Es muy evidente la exitosa gira política realizada por el presidente de la Asamblea Nacional y encargado de la Presidencia de la República, el diputado Juan Guaidó, ampliamente reconocido en el mundo occidental, la cual sintetiza la extraordinaria trascendencia que ha tomado el inmenso conflicto venezolano.
Es indispensable comprender que el profundo deterioro en el cual vivimos y sufrimos la mayoría de los millones de venezolanos que aún nos encontramos en el país, se ha transformado en un conflicto regional dada las implicaciones económicas, sociales y geopolíticas que también están a la vista.
Por lo que sin disminuir los esfuerzos y éxitos organizativos, propagandísticos y políticos realizados por los opositores que se encuentran trabajando en el exterior, en cada uno de las reconocimientos y encuentros recibidos individual y colectivamente por el diputado Juan Guaidó y su equipo están los millones de trabajadores desempleados y los que aún solo sobreviven con salarios de hambre, los millones de migrantes, los presos, los muertos, los torturados.
Han pasado 20 años desde que el capitalismo estatista, salvaje e ignorante y corrupto ancló en Miraflores aupado por los sectores más conservadores de las élites venezolanas, soñaban con las facilidades del poder de las armas para continuar engordando sus negocios, por lo que una legión de oportunistas se unió al proceso, para ver qué parte del reparto les tocaría, por lo que de rumba en rumba destrozaron la economía petrolera existente.
Y la debacle ha sepultado el país que existía creando una catástrofe estructural que lo ha deteriorado todo, desde los salarios hasta las comunicaciones, el empleo, la educción, la salud, la seguridad personal y colectiva y la moral pública.
¿Qué hacer entonces? ¿Irse? ¿Lamentarse? O continuar luchando.