¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en los cuales sobre cualquier diferencia, debe prevalecer la honestidad del ser humano. Hay momentos en los cuales los espacios son más de encuentros que diferencias. Hay momentos en los cuales las distancias se acortan. Hay momentos en los que un mundo se une entre el día y la noche. Hay momentos en los que la tristeza y las lágrimas se combinan para recordar grandes sentimientos de alegría y de sonrisas que se vivieron desde una cancha.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en los que no se puede olvidar el mensaje de grandeza que otros nos han dejado. Hay momentos en los que las playas, los ríos, las montañas, los llanos, las selvas y los desiertos, representan la inmensa geografía donde una pelota encuentra un sentido de ida y vuelta, que busca entrar a un arco para alcanzar ese triunfo que ha venido desde el sur.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en los que la historia es deporte, y ese deporte marca la historia. Hay momentos en los que el deporte nos demuestra que jamás nos divide, sino que une hasta a los más divididos. Hay momentos cuando el sentido de vivir brota desde la franela de un jugador, y ese jugador convierte la vida entre el blanco de las nubes y el azul del firmamento, colores que se enarbolan con un inmenso sol desde su centro para flamear en lo más alto la victoria alcanzada.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en los cuales el significado del color albiceleste no solo estará en colocarse una camiseta, sino saber que en esa camiseta llevamos el espíritu de amor, de solidaridad, de lucha y de esperanza por un pueblo, y eso, eso es lo que solo un grande marcó en la historia de esa camiseta albiceleste.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en que una jugada no solo es perfecta sino irrepetible, y termina siendo irrepetible porque la genialidad de esa jugada llenó de emociones a millones y millones que jamás podrán borrar de sus corazones el cómo aquella jugada se convirtió en leyenda, se convirtió en historia.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en que hasta “la mano de Dios” aparece para que juntos estrechemos todas las manos en sentido de virtudes, de avances, de éxitos. Son momentos que se multiplican para con todas esas manos volver a escribir la grandeza de un país, que desde la grandeza de un jugador ha escrito en el fútbol las páginas más grandes de sus sentimientos deportivos.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos que desde el Boca yendo al Napoli en el mundo pudieron ver en las líneas de ese fútbol la conjugación unida de Rayuelas de Cortázar, las Ficciones de Borges, El Túnel de Sábato y hasta el cómo era La locura en Argentina de Ingenieros. Allí, en la magia del gol todo un pueblo pudo plasmar que desde el fútbol, también existía nuestra cultura, nuestra sociedad, y nuestra idiosincrasia convertidos en identidad nacional y también latinoamericana.

¡No llores por mí Argentina! Hay momentos en que nuestros errores solo son errores. Y también hay momentos en que cualquier dolor, por muy intenso que sea, también pasará y nos generará la fortaleza necesaria para enfrentar un próximo destino, en el cual siempre estaremos acompañados del oxigonio de los espacios, los sentidos, y la historia que ha recorrido y seguirá recorriendo la más grande herencia de un jugador.

Hay momentos en los que las lágrimas se convierten en la eudaimonia de un pueblo que vivió y seguirá viviendo con la certeza de que en esa cancha siempre habrá solo un Diego. ¡No llores por mí Argentina!


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