No debemos extrañarnos de que pronto aparezca un “espontáneo” que lance la candidatura de este “gobierno” al Nobel de la Paz. Es fácil de imaginarlo, o imaginarla, con voz emocionada de tafanario apretado enumerando las infinitas virtudes dialogísticas de sus egregios dirigentes. Oigo sus trastabillares al tratar de decir algunas de tales loas, y no faltará quien diga: ¿Si a Juan Manuel Santos se lo dieron, por qué a uno de los nuestros no?  Es cierto, y no se puede negar, que los rojos-rojitos han hecho del diálogo una bandera que han vendido como si hubieran colocado una pica en Flandes. Poco importa que usted trate de explicar que en realidad han sido teatros bufos que se han representado con la anuencia, por no decir alcahuetería, de muchos protagonistas de su contraparte. Nones. Solo la habilidad conciliatoria y la disposición al sacrificio es lo que ha permitido que el país haya sobrevivido a la ofensiva imperialista contra la esperanza revolucionaria continental. Bazofia verbal más, o mazacote oratorio menos, es lo que oímos a diario en cuanto canal de propaganda oficial podamos sintonizar.

Los ejemplos sobran, parecen matas de verdolaga en medio de cualquier sembradío. Recuerdo los llamados a la mesa de negociaciones hechas por el comandante intergaláctico, crucifijo en mano, a su regreso de la payasada de Carmona el Breve; la descabechina posterior no necesita más refrescamiento. Los llamados a conversaciones de todo tenor fueron un rasgo distintivo de su gestión de demolición del país. No podemos dejar fuera de tales gestos al protagonizado por el hijo de aquel columnista dominical con la creación de las llamadas “zonas de paz” en Barlovento. En realidad se trató de la creación de una serie de cotos particulares para ciertos grupos de hampones y maleantes de toda ralea. Al también llamado papi-papi lo vimos en numerosos videos anunciando sus conversaciones con 280 bandas delictivas en diferentes zonas del país. Uno de los más difundidos lo mostraba rodeado por un grupo de malencarados, a uno de los cuales entrega el micrófono luego de saludar al presidente Maduro, y al malandrín lo escuchamos decir: “Primero que nada se lo agradezco, ¿oyó?, de habernos mandado este hombre para acá a vernos a nosotros, a toditos, puro criminales, porque somos criminales, ¿verdad?…”; y por ahí se descuelga en la típica perorata a la que solo le faltó decir que le mandaran unas pistolitas que no enriquecen ni empobrecen a nadie.

¿Cómo dejar de mencionar las convocatorias a cuanta mesa de diálogo cualquiera pueda imaginar y las consabidas estafas al país? De no ser por los resultados, trágicos y desoladores, que cada vez dejan más exangüe al país podrían resultar risibles los llamados hechos por estos buenos para nada. Sin embargo, debo escribir que estos jenízaros son capaces de asombrar aun al más curtido. EL último de ellos fue el señor Douglas Rico, quien se presume es el director del Cicpc, quien anunció: “En estos momentos se está haciendo un estudio, no solamente los organismos de seguridad, un estudio de alto nivel para ir primero a las conversaciones para que este grupo de personas depongan de su actitud hostil que han mantenido en la ciudad de Caracas. Está en este momento un proceso de conversación con esta organización criminal que está allí instalada para que en principio depongan su actitud y entreguen las armas”. Todo esto con voz meliflua, cual si de un abuelo se tratara que le dice a los nieticos: Miren muchachos, dejen de estarse portando así que hay visita, y después van a estar hablando pendejadas de nosotros por ahí.

Tal como escribí al comienzo, pronto, muy pronto, veremos la postulación en la mismísima Oslo de esta pléyade de gente de paz. Me imagino que el equipo comunicacional oficial llevará a cabo un operativo especial de transmisión y veremos en pantalla al Vallenilla gritando: “Famiiiiliaaaaaa y el Nobel de la Paz es paraaaaaa…”. Lástima que Gaby, Fofó y Miliki, aquellos célebres payasos españoles, ya no estén, serían los más indicados.

© Alfredo Cedeño

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