Los ciclos vitales de una empresa tienen la forma de una “S», con un crecimiento fuerte al principio hasta alcanzar la madurez, luego de lo cual se aplanan y pierden fuerza de crecimiento, para finalmente comenzar a decrecer hasta morir. Esto es válido para todos los organismos vivos, para las organizaciones y para las estrategias competitivas.
Si una empresa apuesta a una estrategia competitiva que le asegure el liderazgo; con solo aplicar el método del ciclo vital, sabe que en algún momento su liderazgo será puesto en entredicho, pues cuando entre en la parte plana del ciclo, o bien ya estará reemplazando esa ventaja por otra que la coloque en la parte creciente de otro ciclo, o bien algún competidor lo hará, tomando entonces el liderazgo.
Es como una sucesión de “S» encadenadas hacia arriba que dan la cara al mercado. Si una misma empresa logra mantenerse en la sucesión de crecimientos y reemplazos, no cabe duda de que mantiene el liderazgo. Pero si se descuida, un competidor puede hacerlo, desplazándola de la cadena.
El manejo de la situación actual de la empresa está asociado a la etapa de crecimiento de la «S». Mientras que el momento de la declinación, y consiguiente cambio de curva, está asociado a la capacidad de anticipar el futuro y obrar en consecuencia.
Cualquier observador de nuestra realidad de negocios (y del país en general) habrá notado que hay un exceso de cortoplacismo en el ambiente, lo cual, sin duda, es un lastre para el crecimiento. Al haber tantos asuntos pendientes de ser resueltos, la planificación se convierte en un ejercicio referencial que ayuda a mantener el sentido de dirección, y a sortear distintos tipos de escenarios.
Planificando o no, el ciclo vital se cumplirá igual. La diferencia está en que, si no se planifica, cuando la «S» cambie la pendiente, se convertirá en una sorpresa, no solo para los líderes, sino también para los competidores, los cuales podrían volverse, hasta sin buscarlo, en líderes de su mercado.
Claro… esto es difícil que ocurra en la realidad de esa manera, debido a la imperfección estructural del mercado que tiende a que haya pocos oferentes de cada producto o servicio (carteles o monopolios); esto es, así la «S» se le complique al líder por cambio en las preferencias del público, el cliente no tiene la posibilidad de comprar lo que quisiera y debe conformarse con lo que le ofrece el mercado cartelizado. Esto es válido para el campo privado y para los servicios públicos.
De todos modos, es mejor no correr esos riesgos, porque en momentos económicos como los que vivimos, siempre puede aparecer un emprendedor, con una idea, y con un fondo que lo financie, que vuelva obsoleta a una empresa tradicional que no lo vio venir. Siempre es mejor planificar y anticipar.
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…Ni que la base opositora del país no tiene información sobre el tema primarias. Nadie habla de eso. Sigue siendo un tema de cúpulas. Y, desde las cúpulas, saben que no todos participarán y que, si hubiera una elección presidencial, igual irían divididos.
…Tampoco que ahora que las aguas están más calmadas, y que ya sabemos que “Venezuela no se arregló”, es momento de repensar las estrategias empresariales y mirar hacia la base de la pirámide. Presentar envases más pequeños es un buen inicio, pero aún falta mucho para ajustar. Con 94% de pobreza y 76% de indigencia (Encovi), el “mercado” es gigantesco.
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