Seguramente habrás escuchado a alguien decirle a otra persona “no puedo vivir sin ti”, “si te vas, mi vida se apagaría”, o quizás se las ha dicho tú mismo a otra persona que amas mucho. Pues bien, esto es lo que toda la humanidad diría si el Sol se fuera, si como lo lees. Si el Sol, nuestra estrella, dejará de seguir brillando de un momento para otro, dejaríamos de existir seguramente, pero no en el corto plazo…

Si ya no estás

El Sol tiene una masa equivalente a unas 333.000 Tierras y produce una cantidad de energía igual a unos 100 billones de bombas de hidrógeno cada segundo y “baña” de calor la superficie de nuestro planeta, lo cual hace que las plantas conviertan la energía solar en energía química, brindando oxígeno para respirar. Además de esto, el Sol actúa como un “ancla espacial”, permite a la Tierra, así como a los otros planetas del sistema solar, viajar por el cosmos de una forma no errática, gracias a su enorme atracción gravitatoria. ¿Pero qué pasaría si el sol desapareciera? ¿Qué sentiríamos, qué veríamos?

Una situación hipotética

El Sol se encuentra a una distancia entre unos 147 a 152 millones de kilómetros, esto hace que a la luz le tome un tiempo aproximado de 8 minutos y 20 segundos, segundos más segundos menos, en llegar a la Tierra, por tanto, solo después de ese tiempo seríamos conscientes de nuestra pérdida, convirtiendo al sistema solar en un caos total. Debido a la perdida de la atracción gravitatoria del Sol, cada planeta del sistema solar empezaría un viaje sin retorno a la inmensidad del Universo.

Un poco de relatividad

Einstein en 1915, mostró en su teoría de la relatividad general que la fuerza de la gravedad no es instantánea. De hecho, ¡viaja a la misma velocidad que la luz! Por lo tanto, si el Sol desapareciera, permaneceríamos felizmente inconscientes hasta pasado unos 8 minutos, cuando nos enteraríamos finalmente del fatal viaje al cual nos estaríamos adentrando.

Una noche gélida y eterna

Sin luz solar, tendríamos que echar de la mano de otras fuentes de energía no renovables para adaptar nuestro modo de vida. Lo primero es que al no haber Sol, la fotosíntesis, proceso por el cual la vida vegetal transforma la energía solar en energía química más oxígeno, se detendría y con él la forma de cultivar alimentos.

La mayoría de las plantas pequeñas morirían en cuestión de días, pero eso no es lo que debería preocuparnos, la temperatura superficial promedio de la Tierra bajaría a 0 ºC después de la primera semana, y luego a -100 ºC al final del primer año. Mientras tanto, los océanos de la Tierra se volverían cada vez más fríos, y eventualmente se congelarían, transformando los océanos en una pista de hielo. Pero al igual que los lagos profundos en invierno, solo la superficie se congelaría, dejando un océano líquido debajo. Siendo cerca de los respiraderos geotérmicos en el fondo del océano, al igual que refugios subterráneos muy profundos en la tierra, el único lugar posible donde los humanos podríamos vivir.

Ilustración de la apariencia de la Tierra si sufriera nuevamente una glaciación. Imagen cortesía de Phys.org

A pesar de que nos cueste pensar que la vida pueda proseguir dadas estas condiciones, la verdad es que lo haría sin problema alguno, por lo menos para diversos microorganismos que actualmente habitan en tales condiciones, como en el fondo de las fosas de las Marianas a unos 11 Km de profundidad.

Si quizás, luego de miles o millones de años, nuestra pequeña bola de hielo pudiera ser atrapada por la gravedad de otra estrella o un agujero negro de los miles que existen en nuestra galaxia, y correr con la suerte de ser rociada con algo de calor, lo que quede de vida, nada por decir mucho, podría desarrollarse de maneras muy exóticas, seguro nada parecidas a las de la actualidad.

Sobre la superficie habrá quedado de manera indeleble nuestra marca para recordar que un pálido punto azul fue nuestro hogar…


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