En la familia, los roles principales son la maternidad y la paternidad. Sin embargo, si existe un vínculo filial poderoso es el amor entre los hermanos. Este afecto se expresa de forma muy particular y tiene en común los lazos de sangre y del corazón, que se deben basar en una relación de igualdad, así como en una convivencia saludable, favorable y armónica.

De esta manera, se desarrolla uno de los nexos más fuertes e incondicionales que existen. Contar con hermanos es un gran regalo de la vida. Esta relación posee características especiales y únicas. Se presenta una gran unión motivada por la convivencia, el aprendizaje cotidiano y la interacción familiar continua. Esto, independientemente del número de hermanos, siempre constituye un cariño especial que supone una condición de igualdad, y una coexistencia constructiva.

Es un parentesco basado en un sentimiento incondicional, pues durante la convivencia  se fortalece un sentido de pertenencia en cuanto al seno familiar, sostenido por el afecto, los rasgos y valores comunes, que se consolidan como un patrimonio nutrido de infinitas experiencias. A pesar de que cada uno tiene sus diferencias, pues como personas cuentan con características propias, los padres procuran sembrar el amor de familia para que exista apoyo entre ellos.

Sin duda, la magnitud del cariño que se demuestren los hermanos es una gran satisfacción para los padres, pues en cierto modo deben ayudar a sembrarlo, y a su vez, alimenta la unión familiar. Ese amor sincero también impide que se dé alguna ruptura ocasionada por discusiones o diferencias. Pueden enojarse en algún momento, cuando se presenten desavenencias, pero, esas desigualdades se superan casi siempre de forma inmediata.

Por otra parte, aunque cada uno tome en la vida su propio camino, lo cual genera dificultad para verse o frecuentarse, saben con certeza que pueden contar el uno con el otro, que siempre estarán allí para apoyarse, que nunca se defraudarán mutuamente. Por eso, es importante alimentar ese vínculo a pesar de las distancias que puedan existir, mantener el contacto buscando propiciar la comunicación, realizar llamadas telefónicas, alguna visita o encuentro.

Es bueno recordar que a medida que se crece más se desarrolla la capacidad crítica, pero se requiere aceptar al otro tal como es para fortalecer una relación equilibrada. Los padres, por su parte, tienen la gran responsabilidad de lograr que cada hijo aprecie y respete a sus hermanos desde pequeños. Así, consolidarán ese clima de respeto y la unión familiar deseada.


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