Resulta bochornosa la actitud política de compinche que difiere ad aeternum la resolución del conflicto existencial de la nación venezolana, planteada abiertamente desde el 10 de enero de 2019, con el comienzo de la usurpación de la Presidencia de la República, sin solución de continuidad. Esta comprobación nos queda clara con la representación política: marchita, cooptada y carente de arraigo popular. La vemos retratada de cuerpo entero cuando, al unísono, se voltea hacia unas supuestas elecciones presidenciales. Esta vez, insisten, sí habrá condiciones, repiten y engañan, por enésima vez, para las elecciones pautadas en el horizonte lejano de diciembre de 2024. Y el hambre, las torturas, los presos y la muerte que esperen. El insólito lance del alcalde de Chacao, apresando y entregando a jóvenes que protestaban pacíficamente, recordando a su compañero asesinado hace 5 años, Neomar Lander Armas, confirma la artera relación con el régimen forajido.

Los venezolanos han derramado sangre, sudor y lágrimas, y el avance ha sido cero.

La voluntad de lucha del pueblo ha sido repetidamente frustrada sin ton ni son. Nos remitimos a los hechos, a la pura realidad. La consulta popular del 16J se llevó a cabo con una participación ciudadana, de manera heroica, pocas veces vista, incluso a nivel mundial; sin embargo, sus mandatos fueron clausurados cuando la dirección de la oposición partidista, de manera incoherente, decide jugar su propio juego y participar 15 días después en unas elecciones regionales amañadas. También evidenciamos y presentamos como prueba fehaciente su participación en las elecciones espurias de noviembre de 2021.

Todas estas piruetas han servido para legitimar y darle oxígeno a un régimen impresentable que ha golpeado y arruinado, con saña, a la colectividad y le ha robado la alternabilidad democrática, que es el derecho sagrado de un pueblo soberano de elegir libremente a su gobernantes.

La responsabilidad recae en una dirección política agotada, sin fuelle y que no representa sino a la cofradía irredenta del G4. Hemos insistido y promovido el surgimiento de una nueva dirección política con el mandato de negociar la salida de la usurpación, mediante la estrategia de construir y acumular fuerza interna y externa que lo obligue finalmente a pactar su salida del poder. Que se concentre en una única estrategia con un solo objetivo.

Necesariamente habrá que negociar para ponerle fin a la corporación criminal, pero no de la forma entreguista de los que se pasaron con armas y bagaje a formar parte de una normalización impuesta que no es tal. Las burbujas no son los caballos que mueven la economía.

Miremos una arista de la compleja trama en la que estamos sumergidos. La delincuencia organizada ha impactado al sistema político democrático, mermado la calidad de vida del ciudadano y pasado a formar parte de la gobernabilidad. En la etapa final adquiere cierto nivel de gobernanza y disminuyen los homicidios. Pero hasta que ese grupo llegue a imponerse queda atrás un largo camino plagado de cadáveres. El entramado militar, policial y guerrillero conforma un escenario de pugnas en varias regiones críticas del país. Se requerirá de un conjunto de acciones para abordar el crimen organizado. Establecer la desregulación de ciertos mercados que abultan la renta criminal asociada con el régimen. Este generó ámbitos de acción para el delito, control de cambio,  mercados de alimentos y de drogas, distribución de agua por cisternas como respuesta a la “supuesta guerra económica”, una mera excusa para delinquir. Hay que rescatar la institucionalidad, su degeneración se ha nutrido de la corrupción. Como hemos dicho, se trata de acciones integrales y no solo de descabezar al crimen con reformas judiciales. Esta es una de las tareas que enfrentará la nueva dirección política que designemos todos, estamos persuadidos que ella tendrá la competencia para negociar la salida del régimen.

Ya no hay tiempo, se acabó, llegó el momento de romper con la “opolaboración” y designar prioritariamente a la nueva dirección política que tendrá, entre manos, asuntos muy complejos de resolver, para conducirnos a la deseada transición democrática.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!

 


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