel Román (1696-1764), en su mayor parte informes, memoriales y cartas dirigidas a las autoridades civiles y eclesiásticas. Igual ha hecho con Bernardo Rotella (1700-1748), quien con sus escritos y su  mapa del Orinoco – Amazonas elaborado en Cabruta entre 1745 y 1747, diseñó “una  concepción geopolítica y geomisional de la Provincia de Guayana” en esos años difíciles caracterizados por el enfrentamiento con la alianza caribe-holandesa que destruía los pueblos y frenaba la labor misionera más allá de los raudales del Orinoco.

El mapa de Rotella produjo una verdadera revolución cartográfica al ofrecer una nueva visión de nuestra arteria fluvial, que dejó de ser amazónico para hacerse guayanés al nacer en el gran lago mítico de Parima. Al incorporar a la cartografía el caño Casiquiare, descubierto por Manuel Román en 1744, “echó abajo la última y dilatada cosmovisión bisecular del Orinoco, naciendo, gemelazo, en los Andes quiteños junto al Amazonas”.

Del Rey valoró el trabajo de Rotella en el Orinoco: “En realidad, siempre fue un infatigable caminante y acucioso observador de los hombres que habitaban la Orinoquia y (por ello) se puede asegurar que pocos hombres en la Orinoquia podían presentar en 1747 mejores credenciales para plasmar esa historia de su geografía humana e hidrológica como la que recoge Bernardo Rotella en el Mapa”.

Igual ha hecho con el P. Felipe Salvador Gilij (1721-1789), autor de Ensayo de Historia Americana, o sea Historia Natural, Civil y Sacra de los Reinos y de las Provincias Españolas de Tierra Firme en la América Meridional (Roma, entre 1780-1784). Consideramos que  Gilij  fue el autor de la obra más completa escrita  por los jesuitas de la Orinoquia. Fue testigo presencial del auge del Orinoco entre

1749-1767, después de haber conocido y convivido con los actores históricos de ese momento, como Superior de la Misión (1761-1765); por sus conexiones con la Comisión de Límites; por sus largas horas de estudio, observación y análisis en la misión de la Encaramada.

Como jesuita, Del Rey está convencido de que a través de la educación se obtendrá el verdadero cambio social, económico, moral y religioso que necesita el país. Educación y generación de cultura deben “correr paralelas pues eran (y son) la única garantía para mantener estable la deseada reducción ordenada (y el país que queremos hoy)”. Véase: La pedagogía jesuítica en Venezuela (1991). Las Bibliotecas Jesuíticas en la Venezuela Colonial (1999). Fuentes documentales de la Paideia Jesuítica (2018).

La estrecha relación entre los jesuitas y Guayana se mantiene viva. Fueron expulsados de España y su imperio ultramarino por Carlos III en 1767 pero a partir de 1957 el P. Gonzalo Palacio de Borao inició en Puerto Ordaz una escuela artesanal a la que puso por nombre Padre Gumilla. Se iniciaba de nuevo la historia. Hoy la UCAB-Guayana es una realidad. La Compañía de Jesús ha regresado a Guayana. Véase: Expulsión, Extinción y Restauración de los Jesuitas en Venezuela, 1767-1915 (2014).

El P. José del Rey ha asumido como propia una frase del P. Gumilla: La sembré y creció. La semilla se transformó en un frondoso árbol y ha dado sus frutos y su obra historiográfica lo demuestra con creces.

Sirvan estas líneas como un homenaje a su larga y fructífera labor como investigador y docente.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!