Lo sabemos: el fiscal Karim Khan ha acudido dos veces a Venezuela como representante de la Corte Penal Internacional. La primera ocurrió el año pasado, cuando le echó en cara a Maduro que esta instancia le abriría la investigación pertinente por delitos de lesa humanidad. Momento impactante e inesperado para muchos. Ese anuncio, en esos términos y circunstancias alegró y motivó, aunque también incrementó la ansiedad dentro y fuera del país por una pronta resolución condenatoria, individuo por individuo. Resolución que tardará un tiempo, tal vez largo según los deseos de algunos, para que se produzca. Antes, aventuré, de manera atrevida, la deducción de la apertura de la investigación.

La segunda visita del fiscal a Venezuela fue este mes, él dijo que invitado, cuando en realidad ya había anunciado que volvería antes de cumplirse el lapso que otorgó de tres meses más al régimen del terror para que presentara a la Corte su demostración de contundente avance en las investigaciones que permitieran brindar la suficiente confianza de que se estaba trabajando con eficiencia en nuestro país a fin de esclarecer y procesar los posibles delitos de lesa humanidad que han sido denunciados en la corte por diversas organizaciones, abogados y países. Agotado el lapso para la entrega del informe el pasado 16 de abril, el mismo no satisfizo por endeble y repetitivo el pedimento de la Corte, según pudimos conocer esta misma semana, hace un par de días.

Con respecto a la actuación del fiscal, algunas palomas agoreras, tanto como desesperados artífices involucrados de muy buena fe en la problemática, han llegado a ser más que distantes, más que suspicaces, más que descreídos. Han pensado y tildado al fiscal con variados calificativos que pueden resultar comprensibles, si nos atenemos al desespero que todos tenemos de ver tras las rejas a los posibles y a los más que posibles ejecutores de delitos contra la humanidad en Venezuela. El proceso es largo, tedioso y a todos nos conviene que se investigue con absoluta propiedad y responsabilidad, con la menor cantidad de errores posibles. O con ningún error, que sería lo más deseable. Por eso el fiscal, impertérrito, ha permanecido distante para algunos, pero haciendo su trabajo que no deja de sorprender. Por eso mismo ha hecho mención de que tiene que dejar fuera la comedia y despejarla para atender la realidad de lo acaecido. Para mí estupenda su actuación hasta ahora. Lo reitero. Se lo había reconocido antes por este mismo medio.

Así las cosas, Karim Khan, oponiéndose nuevamente, como fiscal, le ha pedido a la Sala de Cuestiones Preliminares que le permita avanzar con la investigación, cuando el régimen del terror en Venezuela ha solicitado que esta se detenga. Con lo cual la Corte Penal Internacional muy seguramente proseguirá con las investigaciones, previa instalación de la oficina correspondiente en Caracas, con la venia del régimen para que los representantes de la CPI puedan entrar, moverse y actuar sin tanto impedimento «burocrático». Maduro y sus congéneres en el poder secuestrado deben sentir cada día más que la soga de la justicia se cierra lenta pero segura sobre ellos. Igual creemos nosotros. Si esta segunda visita del fiscal avivó las injustificadas e injustificables suspicacias, su intención de avanzar la investigación debe situarnos y situarlo en el lugar correcto. No cederá. No nació ayer.

El alboroto y los deseos retaliativos han cundido en Miraflores y sus alrededores, ya han salido algunos voceros de peso en el régimen a indicar que crearán comisiones para investigar no sé cuáles otros delitos de otros oponentes. Mientras le han sumado a las demandas en la CPI 36 casos más, el fiscal pide la colaboración de otros entes como la propia ONU, que permitan clarificar más cada caso de las violaciones de derechos humanos investigadas por él, cuando por este lado se insiste en incrementar el número de víctimas, sin contención alguna. Porque, mientras todo esto pasa, se llevan detenidos indebidamente a dos ancianos por un video de buen humor con unas arepas. Como para reiterarle al mundo que sí son arbitrarios en el manejo del poder y que merecen ser procesados y condenados. El fiscal prosigue en su demostración y búsqueda de justicia. Ellos también en contrariarla. Esta historia terminará mal para ellos, indudablemente, en algún momento tal vez más cercano de lo que podemos creer.


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