Habitante de Las Tejerías hizo una denuncia y después apareció dando las gracias al apoyo que estaban recibiendo

¿Resultaría constructiva la escogencia en primarias de un candidato para enfrentar al actual régimen de narcotiranía venezolana en elecciones presidenciales? Muchos que se autodefinen como dirigentes políticos dicen comprender a cabalidad la naturaleza de las mafias que hoy controlan el poder en Venezuela. Algunos que se sienten autosuficientes, cumplen roles de diplomacia y de negociadores que les fueron asignados por el método tradicional de repartición partidista, pero que en el contexto de lo que debía ser una estrategia del “cese de la usurpación” se fueron perdiendo. Ya no aplican a la realidad frente a la tiranía, a la que por cierto  ellos mismos contribuyeron a estabilizar en lugar de derrocar.

Aún reconocidos expertos en la materia criminal y de política internacional hacen esfuerzos para desenmarañar el mórbido entramado tejido por el socialismo del siglo XXI en nuestro país andino, suramericano y caribeño. No debemos continuar con esos seudorepresentantes, ni tampoco hacer caso supuestamente a las seguridades que nos prometen los aliados, para direccionarnos en el cómo y en el cuándo decidamos actuar los venezolanos para nuestra liberación. Debemos pactar estrategias con nuestros aliados si, pero no someternos a sus designios. Asumir dichas estrategias con auténtica lealtad y compromiso de vida, para bien de nuestras naciones aliadas, unida la nuestra por supuesto.

Debates y escritos que hemos revisado, nos obligan a reiterar que Venezuela es un país secuestrado por componentes nacionales e internacionales que se disputan y acuerdan intereses diversos. Intereses que no concuerdan o representan, ni podrán representar jamás un consenso básico de anhelo de libertad y progreso de nuestro pueblo. Tampoco sucederá luego de dichas votaciones; que seguramente se realizarán en las circunstancias y condiciones o status quo que los usurpadores decidan, y que como sabemos no podrán calificarse de elecciones libres.

Con una población aproximada de 28 millones de habitantes dentro del territorio, y no menos de 80% entre pobreza y pobreza crítica, el narco régimen ha expelido a otros más de 7 millones de habitantes, en una guerra no tradicional contra nuestro pueblo. Apenas, ha podido estimarse que, más que medirse en cifras rigurosas, uno de cada cinco venezolanos vive, el resto sobrevive. La distribución de la alimentación es controlada por las redes criminales gubernamentales. El acceso a la salud, a las urgentes intervenciones quirúrgicas, por cierto ya muy retardadas, y a las medicinas necesarias para una eficaz atención a los pacientes es de privilegiados. En este drama de duelo diario, las enfermedades de gravedad son una inexorable sentencia de muerte para las clases medias y pobres. Pudiendo salvarse, decenas de invaluables vidas se pierden. En esas condiciones del escenario público tan crítico, unas votaciones sólo formarían parte de un episodio más del tétrico circo existente.

A la administración pública de la educación, hundida hasta la boca, le llega el olor del excremento de corrupción, de pérdida de valores y principios que, casi tapándole las fosas nasales; sin embargo, le permite aún percibir que a todos los niveles existe una resistencia heroica de educadores venezolanos,  que lucha, día a día, para no naufragar en la mediocridad impuesta.

La cultura de la dependencia del Estado, en una sociedad política prostituida en la subsistencia mediante cargos improductivos, o convirtiéndose en alacranes, alguna vez pensó que mediante la estatización del petróleo podría repartir “los huevos de oro” y terminó matando a la providencial gallina, en medio de una rasca y de un templete constante. Luego, llegó el “comandante y mandó a parar” pero no la pea, sino para cambiar el disco y el rostro de los saqueadores. Se siguió en peor fiesta de derroche, con la repartidera a las economías de supuestas otras naciones, que más que solidaridad llenó bolsillos de colegas politiqueros de la corrupción por todos esos pueblos y ciudades, a las que ahora acuden arruinados decenas de miles nuestros conciudadanos, “hijos de Bolivar” y del bolívar devaluado.

No hay qué negociar acá con individuos de élites traidoras. Es preciso coordinar con las bases militares venezolanas; para que se “elijan o designen” un equipo de transición republicana que junto a una vanguardia política preclara y patriótica trabaje en ambos escenarios; el nacional e internacional.  Es indispensable la formación de un equipo político-militar contestatario que marche unido hacia la liberación del ciudadano de base. Equipo silencioso que en la cuasi clandestinidad frente a la ostentación periodística y de los roba cámaras, preparé la toma de conciencia para la consecuente toma de gobierno. Suprimir la usurpación y el secuestro de Venezuela. Que se asuma la transición y el saneamiento institucional básico, para la reinstitucionalización venezolana. Que se reinstaure el derecho a las elecciones libres y democráticas que merece nuestra nación. Y para que no le ocurra a nuestro pueblo como al individuo que apenas se insinuó como contestatario en Las Tejerías, luego apareció «puesto en cintura» cambiando el discurso; sea por vía de la compra seductora de una dádiva, o por la aplicación amenazante del poder represivo de la degradada cúpula militar existente.

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@gonzalezdelcas


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