Por José Gascón Márquez

La pandemia ha impactado de manera negativa la vida de todos nosotros en muchos aspectos. Por ello, en esta entrada me voy a referir a su impacto en los estudios universitarios desde la perspectiva del docente.

Me tocó como profesor de la UCAB montar mis clases en YouTube y hacer exámenes en línea desde una plataforma. Tuve que interactuar con mis estudiantes por medio de vía electrónica y colocar directamente en los videos de YouTube preguntas y respuestas de estudiantes y mías.

Al comienzo, no pude dar clases por la plataforma Zoom por ser mi conexión en Venezuela realmente mala y lenta. De hecho, todas las clases las coloque como videos en mi canal de la mencionada red YouTube: «La matemática es fácil», lo que ayudó al crecimiento del mismo, tanto en número de subscriptores como en la cantidad de videos presentados en el canal. En mis labores me ayudó mucho el preparador Gustavo Arias, excelente estudiante de Administración y Contaduría de la UCAB, muy responsable y muy capaz en el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación.

Fue una experiencia de aprendizaje en la elaboración de videos, evaluaciones en línea y escribí un material que considero útil para la gente que estudia cálculo en la carrera de Administración y Contaduría en el que se aplica el paquete informático wxMaxima. Desde mi punto de vista, aprendí cosas que ahora puedo aplicar tanto en mis clases presenciales como en línea.

Ahora que me encuentro fuera de Venezuela tengo una conexión muy buena de Internet y estoy usando la herramienta Zoom en mis clases en línea. Pero, ¿qué aprendió el estudiante? Muchos se organizaron de manera adecuada, crearon horarios de trabajo con compañeros, investigaron cosas en la web, usaron la red YouTube como una herramienta y se enfrentaron con éxito a las pruebas. Otros no lo hicieron y solo usaron la tecnología como una herramienta para copiarse de forma indiscriminada en el tiempo de pandemia.

¿Y cómo se sabe lo de prácticas nada éticas en estudiantes? Pues, en distintas universidades venezolanas se descubrió como los estudiantes al conocer los problemas de las evaluaciones, los pasaban a profesores de otras universidades para su resolución con un pago por el «servicio». En otros casos se descubrieron asaltos directos sobre las plataformas informáticas donde se montaban las pruebas o trabajos en línea para acceder a las respuestas correctas que el profesor debía cargar obligatoriamente en la plataforma. Otra manera de hacer trampa era la interconexión entre los estudiantes al realizar la evaluación, algo que es muy difícil de evitar y comprobar.

A nivel internacional ocurría lo mismo y proliferaron sitios de habla inglesa donde los estudiantes subían un problema y un conjunto de profesores en línea resolvían el mismo, subiendo la respuesta a la plataforma y cobrando unos 3 o 4 dólares por problema resuelto. Desde mi punto de vista es muy sencillo revisar que hubo una fraude académico importante durante la pandemia, porque la evidencia más clara son las calificaciones de los estudiantes y la cantidad de reprobados en las asignaturas. Tengo estadísticas de semestres anteriores a la pandemia con 30% de alumnos reprobados y durante la pandemia esa cantidad disminuyó hasta 5% aproximadamente.

El otro asunto delicado a la hora de evaluar el aprendizaje de los estudiantes durante la pandemia es el uso de la herramienta YouTube para sus aprendizajes. Yo la uso como investigador, docente y estudiante, siendo, sin lugar a dudas, una herramienta fantástica, una especie de biblioteca de Babel digital donde aparecen desde los mejores profesores hasta otros con muy escasa preparación.

En consecuencia, de manera reflexiva puedo dar ejemplos de distintos videos de matemáticas con errores muy graves conceptuales y argumentales. Muchos de esos videos tienen decenas de miles de vistas y centenares «me gusta» como evaluación y eso se debe a varias razones, entre ellas porque se argumenta la «idea» de presentar un resultado matemático de manera sencilla, entonces, se cae en simplificaciones arbitrarias donde el autor del video cambia algunas definiciones matemáticas con lo que él cree que son sus equivalentes.

En tales videos, el resultado es patético, llevando al estudiante a pensar que ha entendido un tema, cuando la realidad es que ha estado oyendo una exposición llena de falacias. En otros casos, se debe directamente a la ignorancia del «profesor», en virtud de que su escasa o debilidad de preparación nadie atiende debido a que YouTube es una plataforma de libre acceso para usuarios y denominados «youtubers», y nadie le va a exigir a alguien que suba un video que tenga un dominio de la materia que trata, es decir, eso no es auditable académicamente como requisito por parte de la influyente red.

Ante ello, ¿cómo evitar que el estudiante se pierda en ese laberinto infinito de posibilidades? En mi opinión, la primera acción es orientarlo en su búsqueda, y eso es una responsabilidad de la persona que dicta la asignatura. Luego, se deben enviar enlaces de videos relevantes de otros profesores e indicarles sitios de un alto estándar académico como Khan Academy. Otra posibilidad es que el profesor señale directamente sus clases en la plataforma y refiera los estudiantes a ellas.

Por último, deberíamos volver a la era de Gutenberg y mandar a los estudiantes a leer un libro de texto. Eso conlleva a la magnífica posibilidad que cuando el estudiante se atasque en el libro vaya a YouTube con un objetivo puntual y es salir del atasco del conocimiento. El libro y su lectura también lo pueden ayudar a filtrar contenidos erróneos o alertarlo sobre los contenidos de determinados canales de tal plataforma. Nada sustituye a un buen libro de texto.

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