Cuando el general Marcos Pérez Jiménez asumió la presidencia de Venezuela el 2 de diciembre de 1952, este escribidor tenía 18 meses de nacido. El mundo de la política me fue ajeno hasta que cumplí 15 años de edad. Entonces el gusanillo hizo acto de presencia sin llevarme nunca a los extremos de entregar mi cuerpo y alma al farragoso mundo político. Tuve entonces clara conciencia de que eso sería “pan para hoy y hambre para mañana”.

Al concluir mis estudios de bachillerato en el Liceo Tomás Alfaro Calatrava de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, dirigí la mirada hacia la Universidad Central de Venezuela (UCV), la más prestigiosa de nuestro país. Para ese momento, mis padres no estaban en condiciones de sufragar la totalidad de mis gastos en la ciudad capital; eso, debo decirlo, no me amilanó en lo más mínimo. En esa época la UCV tenía en práctica una política de apoyo económico para sus estudiantes, a la cual accedí sin inconveniente alguno. Así se me abrieron las puertas para un futuro mejor.

Una vez finalizados mis estudios universitarios, me trasladé a la ciudad de Puerto Ordaz, en el estado Bolívar, donde entonces vivían mis padres, y allí ejercí mi profesión por poco tiempo. En 1974, al iniciarse la primera gestión de gobierno de Carlos Andrés Pérez, se produjo un significativo y favorable cambio económico en nuestro país que abrió las puertas a muchos jóvenes profesionales como yo. Con el respaldo del Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho me fue posible viajar con mi esposa a los Estados Unidos de América. Allí hicimos nuestros estudios del idioma inglés, en Temple University (Philadelphia). Al concluirlos, inicié mi posgrado en Southern Methodist University (Dallas, Texas), terminando ese proceso de formación en el mes de diciembre de 1977.

A mi regreso a Caracas tuve entrevistas de trabajo con bufetes de abogados de prestigio; pero mi agradecimiento al país por todo lo que me había dado me inclinó a aceptar la propuesta de trabajo que me hizo José Benjamín Escobar, para entonces consultor jurídico del Banco Central de Venezuela (BCV). A esa prestigiosa entidad dediqué 27 años de infatigable labor.

Es importante resaltar que en el largo período democrático que se inició con la presidencia de Rómulo Betancourt y concluyó con el segundo mandato del Ex Presidente Rafael Caldera, el respeto de todos ellos hacia el BCV y su personal laboral fue modélico. Justo es decir que dicha actitud se mantuvo igual hasta la finalización de la gestión de Antonio Casas González. De allí en adelante el parteaguas se hizo presente. Hoy día, por ejemplo, el rostro de la directiva de tan relevante entidad es un secreto bien guardado. Las razones de tal actitud deben ser muy poderosas puesto que Nicolás Maduro y sus mandamases no tienen problema alguno en eso de exhibirse aquí y allá. ¡Qué cosa más curiosa!

Hoy vemos, sin tapujo alguno, lo que es nuestra nueva realidad. La magnitud del desastre que padecemos en el país no puede ser ocultada; eso explica el rechazo a Nicolás Maduro y su gobierno. La salida de un enorme grupo de venezolanos no se detiene y, en paralelo, las desgracias de los compatriotas que aquí se quedan crece y crece sin parar. Pareciera que el decaimiento ya no tiene vuelta atrás. Entonces, sólo cabe imaginar un sacrificio creciente para los que hemos decidido permanecer aquí, así como algo peor para la actual dictadura.

No hay duda de que los venezolanos se hicieron el harakiri cuando mayoritariamente apoyaron la liberación del “golpista” Hugo Chávez y luego votaron por él con la esperanza de tener un mejor país. Hoy las consecuencias las pagamos todos por igual. Sin embargo, confiemos en que el cambio llegará y que la patria retornará al sitial de importancia internacional que tuvo en la era democrática. A ningún país le deseo que experimente el drama que hoy vivimos los venezolanos.

Cambiando de tema y ya para finalizar, cierro mi artículo de hoy felicitando al diario El Nacional por sus 80 años de incansable labor, cumplidos el pasado jueves 3 de agosto. Para mí ha sido un gran honor formar parte de su plantel de columnistas.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!