Alonso Moleiro | Guillermo Suárez

Por ALBERTO BARRERA TYSZKA

Los venezolanos llevamos años preguntándonos qué pasó, cómo pudimos llegar hasta el punto en donde estamos. Esa interrogante permanece abierta, dentro y fuera de nuestro mapa, como una angustia constante, como parte de una tragedia que a veces todavía nos parece increíble. Esa búsqueda insistente de alguna respuesta es, también, una forma de resistencia, una manera de luchar contra un poder que está empeñado en borrar las preguntas, en imponer una sola interpretación y una única versión de la historia.

Este libro existe para enfrentar —desde la complejidad y desde la pluralidad— el persistente esfuerzo chavista por destruir la memoria democrática del país.

Alonso Moleiro se ha destacado como periodista y como analista de esa marea confusa que llamamos la realidad. Lleva años informando y pensando el país, ayudándonos a verlo, a contarlo, a discernirlo. No es una faena sencilla. Alonso combina con inusual destreza la curiosidad y la velocidad del reportero con la distancia y la calma del observador. Hijo del mítico líder de la izquierda venezolana Moisés Moleiro, Alonso, además, conoce a fondo y desde la intimidad de su propia historia la supuesta experiencia utópica que ilumina a la supuesta revolución bolivariana. Todo esto logra que su mirada sobre el país ofrezca siempre una particular lucidez, donde se mezclan el dato periodístico, la investigación, el razonamiento, la experiencia y la propia inquietud personal. La nación incivil es, sin duda, un excelente resultado de este ejercicio.

Alonso Moleiro nos propone revisar nuestra reciente historia política tomando como clave el Caracazo: “El 27-F —sostiene la premisa de este libro— constituye el verdadero certificado de nacimiento de la antipolítica como fenómeno social”. Pero Moleiro —y creo que esto es un punto esencial de su trabajo— no solo nos propone examinar los acontecimientos sino que va más allá: ordena y analiza también la historia de la interpretación de esos acontecimientos. De manera muy aguda, lleva al lector por el recorrido de la cambiante retórica sobre el llamado Sacudón, el tránsito que va de la sorpresa y el desconcierto de la revuelta de febrero de 1989 al mito moderno que utiliza el chavismo para legitimar su proyecto autoritario.

La nación incivil no rehuye las polémicas esenciales de muchos de los sucesos y circunstancias que han marcado todo este proceso: la actuación de Carlos Andrés Pérez y la crisis de su gobierno que terminó en su renuncia, la hipótesis de la supuesta planificación —con intervención extranjera, incluso— de las protestas y saqueos, el papel de los medios y de grupos de influencia como los Notables en el derrumbe del segundo gobierno de CAP… pero siempre los enfrenta para contraponerlos con la ausencia de interpretación y de narrativas que las instituciones y los partidos políticos de ese tiempo debieron ofrecer a la sociedad. Mientras, del otro lado, enclavado en nuestra profunda tradición militarista, el chavismo fue construyendo un relato que tergiversó y dotó de otro significado a lo sucedido. Lo sabemos gracias a Hannah Arendt: los hechos son más frágiles que los axiomas y las teorías de la mente humana.

En uno de los primeros ensayos sobre el chavismo, publicado a finales de la década de los noventa, Alberto Arvelo Ramos, en un reflexión además autocrítica, plantea asertivamente el error histórico de la izquierda venezolana cuando —una vez caída la dictadura de Pérez Jiménez— decidió ir a las guerrillas. Su cuestionamiento inaugura una línea que tiene mucho que ver con este libro: la izquierda optó por las armas, por una salida militar, justo cuando más tocaba construir el país civil, alimentar y fortalecer la experiencia ciudadana que hace posible que haya vida política y democracia.

Más recientemente, el también sociólogo Tulio Hernández ha insistido en esta lectura de la historia, subrayando que, a diferencia del resto de los países de América Latina, en Venezuela los militares y los guerrilleros —las dos fuerzas que habían capitalizado antagónicamente la violencia en la región— paradójicamente se unieron y conformaron un solo bloque, conquistaron el Estado y desde ahí ocuparon el espacio social e institucional y desmantelaron la democracia. Con La nación incivil Alonso Moleiro se suma a esta línea de interpretación y pone en perspectiva esta mirada, invitándonos a revisar todo el proceso, que va desde el Caracazo hasta la salvaje represión institucionalizada por Nicolás Maduro, como parte de la misma compleja pugna entre militarismo y civilidad.

Decía Todorov que, para cualquier totalitarismo, es una prioridad eliminar la memoria colectiva, ese espacio público, plural, donde pueden convivir e interactuar distintas versiones de la historia. El chavismo —desde su génesis— fue un movimiento militar con enormes aspiraciones autoritarias que, también desde muy temprano, convirtió la lucha contra la memoria en una de sus prioridades. Alonso Moleiro ha recorrido, registrado, sistematizado e interrogado todo este tránsito, este persistente impulso por cancelar cualquier otro relato y análisis de la historia, por distribuir e imponer su verdad.

Desde hace mucho, solemos darle vueltas a la misma pregunta que manosea Zavalita en el comienzo de Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa: ¿cuándo se jodió Venezuela? Probablemente existen muchas formas de contestar esa inmensa duda pero, con seguridad, este libro es una de las mejores posibles respuestas. Alonso Moleiro ha escrito un texto imprescindible para volver a mirar y repensar, de otra manera, lo que hemos vivido y aún estamos viviendo. Es un desafío a un poder que quiere hacer del olvido una nueva fiesta.


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