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De pronto me veo en la posibilidad de disolverme dentro de 6 millones de venezolanos que han huido del país. No tenía la intención de irme y creo que estaré de regreso cuando se me cumpla el tiempo estipulado en la visa por la que entré. Pero he visto el rostro, las necesidades, el hacinamiento y en muchos casos la tristeza con la que viven algunos muchos, de los que se vieron obligados a cruzar con un rosario en la boca la terrible frontera sur de Estados Unidos.

Una vieja canción de nuestro folklore nos dice que “El norte es una quimera”. Y de verdad es posible que solo sea una ilusión, pudiera ser un sueño, una utopía, en fin, una fantasía; pero, con los que he hablado me han dicho: “Quédate, Arenas, lo más que te puede pasar es que esto te desengañe. Pero es preferible mil veces estar aquí, donde se pueden renovar los anhelos y la esperanza día a día de una vida mejor trabajando que vivir permanentemente sin ilusión, sin trabajo y sin esperanza de que las cosas van a cambiar y que una vez producido ese cambio tú vas a tener un lugar en él”.

Hace siete años mi hija menor se fue a Canadá después de que un malandro le puso una pistola en la sien para robarle un celular. Ella encontró un lugar, su lugar en ese lejano y frío país. Tiene una familia. Ella como muchos, estoy seguro de que no volverán, que han logrado hacer una familia y después de mucho sufrimiento han encontrado su lugar en el mundo y así el país de donde vinimos, donde hemos nacido, ha perdido un enorme caudal de lo mejor que el país logró formar.

Y ese es el gran daño que el chavismo le ha producido al país, es verdad que han destruido la economía, que arruinaron el eje central de todo el proceso económico venezolano, esto es la producción petrolera y su empresa, es verdad que las invasiones y expropiaciones arruinaron a empresarios y le dieron un golpe casi mortal al aparato productivo nacional, que liquidaron toda la arquitectura institucional que la democracia había creado durante cuarenta años y al pacto de funcionamiento institucional que fue exitoso durante esos cuarenta años. Pero el peor daño que el chavismo le hizo al país ha sido el desgarramiento y fractura de la familia venezolana y la diáspora que se ha producido en consecuencia.

La diáspora producida en Venezuela es un fenómeno singular que no se parece a ninguna otra. Esas otras que han sido el producto de guerras civiles, la venezolana, es el producto de la crisis humanitaria más profunda vivida en el continente y que es causa de la pérdida de 20% de la población que hoy vive y sufre en tierras extrañas.

¿Volverán? Algunos, seguramente. La mayoría creo que no. Han echado raíces en otras tierras y el país se habrá quedado sin los mejores que algunas vez decidieron huir de la rabia, de la intolerancia, del fundamentalismo político de la dictadura de una minoría que le hizo creer a la mayoría que ellos eran los dueños del país.

 


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