"Cuando puede escribir, en los momentos de lucidez, piensa siempre que recibe algo" / Foto EFE

Por JACQUELINE GOLDBERG

A todos los lectores de Adam Zagajewski, o a casi todos, digamos, o a mí, en cualquier caso, nos interesa esa capacidad de su poesía de invocar lo sencillo, lo cotidiano, “la vida, el valor / frente a la sombra que se agranda”, eso que hace de su poesía “un camino real / que nos lleva hasta lo más lejos”.

Mucho he leído a Zagajewski como escritora buscando sus claves, sus secretos, un picón, un algo que me diga cómo se alcanza una poesía sencilla, elocuente, cercana, atemporal, a la vez sublime, de un lenguaje privilegiado e impecable.

He buscado una revelación, una confidencia. Algo que hable al oído. Su poética más allá de su poética, esa que está en algunos poemas y en las entrevistas que para fortuna nuestra se encuentran en castellano y son muy recientes, de cuando comenzó a publicar en España en la editorial en Pre-Textos, luego con Acantilado y de cuando recibió el Premio Princesa de Asturias en 2017.

“La poesía es búsqueda de resplandor”, apuntó en uno de esos textos que podemos asumir como su poética. Pero no es tan sencillo como quizás lo necesitamos sus lectores, los escritores que quisiéramos emularlo, copiarlo, escribir un poquito como él.

(…)

Hay varios “tipos de poesía” que a Adam Zagajewski no le interesan: la materialista, “que no posee elementos trascendentales ni expresa añoranzas”; la irónica, “que parte de la ironía y llega a la ironía”; la religiosa, “en la que falta a menudo el elemento de realidad”; la lingüística, “que se realiza dentro del lenguaje, a través de sus distintas modulaciones”.

Supongo que su desinterés por lo que llama una poesía lingüística es razón por la que no se detiene demasiado en una metapoesía, es decir, una poesía que habla de hacer poesía, como hacen muchos, como hacemos tantos. Lo hace, pero asumiendo que la poesía es un utensilio más para tocar la vida. Dice detestar “los poemas vacíos como meros juegos lingüísticos”. Dice que “el mensaje concreto es aburrido, no es poesía”. Dice en Asimetría (2017) que “cada poema tiene que hablar de la totalidad del mundo”. Dice que “escribir poesía es un espacio angosto entre el decir algo y no decirlo”.

Zagajewski persigue un equilibrio entre la vida y la tradición, entre un tono coloquial o conversacional y “un lenguaje superior”. Busca como un preciso funambulista una simetría entre el espacio de la percepción y la interioridad, entre la prosa del mundo y la poesía que “acecha en los ventrículos del corazón”.

Señalaba en una entrevista publicada en el diario La Razón en mayo de 2017, cuando viajó a Madrid para participar en un coloquio organizado por la Fundación BBVA sobre cultura europea: “No quiero que mi trabajo sea solo un eco de la tradición. Quiero que esté pegado a la vida, a lo que sucede en el mundo. Lo que observo es que hay un cierto peligro de que la poesía de uno se vuelva académica. No me gustaría que me sucediera algo así a mí. No quiero ser visto como un poeta de biblioteca, que escribe cosas que no tienen que ver con la vida real”.

De ahí que todo se refleje en su poesía: “la vida familiar, la amorosa, un partido de fútbol, la primavera, la fe”, la música que tanto le gusta (Chopin sobre todo), los museos, la pintura, sus poetas preferidos (esos que “no se han encontrado nunca”), sus poetas amigos, las ciudades en las que ha vivido, las ciudades por las que ha caminado, él mismo a través de varios autorretratos. Esto siguiendo los lemas más atractivos de su Generación del 68 o de La Nueva Ola: “Di la verdad” y “Habla claro”.

Con muchos peros se asume defensor “del estilo elevado” en un poema que titula En defensa de la poesía, etc. Defiende la poesía “pero también una tarde estival en un pueblo, / cuando huelen los jardines y los gatos están quietos / delante de las casas, como filósofos chinos”.

Sin embargo, aún asumiendo que el poema se hace para los demás, apunta que “el momento en que lo escribes no. Es solitario”.

En una entrevista en el 2015 con el diario español ABC, traía a colación aquello que dijera Sócrates de que la vida a la que no prestamos atención no vale la pena. Y para él lo mejor que la poesía ofrece, justamente, es que “nos permite prestar atención”. Sobre esto insiste: “La poesía, en sintonía con la poesía, nos hace que nos fijemos en la vida, reflejarla. Y cuando reflejamos la vida disfrutamos de dos vidas: la vida real, la vida empírica, y la meta-vida. Para esta atención, para esta reflexión la poesía resulta muy útil. Por supuesto que nos ayuda a evitar los desastres inherentes a la vida, pero los atenúa”.

Y ahondaba diciendo: “Vivimos en un mundo que está plagado de información, pero no de significado, no de sentido. Creo que los  tratan de hallar un sentido a todo esto, como los filósofos, como algunos humanistas. Se trata de empeño inútil, porque nunca llegas a capturar el sentido de las cosas, porque hay una grieta gigantesca entre la información y el sentido. Ese es el lugar donde trabajas, el espacio en el que intentas comprender cuál es el sentido de tu vida, pero al mismo tiempo tratas de averiguar cuál es la estructura de nuestras percepciones. ¿Hay algo más grande que el mundo? Pero no lo haces, no te lo preguntas como un teólogo. Se sitúa más en el nivel de la intuición, no en el de las explicaciones racionales”.

Por eso escribió en Asimetría (2017): “Los poetas son presocráticos. No entienden nada (…) Callan mucho tiempo, después cantan y cantan hasta que estalla la garganta”.

Y escribió en Mano invisible (2009): “Los poetas construyen una casa para nosotros, pero ellos / mismos no pueden vivir en ella”.

En una entrevista a RTVE en 2017, desde su casa en Cracovia, apenas enterado del premio que le darían meses mas tarde en Segovia, declaraba que “la poesía es la venganza del introvertido”. El periodista describía a Zagajewski con “un habla calmada cercana a la introversión” y cuenta que él mismo se carcajeó de esa definición que llamó humorística, corrigiéndose: “Pero, hablando en serio, (la poesía) es la parte más arcaica de la literatura, un modo antiguo de comunicación que todavía tiene su belleza y potencia”.

Advierte Zagajewski que “la poesía amplifica, exagera, pone énfasis en cosas y sentimientos, en pensamientos y sueños que pasan casi desapercibidos en la vida cotidiana”.

Asegura que un poema surge como un chispazo, que no necesita linealidad.

Quizá por eso escribe en otro poema (titulado Estudio) que el estudio donde trabaja “es una camera obscura”, escrito en cursivas camera obscura. Y sigue:

“Pero, ¿en qué consiste realmente mi trabajo?

En una larga espera inmóvil,

en remover folios, en una paciente meditación,

en la pasividad que no convencería

a un juez de ansiosa mirada. Lentamente

escribo, como si tuviera que vivir doscientos

años. Busco imágenes inexistentes,

y si existen están enrolladas y guardadas

como la ropa de verano durante el invierno,

cuando el frío corta los labios.

Sueño con lograr una concentración absoluta;

si la encontrase tal vez dejaría de respirar.

Quizá mejor que consiga tan poco”.

¿Dónde nace pues la poesía de Zagajewski?

En el poema Autorretrato en el avión, de su libro Mano invisible (2009) anota:

“Sí, sostengo en las manos

mi pesada cabeza,

pero en ella precisamente nace el poema”.

(…)

Zagajewski habla de la poesía como un don que no se puede enseñar, de “un impulso, que se tiene o no se tiene (…) Pero si tienes la suerte de tener ese don hay mucho trabajo que hacer. Es como un jardinero con una planta: tienes que regar tu don, tienes que hacer cosas con él”.

Comenta que cuando puede escribir, en los momentos de lucidez, piensa siempre que recibe algo. Dice: “Un sentimiento casi religioso. En el momento de más grande actividad poética estoy pasivo. Hay algo de dictado. Ocurre raramente, pero es la ocasión soñada por el poeta”.

Señala a un entrevistador que escribir poesía significa para él “fuego, fiebre, entusiasmo, pero también ironía y crítica”. Dice se vive entre los extremos que dan la ironía y el éxtasis y que la poesía debe reflejar esa dicotomía. Dice que “los poemas se escriben en un golpe de energía” y que “La principal sustancia de la poesía es la concreción y  la abstracción solo se alcanza desde la concreción. A los poetas les gustan las cosas concretas, los momentos concretos”.

Nuestro poeta homenajeado cree que la creatividad no viene de estar muy ocupado, sino de no hacer nada, cosa que es de envidiar. Y como si me escuchase aclara: “Por supuesto que para no hacer nada hay que hacer algo. No se trata de que a partir del vacío produzcas algo (…) El trabajo de escribir un poema no viene cuando tienes muchas tareas entre manos. El poema llega cuando disfrutas de un día de asueto, cuando dispones de todo el tiempo del mundo para ti. Cuando estás en silencio, estás en esa especie de tiempo indeciso. Es en medio de ese dolce far niente cuando el trabajo se puede dar”.

En otra entrevista habla de la escritura como alegría: “Cuando escribes, lo que sientes es una gran alegría por la experiencia, incluso si estás escribiendo un poema triste, lo que es curioso. Al escribir una elegía o una pieza básicamente triste, me siento contento, porque el mismo acto de crear está conectado con la alegría, es jubiloso en sí mismo” Y agrega: “Cuando escribo no tengo ningún plan, quizás lo que me motiva a escribir es luchar contra la melancolía, contra el pesimismo, trato de darme fuerzas. Y quizá los lectores llegan a sentir algo de esto, no lo sé”.

Lo sabemos. Sentimos esa alegría. La siento. Y es quizás una de las revelaciones que tanto anhelo. De eso habla en el poema Antenas en la lluvia, en el libro Antenas (2007): “La poesía es la alegría bajo la que se esconde la desesperación. Y bajo la desesperación de nuevo está la alegría”.

(…)

Adam Zagajewski no solo habla de escribir poesía sino también de leer poesía. Se sabe lector, portador de libros, como cualquier persona de esa realidad que captura y revela. Dice que “el lector de poesía también es un poeta, un poeta que ha decidido no explicarse. Por eso la poesía no tiene grandes tiradas: En cada generación hay sólo un grupo de gente que puede responder a la poesía. Hay que estar despierto para ser despertado”.

Por eso escribe en un texto del libro Temblor (1985):

“Solo en la belleza ajena

hay consuelo, en la música

ajena y en los poemas ajenos.

Sólo en los otros hay salvación”.

Y en un poema titulado muy precisamente Carta de un lector, le aconseja un lector que desde luego es él mismo:

“Demasiado sobre la muerte,

sobre las sombras.

Escribe sobre la vida,

sobre un día normal,

sobre el deseo de orden”.

En otro poema de Antenas (2007) se lamenta con su usual ironía: “Si supiéramos leer poemas con la misma atención con que estudiamos el menú en un restaurante de lujo…”

La poesía, sin embargo, asegura, “nos eleva por encima de la red trivial de circunstancias, que son nuestro pan de cada día y nuestra cárcel. Esa elevación es una experiencia humana básica, de la que la poesía es una de las principales herramientas. Por eso es, no solo necesaria, sino inmortal”.

En el poema Opus póstumo del libro Deseo (2005) se pregunta: “¿Qué es la poesía, si vemos tan poco?”. Y en una entrevista se responde luego: “Lo cierto es que nunca vemos suficiente”.

El poeta recordaba en una conversación que en los días en que estudiaba Filosofía en la universidad leía a los escépticos, a los pesimistas, “porque no quería ser cándido y no me gusta la poesía sentimental. Por eso hay que leer a los más feroces opositores para escribir una poesía que resista el ataque de los cínicos. Es como armarse para la batalla”.

(…)

La realidad inmediata no parece su única fuente. Lo es también la realidad que subsiste como memoria, que se convierte en calle y «laringe» del poema. Por eso decía en la entrevista con ABC que cree que «cuando escribes poemas estás sobre todo interesado en la continuidad de la vida, y la vida anterior a tu llegada a este mundo es también tan interesante para ti como la vida de la que eres testigo presencial. Pero entonces interviene la imaginación, que es algo también alimentado por la memoria, y que cuenta con esta suerte de energía, de lo nuevo, de lo inesperado».

Acota algo que me resulta muy iluminador para mirar de frente su obra: «Un poeta no puede dedicarse por entero a vivir el presente, siempre ha de estar con un pie en el recuerdo».

Y dice en un poema del libro Mano invisible (2009):

«Escribir poemas es un duelo

en el que no hay vencedor (…)

Es una guerra en la trinchera, un telegrama cifrado

una larga velación, la ciencia».

Y añade a esto desde una entrevista: «Se trata sobre todo de un duelo contra el tiempo, que siempre perdemos».

También explica por otro lado: «La poesía se basa en la libertad, puedes estar callado».

Esto inevitablemente debería conducirme a hablar sobre la relación de Zagajewski con la política. Pero no lo haré porque ese tema es vasto y merece un texto aparte. Sin embargo, porque la posición política es ineludible en la poética de un autor como Zagajewski, cedo a la tentación de citar una declaración que nos toca muy cerca en Venezuela, hoy mismo: «El poeta debe hablar con la verdad, pero no sobre un hecho objetivo. Para un poeta en un régimen totalitario esto no es baladí (…) La poesía fue un arma muy poderosa durante el totalitarismo porque la poesía busca la verdad que consigue desmontar los subterfugios de la ideología. La poesía mató al comunismo. Ahora es mucho más difícil con el presente populismo difuso, que es una forma de semifascismo, porque la gente no respeta las palabras. Y no les importa la verdad».

Zagajewski concluye que la única salida que tiene el poeta es la defensa de la dignidad humana. Explicaba en una entrevista en 2014: «Puede haber distintos tipos de poetas que se diferencien por cuestiones como el estilo o la expresión, pero esencialmente todos tenemos que defender lo mismo: que no se haga daño al ser humano y que salgan sus cuerpos y espíritus indemnes».

No sé si he logrado acercarme a una poética de Zagajewski. Es un atrevimiento de mi parte. Un juego innecesario. Él aún vive y para más escribe magníficos ensayos sobre poesía que no revisé para efecto de estas páginas. En todo caso, me quedo con el mandato que en el poema Habla suavemente él mismo ofrece al hombre mayor que va siendo y que tomo para mi: «Habla con más calma. No renuncies a la poesía».

Fuentes:

Angelis, Dimitris y Calderón, Alí. Una conversación con Adam Zagajewski. Círculo de Poesía. 02/2014. Última consulta: 30/09/2019.

https://circulodepoesia.com/2014/02/una-conversacion-con-adam-zagajewski/

Anton, Jacinto. Entrevista:Adam Zagajewski | Poeta «La poesía ha de conjugar ironía y éxtasis». El País. 19/11/2005. Última consulta: 30/09/2019. https://elpais.com/diario/2005/11/19/cultura/1132354803_850215.html

Armada, Alfonso. Adam Zagajewski: «La poesía tiene un valor extra solo cuando la vida humana está en peligro, cuando la sociedad está a punto de perecer». ABC Cultura. 03/08/2015. Última consulta: 30/09/2019.

https://www.abc.es/cultura/libros/20150726/abci-adam-zagajewski-poeta-polaco-201507131150.html

Gordo, Alberto. Adam Zagajewski: «Todo poeta ha de estar siempre con un pie en el recuerdo». El Cultural / El Mundo. 14/03/2014. Última consulta: 30/09/2019.

https://elcultural.com/Adam-Zagajewski-Todo-poeta-ha-de-estar-siempre-con-un-pie-en-el-recuerdo

La Razón. Adam Zagajewski: «Las ideologías que habíamos desterrado han entrado por la puerta trasera». La Razón. 16/05/2017. Última consulta: 30/09/2019. https://www.larazon.es/cultura/adam-zagajewski-las-ideologias-que-habiamos-desterrado-han-entrado-por-la-puerta-trasera-OA15157768

Miles, Valerie. Adam Zagajewski | Princesa de Asturias de las Letras «La poesía mató al comunismo». El País. 09/06/2017. Última consulta: 30/09/2019. https://elpais.com/cultura/2017/06/08/actualidad/1496949030_424526.html

Ramón, Esteban. Adam Zagajewski: «El deber de los poetas es no estar callados». RTVE. 08/06/2017. Última consulta: 30/09/2019.

http://www.rtve.es/noticias/20170608/adam-zagajewski-deber-poetas-no-estar-callados/1561883.shtml 

Seoane, Andrés. Adam Zagajewski: «La poesía es inmortal porque nos eleva de lo cotidiano». El Cultural / El Mundo. 26/10/2017. Última consulta: 30/09/2019.

https://elcultural.com/Adam-Zagajewski-La-poesia-es-inmortal-porque-nos-eleva-de-lo-cotidiano

*El pasado 25 de junio Fundación La Poeteca y la embajada de Polonia en Caracas rindieron homenaje al escritor polaco Adam Zagajewski, galardonado en 2017 con el Premio Princesa de Asturias de las Letras. Jacqueline Goldberg leyó el texto anterior, construido a partir de entrevistas y poemas, suerte de collage en busca de una poética. 


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