Tras la ola de  bombardeos ocurridos en septiembre de 1999 a edificios de Moscú, Volgodonsk y otras ciudades rusas en las que se registraron cientos de víctimas, Vladimir Putin desplegó su maquinaria mediática para presentarse ante el mundo como el líder fuerte que controlaría las amenazas de terrorismo interno. En ese momento había sido designado por Boris Yeltsin, como el primer ministro, y su respuesta fue bombardear a Grozni, asesinando a cientos de personas —en una población que después de la primera guerra se encontraba en una independencia temporal— las acciones provocaron la segunda guerra contra los separatistas chechenos, precisamente porque las autoridades de Rusia, acusaron  por los atentados al terrorismo internacional que aseguraron estaba instalado en Chechenia; sin embargo, más de 22 años después, aquellas acciones permanecen envueltas en sombras en las que el mismo Putin, ha sido señalado por varios de sus disidentes como el autor intelectual de esos  hechos que le granjearon la popularidad que requería, para presentarse como “el salvador” de su tierra y obtener con ello la victoria en las elecciones del año 2000.

Con el paso de los años, Putin se ha ido convirtiendo en un tirano que no esconde su carácter despiadado y su sed de poder. En 2022 el mundo entero es testigo de la brutal agresión que ha infligido al pueblo ucraniano, con la invasión y bombardeos a varias ciudades incluyendo la capital Kiev. Siguiendo las órdenes de Putin, las fuerzas militares rusas han bombardeado a mansalva a la población civil y militar, bajo el pretexto de “proteger a las personas que han sido objeto de genocidio”, sus argumentos son totalmente incoherentes porque precisamente sus órdenes son las que están generando el derramamiento de sangre en una nación libre y soberana que tenía la aspiración de pertenecer a la OTAN —este sería el verdadero motivo que impulsó al gobernante del Kremlin a tomar esas medidas radicales— algo que ha tratado de frenar desde el principio. Se estima que unos 5 millones de ucranianos, abandonarán su país en los próximos días, tratando de escapar de la barbarie.

En el año 2014 Putin anexionó la península de Crimea a Rusia, una acción que realizó por la fuerza. Ese mismo año las dos áreas de la región del Donbás en el este de Ucrania: Donetsk y Lugansk, fueron tomados por separatistas prorrusos, bajo el auspicio del tirano, esa guerra ha causado más de 14.000 muertos de acuerdo con las estimaciones publicadas por la prensa internacional. En enero de 2022 el mandatario ruso reconoció a esos territorios como «repúblicas independientes», y utilizó ese argumento como justificación para su intervención actual en una supuesta «misión de pacificación».

En los últimos años, Putin ha participado activamente en varios conflictos armados. Una de sus acciones más representativas de cara a sus planes de futuro fue la ofensiva contra Georgia en Osetia del Sur y el territorio vecino de Abjasia en 2008 para demostrar su poder militar en los países que pertenecieron a la antigua Unión Soviética, desaparecida en 1991. Al día de hoy, la opinión general de diversos analistas y autoridades políticas de varias naciones que pertenecieron al Estado federal de repúblicas socialistas es que la aspiración del mandatario ruso sería la de establecer de nuevo la URSS.

La injerencia de Putin va más allá de su interés por reavivar la Unión Soviética, también intervino en la guerra de Siria respaldando a Bashar Al Assad, en un enfrentamiento que ha dejado miles de muertes y una de las mayores crisis de refugiados del mundo en los últimos años, de acuerdo con Acnur.

Vladimir Putin será recordado como uno de los más abyectos genocidas del siglo, en este momento no es posible cuantificar el número exacto de las víctimas de sus acciones, el saldo sigue en aumento. También es corresponsable del genocidio que está perpetuando Nicolás Maduro y sus cómplices en Venezuela, en donde se violan los derechos humanos, se siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad y la gente está pereciendo por la delincuencia, falta de alimentos y una crisis hospitalaria sin precedentes. El apoyo de Putin ha sido crucial para que no haya un cambio de régimen. Rusia respalda militar y políticamente al tirano caribeño a cambio de beneficios petroleros, y busca evitar mediante amenazas, una posible intervención de Estados Unidos para ayudar a los venezolanos en la lucha por recuperar la democracia, en una situación que reaviva las tensiones de la guerra fría. El dirigente ruso de igual manera respalda, fortalece y adiestra militarmente a los regímenes totalitarios de Nicaragua y Cuba entre otros.

El ataque de Putin a Ucrania es el reflejo de su distorsionada visión de la geopolítica, en cuyo pensamiento ese territorio le pertenece a Rusia. Las proporciones del mal que está infligiendo, se comparan con los crímenes de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, el tirano ruso acusa al líder ucraniano de nazi, pese a que Volodimir Zelenski es de origen judío.

Las imágenes de la guerra en Ucrania que actualmente le dan la vuelta al mundo dejan en evidencia la crueldad que se está infligiendo sobre esa población, están asesinando por mar, cielo y tierra, hemos visto incluso cómo un tanque ruso pasó por encima de un conductor, dejándolo con vida pero herido, y hemos escuchado el terrible audio en el que desde un buque de la marina rusa le hacen la terrible amenaza de muerte a 13 soldados que se encontraban en el islote del mar Negro llamado Isla de la Serpiente, instantes después fueron asesinados mediante bombardeos.

Mientras escribo estas líneas el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, sigue resistiendo en las calles junto a su ejército. Él es consciente de que libra una guerra injusta en condiciones desproporcionadas y aunque sabe que cada minuto que pasa está en juego su vida, su gallardía le demuestra al mundo que el amor por el país puede ser más fuerte que el miedo.

Instagram: @granttorresmusica

Twitter:@granttores

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!