La crisis se agudiza y la incertidumbre sobre el futuro aumenta. Los venezolanos estamos encerrados en un túnel tratando de abrirnos paso en medio de dos sectores que se alejan, cada vez más, de los principios democráticos.

Un grupo de oposición, extraviado y desgastado en el pulso de sus propios errores, rechaza ir a elecciones sin antes dar la última batalla por condiciones electorales, siguen el camino de la aventura; mientras tanto, el oficialismo continúa avanzando en función de consolidar su auto-transición. Evidentemente son intereses contrapuestos, pero curiosamente se solapan entre sí.

En este sentido, resulta seriamente preocupante el planteamiento asomado por un sector del G4 sobre la posibilidad de una “continuidad administrativa” que abre la posibilidad de un gobierno en el exilio, lo cual no solo es inconstitucional, sino también es una incongruencia moral: si no pudieron estando dentro, cómo lo harán desde afuera.

Las aventuras deben llegar a su fin, suficiente con la larga lista de acciones fracasadas que inicia con el golpe de Estado en abril de 2002 hasta la Operación Gedeón. Se acabó el tiempo para seguir improvisando.

El escenario de hoy reposa sobre la vía electoral. El voto es la única herramienta que depende exclusivamente del esfuerzo interno.

Ahora bien, votar o no votar es una decisión que debe responder a una estrategia, a un plan superior. Votar demanda luchar por condiciones mínimas imperfectas y convertir este acto en la rebelión que reviva el espíritu de la sociedad civil; no votar sin un plan democrático alterno, es facilitar el camino del oficialismo y la continuidad de la crisis.

Quienes apostamos a la redemocratización del país sin agendas ocultas, tenemos la responsabilidad de pensar en cómo generar condiciones electorales para rescatar el voto y no terminar de sepultar la democracia a manos de los dos bandos que solo miran por sus propios intereses.

El “home run” de este juego depende de la unión y movilización mayoritaria de un país urgido de cambio, esto solo sucederá si existen condiciones mínimas aunque sean imperfectas, las cuales clasifico de la siguiente forma:

  1. Condición de origen. Todo parte de la observación y cuidado del voto. Es imposible participar sin observación internacional a cargo de organismos independientes que puedan ser garantes del proceso; en este sentido, la Unión Europea junto con la Organización de Naciones Unidas serían las instituciones más idóneas; el cuidado del voto debe considerar la participación de la sociedad civil y la clara delimitación de las funciones del Plan República; el voto asistido debe estar en manos de los observadores independiente no de los partidos políticos; los ciudadanos organizados deben estar al momento del cierre de las mesas para garantizar que el proceso efectivamente culminó y las máquinas sean desconectadas, con esto se impide la famosa operación “remate”.
  2. Condiciones imprescindibles. Proporcionalidad y pluralismo, los cambios planteados por el nuevo CNE deben ajustarse para respetar a las minorías, la Constitución y la ley; depuración y auditoría del REP; seguridad y control al ventajismo para el desarrollo de la campaña, es decir, sin persecución del Sebin, la DGCIM o la FAES, sin competir con los recursos del Estado; aumentar el número de días para la campaña (quince días no es suficiente) y más si consideramos mantener las medidas preventivas del COVID-19; restablecer el número de auditorías (con la nueva propuesta del CNE se disminuyeron 12 actividades de este segmento); conocer el pleno funcionamiento y auditar el nuevo sistema automatizado.

En estos momentos, es vital entender que nos estamos jugando los que puede ser la última batalla pacífica por la democracia. Debemos promover la importancia de alcanzar una nueva Asamblea Nacional con mayoría democrática y entender la titánica tarea que tendrá en función de detener la destrucción del país.

El nuevo Parlamento, si logramos poner una mayoría democrática, se convertiría en el eje principal para estabilizar el país, empujar la solución definitiva a la crisis mediante un gran acuerdo nacional y alcanzar elecciones presidenciales; también le tocará investigar lo que ha sucedido con nuestros activos y el manejo del “interinato”.

Hago un llamado a organizarnos para liderar una Revolución cívica y ciudadana en favor de la democracia. Quedarnos gritando que no hay condiciones sin ofrecerle una alternativa al país, es contribuir a la desesperanza y la rendición.

 


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