La deportación de Alex Saab fue la excusa para levantarse de la mesa de las negociaciones en México

Está en su punto culminante. El desarrollo de la trama de Alex Saab parece inspirada en un culebrón. Los últimos acontecimientos han dejado a todos en suspenso, nadie sabe si en Miraflores están llorando por la traición o preparando la valija de dólares para pagarle más dinero al millonario bufete que trata de defender al testaferro colombiano.

El juez no quedó convencido con los argumentos de la defensa y pidió que levantaran el sello de confidencialidad a unos documentos que prueban que Saab había sido “reclutado” como colaborador de la DEA por lo menos desde 2018 y además había firmado un documento en el que se comprometía a entregarse en 2019. Y por si esto fuera poco, evidencia que el supuesto empresario colombiano devolvió a las oficinas del gobierno estadounidense más o menos 10 millones de dólares malhabidos de los negocios que hizo en nombre del gobierno chavista.

¡Qué cosa! Y pensar que el hombre es supuestamente un “diplomático” del chavismo que solo busca hacer el bien a los venezolanos comprando comida para las bolsas CLAP. Ha sido tan valiosa su ayuda y apoyo al gobierno de Maduro que hasta se levantaron de la mesa de negociaciones en México por una pataleta cuando lo extraditaron a Estados Unidos. Organizaron marchas para su liberación porque al pobre Saab lo torturaron en Cabo Verde. La cuenta que mantienen con el bufete en Estados Unidos es astronómica porque están dispuestos a pagarle hasta el diablo para conseguir su libertad.

Ninguno de estos esfuerzos parece que haya valido la pena, pues al parecer Saab no es más que uno de esos personajes de series policíacas gringas (es que todo parece un show) que se venden al mejor postor. Debe haberse visto en el espejo (o se lo deben haber mostrado) de Alejandro Andrade, que ahora quedó en libertad después que le rebajaron 65% de la pena y de paso con residencia en Estados Unidos. Algo así debe haber esperado el empresario colombiano cuando comenzó a tratar con los investigadores estadounidenses, pero la ambición debe haberlo llevado a cambiar de bando una vez que se vio libre y haciendo negocios a diestra y siniestra con el dinero de los venezolanos. Entonces pensaría que ese acuerdo de entregarse en 2019 no valía tanto y siguió con lo que le ofrecía el gobierno de Maduro. ¿Resultado? Que ahora va a tener que colaborar, quiera o no, porque está preso y ya le fijaron la fecha de juicio. Eso no quiere decir que no pueda conseguir otro trato, depende de la evidencia que tenga bajo la manga para ofrecer.

Y entonces, aunque parezca más enredado que una novela de Delia Fiallo, en Miraflores por lo menos deben estarle dando golpes a la pared, como hacía el comandante, porque han hecho de todo y no han conseguido que estos testigos de sus marramuncias escapen de las garras de la justicia estadounidense.

Vamos a ver si la pobre esposa de Saab logra convencer a alguien de que por lo menos compre una cartulina para hacer una pancarta pidiendo la liberación de su marido. El cuento del abogado de que ella corre peligro aquí en Venezuela tampoco se lo creyeron en el tribunal.

 


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