Estrada
Alfredo Silva Estrada, escritor, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1997. Ha publicado poemarios de títulos reveladores: De la casa arraigada, Cercos, Integraciones, De la unidad en fuga, Del traspaso, Literales, Acercamientos, Los moradores, Contra el espacio hostil, Dedicaciones y ofrendas y Por los respiraderos del día. En 1992, Monte Ávila editó una antología poética suya que reúne buena parte de su trabajo | Archivo El Nacional

Por BEATRIZ ALICIA GARCÍA             

Recientemente se cumplieron 10 años de la desaparición física de Alfredo Silva Estrada. Poeta, ensayista y traductor venezolano que vivió en la Poesía y para la Poesía. Junto con Juan Sánchez Peláez, en la década de los años cincuenta del siglo XX, marcaron la entrada de nuestra Poesía en la contemporaneidad; en tanto ambos poetas nos entregaron artefactos verbales que rompieron con la vocación intimista, romántica que había signado el género entre nosotros. Nos mostraron el poema como juego lúdico, a través del cual el lenguaje se expandía, alcanzando nuevas formas de aprehender lo real y lo sentido. La raíz genésica, creadora de lo poético. Silva Estrada, a través de su labor de traductor, dio a conocer entre nosotros importantes voces de la Poesía contemporánea en lengua francesa tales como Vahé Godel, Fernand Verhesen, Pierre Reverdy, Andreé Chedid. Y algunos de estos poetas, a su vez, tradujeron sus versos a la lengua francesa.

Recuerdo la lenta cadencia de su voz, su mirada perdida que parecía estar indagando en honduras. Una suerte de yogui de la Poesía.

Releo Acercamientos, compendio de su obra poética que publicó Monte Ávila Editores en 1992. Señala Rafael Castillo Zapata en el prólogo sobre su Poesía: «Asertiva por definición, ella pone a cumplir a la palabra la tarea primordial de fundar y refundar el mundo y hace patente, con ello, la evidencia de su capacidad regenerativa, su madera para ser, a fin de cuentas, el único asilo, el móvil maleable, ciertamente u-tópico, asilo del hombre en medio de las tierras baldías, los cielos asolados, las oscuras noches del alma de la modernidad». Ciertamente su Poesía, a través de sus imágenes apuesta, más allá de toda posible desolación, a la posibilidad siempre humana del renacer, de amar; sobre lo perdido, olvidado o negado, la posibilidad de imaginarlo, de hacerlo imagen, la Poesía como un pan que se comparte:

Raíz, nimbo de trizas.

Alborear en las grietas.

La clave de vacíos renueva su efusión.

Reír en lo quebrado.

Nuestra visión en quiebres concibe un nuevo sol

***

¿Cómo asir las canciones olvidadas?

                Luisa del Valle Silva

Si esa canción iluminó aquel día

Nos ilumina ahora

Aunque ahora la hayamos olvidado

Nos iluminan

En la concentración amorosa de aquel discreto azar

Sus voces espaciantes

                                               Memoria de unos labios

Con sed de asir las canciones que ascienden

Por los secretos hilos del amor

Contra los muros de estampidos

Así la podredumbre de la ciudad se borra

En este diario goce de inventarnos un aire

***

LA POESÍA

La Poesía desde el amanecer

Abrir esta ventana

Y celebrar el pan

Y nuestro amor con horizonte


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