Después de las elecciones de Barinas y la cachetada del referendo revocatorio, los partidos opositores con sus gríngolas fijaron la vista en el lejano 2024. En seguida se pusieron a sacar cuentas: “Yo soy candidato”, “yo quiero ser presidente”, “yo puedo derrotar a Maduro”, “yo tengo derecho de aspirar”. En eso andan y para cumplir con sus expectativas son capaces de venderle el alma al Consejo Nacional Electoral para que les organice unas “elecciones” primarias.

Se dice que tienen puestas las gríngolas porque en esta carrera dejan de ver todo el contexto. Pareciera que piensan primero en sus intereses, o es lo que la mayoría de la gente percibe de su comportamiento. Se reúnen en Panamá o en cualquier otro sitio, pero para discutir esa carrera presidencial que los tiene vueltos locos.

La primera pregunta es demasiado obvia, ¿confiar en el CNE tal como está compuesto para unas primarias? Y si es así, ¿cómo criticar y exigir uno más “equilibrado” para los comicios de 2024? Ya por allí se cae una de las condiciones que debe conseguirse si se desean unas elecciones realmente democráticas.

Y lo segundo, ¿el candidato que sea va a llegar en paracaídas a la campaña electoral sin ni siquiera haber exigido la corrección de por lo menos el registro electoral? ¿Y el voto de los venezolanos en el extranjero no les parece vital? Enrique Márquez dijo muy campante que ese no es un tema que esté por discutirse en el corto plazo, porque hace falta un “acuerdo político”. Y allí está el meollo, ¿el CNE solo trata temas que estén aprobados desde Miraflores?

La organización Súmate asegura que por lo menos 10 millones de venezolanos deben ingresar al registro y eso no es algo que se haga en 2 meses; es más, aseguran que los 2 años que nos separan de la supuesta fecha de las elecciones sería un tiempo “justo” para hacer este trabajo, que debe comenzar casi de inmediato. Claro, si lo que se quiere son unos comicios justos. Y si es titánica la tarea de mantener puestos de actualización en todo el país desde ahorita (imaginen los recursos que hacen falta), el asunto de los venezolanos en otros países es bastante más complicado porque incluso pasa por acordar condiciones con los gobiernos de esas naciones.

No puede ser que la oposición siga fijando prioridades sin hacer caso a las recomendaciones que los expertos de aquí y de afuera le han hecho para poder asegurar unas elecciones limpias. El registro electoral es prioritario, si se deja tal como está de manipulado por el chavismo no hay manera de que los resultados recojan la verdadera voluntad de la mayoría, sencillamente porque no está inscrita la mayoría.

Hay más de 2 millones de venezolanos menores de 45 años que no aparecen en la lista de votantes, más de 1,5 millones que han sido reubicados sin su consentimiento que deben rectificar, otro millón de reubicaciones que no se han procesado y otro de muchachos que tendrían 18 años para el momento de las elecciones. Esto solo en el país. Los del extranjero suman un poco más de 4,5 millones. ¿Es justo para esta gente no poder expresar su opinión?

Este trabajo requiere bastante tiempo, pero sobre todo presión de los que se llaman líderes opositores para obtener del gobierno chavista el compromiso y la orden al CNE para que se dedique a la actualización del registro. Es vital si se quiere recobrar la democracia. Hay que darle la palabra a la gente, ¿no es eso lo que dicen siempre en sus discursos?


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