Un venezolano compró un edificio de Zara por 6 millones de euros en España
Foto Archivo

«La conspiración de los pueblos contra los poderosos es un hecho ocasional; Lo normal en el mundo es la conspiración de los poderosos contra los pueblos» (Arthur Schnitzler, narrador y dramaturgo austriaco).

Este año 2021 y en el que lo precedió han promovido una paranoia general cuyo mayor exponente son las teorías de la conspiración. Tanto es así, que hemos llegado a acuñar el término «conspiranoico», que dudo mucho que figure en el diccionario de la RAE y que viene a definir a aquella persona que ve conspiraciones donde no las hay, y donde las hay, también.

Es cierto que, promovidas o apoyadas por las redes sociales, esa tupida telaraña de la desinformación que cubre el mundo, las teorías de la conspiración han crecido como la espuma, pero es en casos como el que me ocupa hoy cuando te das cuenta de que, bien mirado, todo acontecimiento es el resultado de una serie de acciones previas que, bien conducidas y orientadas, conducen a la reacción adecuada.

He de confesar que, cuando hace un par de días, Salva, de SUMUS TV , me propuso escribir un artículo sobre los motivos de la desaparición del grupo Inditex del mercado venezolano, me pareció que me estaba pidiendo que sumase dos más dos. Un país en quiebra, un mercado en proceso de desintegración, blanco y en botella. Intereses comerciales. Punto y final.

Es sencillo, pensé. Aquí no hay nada que rascar. No obstante, tratándose de Venezuela, nunca se sabe. Si a esto le añadimos la sazón de Amancio Ortega, el plato, aunque sencillo, empieza a tomar cuerpo.

Por hacer una breve cronología de la historia de Inditex en Venezuela, Zara llegó a este país a finales de los años noventa del pasado siglo, operado directamente desde la matriz española, cual es la política habitual de la marca, propietaria de la mayoría de los establecimientos de sus distintas marcas comerciales a nivel mundial. No obstante, la posterior evolución económica del país, así como la política intervencionista de Chávez, que llegó a acusar a la marca de fraude fiscal en 2004, teniendo continuidad con Maduro, le llevaron a replantearse su posición, accediendo a franquiciar sus tiendas en Venezuela. El beneficiario de esta franquicia fue Phoenix World Trade, que obtuvo la franquicia de las marcas para Venezuela, República Dominicana y Aruba.

Bien, por aquí aparece un hilo del que tirar. El propietario de esta empresa es Nicolás Ibrahim Issa. Este nombre no nos dirá mucho, pero en Venezuela, Ibrahim se beneficia de una red de influencias que le dota de un especial predicamento a nivel empresarial y casi político.

Amigo personal de Delcy Rodriguez, vicepresidenta del país, que protagonizó un incidente diplomático conocido como el  Delcygate”.

Para quienes no conozcan el caso, la madrugada del veinte de enero de 2020 la policía Nacional y la Guardia Civil se personaron en una de las pistas del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Se había tenido noticia de la presencia en un vuelo que acababa de aterrizar de una persona que no solo tenía prohibida la entrada en territorio español, sino en toda la Unión Europea. Se trataba de Delcy Rodríguez y esta orden pesaba sobre ella en calidad de miembro del gobierno de Nicolás Maduro.

Esta situación se revirtió una vez que se personó en el aeropuerto el ministro José Luis Ábalos Meco, titular de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, quien, según testimonios fidedignos, se reunió con Delcy en una sala VIP del aeropuerto por espacio de una hora y media, contraviniendo así la orden europea. No acaba aquí el asunto, dado que la delegación venezolana portaba 46 maletas que fueron cargadas en vehículos del cuerpo diplomático y sacadas del aeropuerto, sin control, merced a la inmunidad diplomática.

Lo que contenían esas maletas queda para siempre en el ámbito de lo ignoto, pero bien podríamos pensar que se trataba de indudablemente de algún tangible monetario, en forma de cualquier elemento que posea ese valor.

Esta infracción de la legislación europea podría haber supuesto una dura sanción para España, no obstante, esto no se produjo.

Para entender los lazos de interés que enlazan a España y Venezuela, habríamos de remontarnos a la época en la que José Luis Rodríguez Zapatero gobernó, o más bien desgobernó España. A través de Raúl Morodo, ahora investigado por la Audiencia Nacional por supuestas comisiones ilegales cobradas de la petrolera PDVSA, Zapatero estableció una relación muy cercana con Chávez, la cual tiene continuidad ahora, en su vida civil, con el gobierno de Maduro.

Según algunos medios y cito a elcierredigital.comel régimen chavista habría estado sustrayendo las reservas de oro del Banco Central y de explotaciones ilegales en zonas protegidas para venderlo al mercado negro a diversos países y particulares, especialmente Turquía “.

Si nos sumamos al censo de conspiranoicos, podemos deducir el contenido de las maletas citadas anteriormente, que se pudieron introducir en Europa, vía España, a través del subterfugio de la inmunidad diplomática. Pero esto es solo una teoría de la conspiración.

Y si seguimos en esta línea, Podríamos plantearnos por qué el gobierno socialista de España ha destinado 53 millones de euros al rescate de una aerolínea participada de dinero español, pero cuyos principales accionistas son inversores venezolanos, siendo esta claramente deficitaria. Esta aerolínea, Plus Ultra, además, cuenta entre sus accionistas y fundadores con Fernando G. E. y Julio Miguel M. S., que ya hundieron en su día la aerolínea Air Madrid, cuya resolución aún se dirime en tribunales.

Sin embargo, cuando nos fijamos en la cúpula dirigente de la aerolínea en Venezuela, aparecen nombres muy vinculados a Nicolás Ibrahim Issa.

Y esto, por cerrar el círculo, nos conduce de nuevo a Inditex.

Existen dos teorías sobre los motivos que han llevado a la final desaparición de sus marcas de Venezuela. La primera de ellas apunta a la posibilidad de que haya sido la propia Inditex la que ha rescindido el contrato de franquicia, por la vinculación de Ibrahim con un escándalo, el caso Plus Ultra, que podía perjudicar el prestigio de la marca.

La segunda apunta a que haya sido el propio Nicolás Ibrahim Issa el que haya rescindido el contrato merced a la postura crítica de los responsables de Inditex con el caso Plus Ultra.

También es posible que todo obedezca a decisiones comerciales de la marca y este razonamiento solo esté alimentando una teoría de la conspiración más, en este mar embravecido en el que ahora nos movemos. No obstante, pese a mi interés en conocer la versión de Inditex, esta no se ha manifestado.

¿Conspiración ? ¿Realidad? ¿Hasta dónde se puede enredar una madeja y que puede aparecer cuando tiramos de ella?

Juzguen ustedes. Yo solo soy columnista.

 


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