Un articulista tuvo la buena idea de alertar sobre el oprobioso ataque de la oligarquía colombiana contra el pueblo de este país. Sí, se unieron los tres grandes ejes de la oligarquía: el más grande cartel de narcotraficantes del mundo, con sus aliados narcoterroristas ELN y otros grupos narcoterroristas, que el gobierno en su miedo patológico a desenmascararlos no les dice FARC, pues lo es, el brazo armado y terrorista en su combinación de todas las formas de lucha, sino que acude al eufemismo de grupos organizados residuales, cómo van a ser residuales si dominan medio país y tienen un negocio de 18.000 millones de dólares anuales.

El segundo componente es la burguesía tradicional, los grandes cacaos colombianos Santo Domingo (Caracol, El Espectador, Blu Radio), Sarmiento Angulo (El Tiempo, City TV) y Ardilla (RCN), a quienes les espera el mismo futuro, por la misma conducta, que a Granier y Otero en Venezuela, y la oligarquía sindical (Diógenes Orjuela, Julio Roberto Gómez y Nelson Alarcón), quienes usufructúan de sus posiciones para robarse las cotizaciones de sus sindicados, además de hacer billonarios negocios con los gobiernos de turno, quienes son extorsionados por las convocatorias de paro.

El periodista Gustavo Rugeles presentó la prueba de un solo contrato de Gómez con el gobierno de Santos de 1 billón de pesos, sin ninguna prestación real sino servir de apoyo al pacto de entrega del país a las FARC; debería seguir investigando y verá que este contrato es solo la punta del iceberg de una gran cantidad de contratos similares. Fuentes internas de la cúpula de la CGT me confirman que desde hace décadas esta es un feudo de negocios personales de Gómez.

Esta oligarquía está utilizando la ingenuidad y desesperación del pueblo colombiano para, a través de engaños, servir a los antipatrióticos intereses de una camarilla comunista que quiere implantar definitivamente el socialismo del siglo XXI en Colombia. La dictadura del farcsantismo cogobierna el país, pero no se conforma con eso y por ello utilizando la estrategia leninista de la guerra civil molecular quiere todo el poder para los Soviets, es decir la toma total del poder en manos del triunvirato genocida Santos-Timochenko-Petro, con la ayuda de pervertidos como Fajardo, Barrera, Gaviria,  Samper, Piedad Córdoba y Leyva y una larga lista de parásitos que medran en la política nacional.

El paro no es más que la estrategia de la toma del poder por asalto. Ya le midieron el aceite a Duque, saben que no tiene la firmeza de Uribe y que se desgañita por obtener la aprobación del mamertismo, en vez de la mayoría del pueblo que votó por él precisamente para ahuyentar el farcsantismo. Por la vía que va Duque no tiene otro futuro sino el de ser el Kerenski colombiano.

Ante esta penumbrosa situación no hay otra alternativa sino que el pueblo demócrata, que no quiere más arrodillamiento, se organice para aniquilar el narcoterrorismo comunista y sus compañeros de camino como los Liberales, Verdes, la U y CR. Pero hay un escollo, ya se demostró que no hay movimientos populares espontáneos, el del paro es organizado por el farcsantismo que quiere imponer otro pacto de entrega del país al ELN, como si fuera poco el de las FARC. Esa es la única aspiración, imponer el socialismo del siglo XXI por la fuerza, dado que no puede obtenerlo por el voto. La actitud blandengue de Duque que ya aceptó darle privilegio a la cúpula del farcsantismo a sentarse a negociar en vez de decretar el estado de conmoción e impedir el derrumbe del país, y pone a dos santistas a negociar, el vice de ideas socialistas de Santos, Angelino Garzón, y quien manejó el aparato burocrático más grande  en ese gobierno, Diego Molano; cuando por lógica lo debe conducir el ministro de la política, es decir, la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez.

El pueblo con su estoica conducta de rechazo a las vías de hecho, como lo es el paro, ha dicho ¡ya basta¡, solo falta un líder que lo organice y le permita hacer valer sus derechos. Por lógica, los presidentes Pastrana y Uribe deberían tomar ese rol, pero como no lo han hecho, deberá surgir un líder, quizás un outsider, que lo haga. Colombia está entre dos alternativas: la eliminación de la dictadura del farcsantismo, que quiere imponer el socialismo del siglo XXI, o el triunfo de este para desgracia del país. Espero que el pueblo democrático, que ha dicho con su actitud responsable ¡ya basta!, se imponga y no deje que 1% imponga su tiránica voluntad.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!