La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es una tendencia que toma cada vez más fuerza a nivel mundial y en Latinoamérica, avanzando más allá del concepto tradicional de filantropía para incorporar los temas sociales y ambientales a lo técnico económico.

En nuestra Venezuela del 2023 con una población de alrededor de 26 millones de habitantes, 21 millones de los cuales están en pobreza, la RSE debe revestir características especiales, mas orientadas a dar prioridad a la gente del entorno que a los trabajadores propios, pues existe una brecha muy grande entre las condiciones de nuestros trabajadores, por básicas que sean, y las brutales carencias de los sectores excluidos que generalmente rodean nuestros centros de operación y producción.

De la población económicamente activa del país la perteneciente al sector del empleo formal, es la única que goza de la protección del marco jurídico formal – ley del trabajo, lopcimat, locti – y de las técnicas gerenciales orientadas a la administración exitosa del recurso humano. Ya sea que la gerencia que les toque sea buena o mala, que el empresario sea responsable o que no lo sea, tienen como mínimo un conjunto de condiciones favorables que los privilegia y diferencia del resto de los venezolanos.

A grandes rasgos, se puede asumir que hay cerca de los 5 millones que cuentan con alguna protección, pública o privada, y que los 21 millones restantes de la población no están bajo ningún paraguas ni público ni privado.

Sin descuidar las condiciones laborales de sus trabajadores, cada empresario debe tomar conciencia de la importancia estratégica que tiene su entorno tanto para el desarrollo de su negocio en particular, como para el del país en general.

La RSE bien entendida para nuestro país, debe poner énfasis en la cara afuera de la empresa, de forma tal de contribuir, adoptar, incorporar partes de esa inmensa cantidad de gente que hoy no está atendida, y cuando recibe algo, es de algún programa del Estado o de algunas ONG.

No existe tal cosa como una empresa exitosa en un entorno de pobreza…podrá parecer exitosa en el corto plazo, pero no es viable en el mediano.  En este sentido, entendemos que las bases conceptuales de responsabilidad social empresarial, para nuestro caso venezolano, son insuficientes para atacar los niveles de pobreza y exclusión existentes, por lo que proponemos una lectura más orientada a producir resultados que integren a la inclusión y el desarrollo.

El esfuerzo que se requiere es tan importante e inmediato que no se puede basar solo en los conceptos de RSC o RSE tradicionales, sino que debe considerar una mayor profundidad que, en nuestra Firma NTN Consultores, hemos llamado Responsabilidad e Inclusión Social Empresarial (RISE).

Se trata de incorporar en el negocio estrategias que aseguren la sustentabilidad y el compromiso social que requiere el entorno venezolano.

El Compromiso con la RISE debe ser un compromiso estratégico de largo plazo y global, que condicione la conducta  y la cultura de la empresa y de la alta dirección quien debe determinar el contenido y alcance del compromiso social de la empresa.

De hecho, la política de RISE de una empresa debería ser pública, formulada por la alta dirección, con el compromiso de todas las áreas y a su vez debería proporcionar un marco para la acción y el establecimiento de objetivos por lo que debe incorporarse a la Misión y Visión de la Empresa.

Bajo el paraguas de un liderazgo ético, los objetivos de la RISE deben poder articularse con los procesos de negocio de la empresa, por lo cual deberían ser:

  • Definidos, medibles
  • Flexibles y alcanzables: actúan como elementos motivadores
  • Coordinados: horizontal y verticalmente
  • Concebidos en forma participativa: generación y no fijación

En el entendimiento de que los gobiernos por si solos no lograrán los objetivos de inclusión social, le asignamos al actor social “empresa” (también llamado “Ciudadano Corporativo”) el rol de asumir responsabilidades de inclusión, teniendo en cuenta que la distribución geográfica a nivel nacional, de las diferentes unidades de negocio (fábrica, almacén, depósito, oficina) le dan a este actor una amplia cobertura con posibilidades de rápida penetración e impacto.

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  • Escándalo de corrupción en Pdvsa tumba posibilidad de importar gas de Venezuela. El proyecto avanzaba por medio de una alianza entre la empresa colombiana Integral Energy Plus S.A.S. y la compañía venezolana Prodata Energy C.A. Sin embargo, este sábado la directiva de Energy Plus anunció la decisión de romper relaciones con Prodata Energy, luego de que se conociera que uno de sus propietarios ha sido detenido como parte de la trama corrupta en Pdvsa.
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  • El País: España recurre a América Latina para cubrir el hueco de Rusia en el mercado petrolero. Brasil y México pasan a liderar la tabla de suministradores de crudo tras el veto a Rusia (¿y el petróleo de Venezuela? ¿Aquí tampoco lo tienen en cuenta?)

Lo que no fue noticia (y debería serlo)

  • Que el tema de las protestas sigue estando aislado y atomizado, aunque ahora incluya a los militares. En cualquier momento esos grupos aislados se integrarán y allí puede haber un antes y un después. Porque esta mala situación económica de hoy es inédita, y no es fácil anticipar como se desenvolverá, ni qué impacto tendrá
  • O que no hay que olvidar que las revoluciones latinoamericanas fracasaron todas y se desgastaron. Es natural que comiencen nuevas revoluciones, de sentido contrario, para buscar un equilibrio. Esto no da para más… las cosas tienen que cambiar.
  • Ni que, si los rumores de la venta de Monómeros a Colombia resultan ciertos, lo razonable sería inscribirla en una estrategia de privatizaciones y hacerlo a través de la Bolsa de Valores de Caracas, y tomarlo como paso inicial para la integración de los mercados de capitales de los dos países. Para este tipo de operaciones la transparencia es primordial… y solo los mercados abiertos pueden proporcionarla.
  • Tampoco que esta nueva oleada de corrupción que salió a la superficie porque ya no pudo ser ocultada, si bien no es la más grande que hemos tenido, está ocurriendo en un momento de máxima escasez de recursos y pobreza. Y el daño a la confianza y credibilidad es muy grande y compromete las posibilidades de acuerdos con otros países y empresas.

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