De una vez, -a quema ropa- no cabe dudas de que los venezolanos no saldrán a votar en unas elecciones parlamentarias aunque el nuevo CNE sea designado por el grupo de diputados que apoyan al actual presidente Juan Guaidó. No habrá argumentos que les convenzan de lo contrario por la simple razón de que para los ciudadanos que sufren el caos con mayor dureza, se estima cerca al 85 %, las acciones de tipo económico que pueden remediar sus necesidades vitales no dependen directamente del parlamento. Este país, por ley y tradición, ha sido presidencialista y del jefe de Estado surgen las grandes decisiones, con mayor razón si al frente del poder se encuentra un régimen con visos dictatoriales. Sin embargo, a pesar de que esta es y será la cruda realidad, los demócratas insistirán en designar los nuevos rectores del CNE —que puesto frente al espejo a los designados por la Sala Constitucional del TSJ— aquellos gozarán del reconocimiento tanto de los venezolanos como de la comunidad internacional. Sabemos de antemano que la política es una rama incierta, propensa a cambios imprevistos, a interpretaciones erróneas, por lo que nunca se sabe con precisión que va a ocurrir o no el día siguiente.

La designación de los rectores del CNE de manera espuria: con rectores de dudosa imparcialidad, y de profundas sospechas en lo referido a su honorabilidad, traerá como consecuencia varios movimientos que entrarán en juego a partir de ahora. Por una parte, se dio el hecho de que después de varios meses sin coincidencias, se produjo el domingo pasado un comunicado suscrito por el G4 y otros partidos políticos en apoyo a la causa representada por el presidente encargado; a pesar de que la unidad sigue siendo sumamente frágil, este sigue representando un inconveniente muy grave. El sacudón, por ejemplo, dentro del partido Acción Democrática por un movimiento jefaturado por el secretario de organización nacional Bernabé Gutiérrez, sirvió para que se escucharan voces enmudecidas desde hace mucho tiempo. Del mismo modo, se produjo la salida de la embajadora de Venezuela en Chile, hija del dirigente adeco en conflicto, quien por cierto, ella está en sincero desacuerdo con su padre. De igual forma el ingreso de su hermano, José Luis Gutiérrez Parra, como rector principal del írrito CNE.

Es muy probable que esta minoría insurrecta se apodere de la tarjeta y del partido blanco a pesar de que Henry Ramos mantiene el control en las mayorías de las seccionales en los diferentes estados. El régimen, todavía tiene los medios para para comprar las conciencias de quienes no resisten o son alérgicos a vivir bajo restricciones financieras. De manera que a los que dicen que los que se abstienen de votar le facilitan el trabajo al gobierno, en contraposición les digo que los que participen en ese bululú, en ese entremés de dudosa pulcritud, van a darle un perfil de legalidad al fraude que tienen preparado Nicolás Maduro y sus adláteres de la mesita; es decir, se harían coautores de esa agresión electoral. Ya el TSJ tomó la decisión de transferirle el mandato al secretario de organización en rebelión la autoridad plena del mando dentro de AD. Como consecuencia, frente a estas acciones de corte tiránico cualquier hecho que se produzca será infructuoso.

En fin: ¿a quiénes no les conviene que haya elecciones en este país porque saben de antemano de que van a ser derrotados por las fuerzas democráticas venezolanas? ¿Acaso no ha sido Diosdado Cabello, segundo en orden de mando del régimen, quien repetidamente ha dicho: “en este país no va a haber elecciones, olvídense de eso”? Para concluir, Nicolás Maduro, luego de la derrota en las elecciones parlamentarias de 2015, afirmó algo similar y lo ha repetido en varias ocasiones. ¿Qué más será necesario para que se entienda que el oficialismo no respetará la voluntad popular?

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