Qué inocentes los que se preguntaban la razón de la ministra del Interior, Justicia y Paz para afirmar que al Koki lo armaron los de la oposición. La afirmación casi pasó inadvertida y muchos pensaron que se trataba de una osadía de la «almiranta». Pues resulta que no, que desde el segundo día (porque el primero ni se preocuparon) del tiroteo en la Cota 905 ya estaban preparando la red de mentiras para justificar una vez más una represión sin sentido.

Muy buen amigo ha resultado el Koki, del que por cierto aún se desconoce el paradero, a pesar de que se supone que la ministra lanzó al ruedo cerca de 3.000 uniformados para darle caza. El delincuente armó un enfrentamiento de la noche a la mañana, ha mantenido aterrorizados a los habitantes de más de 3 parroquias de Caracas, han matado a varios de sus lugartenientes (o será a sus enemigos) y a algunos policías y nada que dan con él. Es más, esta guerra urbana se ha convertido en la principal noticia del país por más de 5 días. Tremenda distracción.

Entonces, después de las palabras casi sin efecto de la ministra, se lanzan los esbirros del régimen a buscar no al Koki, sino a Freddy Guevara, que ha estado trabajando para facilitar unas negociaciones con el chavismo para tratar de salir de la crisis. Y, por supuesto, a Juan Guaidó, porque al fin y al cabo es el líder visible de una oposición que muchas veces pareciera estar dividida, pero que está clara en el objetivo final, que es salir de esta pesadilla.

No es la primera vez que señalan a Guevara, pero ahora lo acusan de terrorismo. Una palabra que viene de “terror”, el arma favorita del régimen desde 1999 y le ha dado resultado. Pero seguramente va a argumentar el fiscal de Maduro que el dirigente de Voluntad Popular sacó de su bolsillo para comprarle lanzacohetes, granadas, ametralladoras, municiones, pistolas y revólveres al Koki y que lo ha mantenido con la mayor de las impunidades como dueño y señor del oeste de Caracas. ¿Con qué finalidad? Porque malgastó los reales, pues el delincuente no parece defender los objetivos de la oposición.

Más bien hay que recordar que estos y otros barrios, tanto en la capital como en el interior del país (sin contar con los guerrilleros colombianos), fueron armados por el régimen para que defendieran la “revolución” cuando hiciera falta. Desde Hugo Chávez, incluidos sus ministros hasta llegar a su heredero, han mantenido esa amenaza en la boca durante todos estos años: «El día en que nos veamos acosados y amenazados bajarán los cerros a defendernos… Esta revolución es pacífica, pero armada”. ¿Se acuerdan de quién dijo esas palabras?

Así que si pretenden achacarle a Guevara y a Guaidó los delitos del Koki, les va a ser bastante cuesta arriba. Aunque sabemos que no les importa, como les tiene sin cuidado que por amedrentar y aumentar la lista de presos políticos el recién nacido diálogo se quede en pañales. Esa es la verdadera conclusión de todo esto, no hay que creerle buenas intenciones a ninguno de los del régimen, ni para las negociaciones ni para las elecciones libres. Nunca han tenido disposición de pensar en el bienestar del país, no lo van a tener ahora.

 


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