Z es el título de una película de Costa Gavras (1933), de finales de los sesenta. No la recordaba hasta ahora que volvió a mi memoria tras el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia en Ecuador.

La película recoge la historia del asesinato del diputado y doctor en medicina «Z». Líder opositor al régimen de un país que no se menciona, pero se presentan indicios de que se trata de Grecia durante “la dictadura de los coroneles” que gobernó Grecia desde 1967 hasta 1974.

En resumen: “Un abogado de la oposición organiza los preparativos para la llegada del diputado Z que pronunciará un discurso en el mitin de oposición al gobierno. Los militares la han saboteado: “La sala arrendada no está disponible; el dueño exige una autorización por escrito. Otros locales se ven limitados por normas absurdas e inspecciones tras las cuales está la mano del gobierno”.

Z ha sido amenazado y se rumora que hay preparativos de un atentado mortal en su contra. Él ignora las amenazas e insiste en dar la conferencia.

Afuera del único local que han podido obtener se concentran partidarios y opositores de Z junto a la policía. La tensión es evidente. Después del discurso, el diputado Z, al cruzar la calle, es golpeado en la cabeza por un matón de una banda paramilitar. El golpe es mortal; en la posterior investigación policial, aparecen testigos manipulados por la policía, que cierra el asunto dando por sentado que el doctor Z había sido atropellado por un conductor borracho”.

Esta historia, sin el resultado final (la muerte del líder) se experimenta en Venezuela todos los días, en cada evento organizado por el liderazgo opositor. De esta manera, la candidata María Corina Machado o el candidato Henrique Capriles anuncian una gira por tal estado o tal comunidad, y surge la amenaza de algún alcalde o gobernador chavista de la entidad pidiéndole a sus huestes que saquen a la candidata o al candidato a “coñazos”.

Por supuesto, el sabotaje no se hace esperar: se cierran vías de acceso al sitio de la concentración de los actos anunciados, se envían mujeres, que dicen ser militantes entregadas por amor a la revolución que sin hambre y sin empleo bla bla, todas igualitas, a golpear a la candidata Machado o a hombres, también, amantes de la revolución pero con mucha hambre y sin empleo con el difunto se restean, todos igualitos, a golpear al candidato Capriles.

El régimen todos los días procura construir una atmósfera siniestra contra algunas candidaturas, específicamente contra María Corina Machado. Esa candidatura encarna una verdadera amenaza al régimen. Ella, ha superado la profunda crisis de representación en la que se sumergió la oposición después de la quiebra del interinato, provocada por algunos de los sectores opositores, que nunca han dejado de tener sus propias agendas.

Toda la oposición que hoy concurre a la primaria, a pesar de las dificultades y los obstáculos que el propio régimen coloca todos los días, se han dispuestos a rescatar al ciudadano del abandono en la que lo había dejado, ese rescate lo ha hecho a través de la política, cuestión que había sido olvidada y le presenta al venezolano una ruta que le ofrece una perspectiva clara de qué hacer en el futuro.

Hoy, por ejemplo, María Corina Machado, haciendo política se ha convertido en una verdadera amenaza al régimen al dejar de lado (más bien atrás) el berrinche, la gritería y la negación de la política.

¿Por qué nos preocupamos? Porque, el régimen, para quedarse en el poder, es capaz de todo. Porque cuenta con fuerzas letales y puede (lo ha hecho) dar órdenes de desaparecer hasta físicamente a las amenazas reales de sacarlos del poder y porque cuenta con hacedores de narrativas especialistas en construir falsas realidades, si no recordemos, por ejemplo, que Roland Carreño está preso por acusaciones absurdas y recientemente 6 sindicalistas han sido condenados a 16 años de cárcel, por conspiración y otros delitos en un montaje sin precedente en la historia judicial del país, sin prueba alguna y por una denuncia de un “patriota cooperante” que brilla por su ausencia.

Estos seis sindicalistas presos y condenados vienen a sumarse al centenar de presos políticos por delitos inexistentes.

Ojalá no se le ocurra a la “casta” del régimen, mediante el uso de esa fuerzas oscuras y letales que están a su disposición, producir su propia película Z y se genere una desgracia cuyos resultados serán terribles para todos.

Nota: Aunque no comparto de ninguna manera el proyecto político de Javier Milei, que apunta a una “democracia de consumidores” y no de ciudadanos, tomo prestado la denominación de “casta” con la que define a la dirigencia política que ha gobernado a la Argentina, antes, durante y después de la dictadura. Es una denominación que encaja perfectamente para calificar a la nomenclatura chavista.


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