La bochornosa decisión adoptada por la Asamblea Nacional (2015) en días pasados que pone fin al gobierno interino y crea una suerte de gobierno parlamentario, calificada por todos de inconstitucional, tiene implicaciones políticas muy serias que la dirigencia política verdaderamente democrática y los venezolanos debemos considerar en estos momentos. No solamente debilita a la oposición internamente y fortalece a la dictadura, sino que genera desconfianza enorme afuera, a la vez que se pierden todos los espacios que se habían logrado los últimos años, pese a las dificultades y al manejo y dirección no siempre acertados en política exterior.

La presencia y acción de las fuerzas democráticas dentro del marco institucional del gobierno interino permitió visibilizar la realidad nacional, traducida en una crisis compleja sin precedentes y agravada por la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos y concretar apoyos de gobiernos e instituciones a nivel regional y mundial, en favor de nuestra lucha por la recuperación de la democracia y las libertades. No solamente apoyos, sino que el esfuerzo permitió medidas de protección de nuestros activos, esos que ahora están en peligro de caer en las manos de quienes usurpan el poder o de quienes abandonaron la lucha democrática para cohabitar, aprovechándose indebidamente de una mayoría parlamentaria divorciada de la realidad y de las aspiraciones y preocupaciones de los venezolanos.

Ante esta realidad que coloca al país en una situación de abandono urge la refundación de una oposición verdaderamente democrática que permita el surgimiento de un liderazgo capaz de organizar a los venezolanos dentro y fuera del país para lograr el mejor camino hacia la transición democrática, promover la realización de elecciones libres y auténticas que garanticen la real expresión popular y asegurar el establecimiento de un gobierno democrático que pueda impulsar con credibilidad la reconciliación nacional y la recuperación económica en un proceso de paz y de justicia estable y duradero.

Hay mujeres y hombres valiosos que han demostrado siempre y sin dudas su indoblegable vocación democrática, a quienes no necesitamos citar ahora, pero que fortalecerán su presencia en el medio político hacia una candidatura única que los separe de esas oposiciones complacientes e interesadas que tanto daño -no irreparable- han hecho al país estos años.

No es el momento de quiebre, ni de capitulación. Por el contrario, se abre un nuevo tiempo y espacio de lucha en el que esa dirigencia debe lograr más que la unidad de los partidos, la unión de los venezolanos que hoy lamentablemente sienten frustración e incluso desesperanza, por los acomodos de quienes creíamos nos representaban. Y no solo unir a los venezolanos dentro, sino a esa enorme diáspora que conformamos más de 7 millones de compatriotas que esperamos dirección y el resurgimiento del liderazgo representativo de los valores que hemos compartido los venezolanos siempre.

¿Qué hacer ahora? Todo por la unidad con quienes realmente representan los intereses colectivos que expresan democracia y libertad, lejos de intereses mezquinos que al final son enterrados con sus propios promotores.


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