Hay que tener en cuenta que, para mucha gente, hay corrupción solo cuando se trata de grandes negociados, asociados a mucho dinero; esa mucha gente, no está al tanto de comprender que también las pequeñas fallas son parte de la corrupción.

Hay gente que se ha acostumbrado a un ingreso extra proveniente de actos de corrupción; y de alguna manera se autojustifican, pues a quien paga se le aceleran los trámites, no en forma fraudulenta necesariamente, sino simplemente pagan/cobran por acelerar procesos que al ser burocráticos y pesados impactan con efecto dominó sobre el resto de la cadena asociada a un trámite.

Pero claro, ambos, el que promueve un hecho fraudulento, y el que acelera un trámite legal, son corruptos. Especialmente en el último caso, cuando la única manera de obtener resultados es pagando, la corrupción está asociada a la obsolescencia del aparato estatal y a la necesidad de modificar las normas y procedimientos, para que no haya necesidad de corrupción. Suena fácil y posible.

El territorio donde se desenvuelve la corrupción (por definición) es el de la administración pública. Los actores son un funcionario, que obtiene beneficio por parte de un particular, el cual lo hace para lograr algo, siempre violando alguna regla, sea esta de sentido común o no.

A estos efectos, defino como que hay corrupción en la administración pública, cuando, en el curso normal de las operaciones del estado, se lesionan o sacrifican sus intereses a favor o beneficio de particulares.

En Latinoamérica, a corto plazo, la corrupción solo puede ser minimizada, pues su erradicación es de alguna manera un lujo al que nos costará llegar por el perfil de sociedad que somos; hay mucho de cultura asociada a la “viveza criolla”, que actúa como un factor inhibiente de los cambios necesarios para eliminar la corrupción.

Cualquier gobierno que se proponga atacar la corrupción, debe reconocer que ésta es un efecto y no una causa; lo cual significa que atacarla directamente y perseguir corruptos, podrá dar réditos políticos y hacer ruido de vez en cuando, pero no logrará efectos verdaderos. O sea que la “caza de brujas”, hace perder tiempo y dinero y muy pocas veces da resultados.

Porque cuando se trata de “cazar”, se trata de hechos que ya sucedieron; o lo que es lo mismo, el patrimonio ya se lesionó, y se trata de recuperar algo (lo cual pocas veces se logra), contando para eso con un marco legislativo enmarañado y con muy pocas pruebas válidas. En vez de mirar solo hacia atrás buscando chivos expiatorios, hay que poner el énfasis en mirar hacia delante, tratando de evitar que se repitan; esto es, creando las condiciones para que no haya corrupción.

Para atacar las causas de la corrupción, hay que tomar un conjunto de medidas en diferentes frentes, las cuales van a dar como resultado la disminución de las oportunidades de corrupción.

  • Achicar sustancialmente el aparato estatal y modificar su organización. Esto consiste en disminuir el territorio en el cual puedan darse las necesidades cruzadas de intereses que llevan a este tipo de tratos. Por un simple efecto aritmético, cuanto más pequeño es el estado, menos posibilidades de corrupción hay. El ámbito de acción del estado, también debe limitarse, y en aquellos casos que impacten a toda la economía, tales como el manejo del tipo de cambio, debe haber transparencia de mecanismos y reglas de juego, así como reconocer que, al ser mercados pequeños, son vulnerables a transacciones muy grandes o sostenidas (en contra/favor de un papel en el caso de las bolsas, o en contra/favor de una moneda en el caso cambiario).

No olvidar que cuando solo unos pocos conocen o tienen posibilidad de tomar decisiones gerenciales o de inversión que afectan a todos, y cuando no hay protección en contra de la información privilegiada, las filtraciones son también actos de corrupción.

Achicar el Estado significa reorganizarlo; no puede ser lo mismo que ahora, pero con menos gente. Deben cambiar procesos, y debe orientarse a asignar responsabilidades directas a los niveles intervinientes; posiblemente con indicadores extralegales de gestión, gerencialmente exigibles.

  • Minimizar la burocracia. Y por consiguiente las alcabalas y las firmas y legalizaciones y comprobaciones de fe que son las que promueven al “gestor” que tiene la vía rápida, la cual por supuesto cuesta dinero. Si los trámites fueran transparentes y rápidos, no habría necesidad de pagar a alguien para resolverlo en un tiempo racionalmente posible. Es cuestión de analizar los casos de trámites que están asociados a solvencias, órdenes de pago, registros e inscripciones, entre otros, en los cuales se observan largas colas.

Creo que si simplemente se optara por considerar que el ciudadano es honesto (sin que tenga que probarlo), entonces muchos trámites se facilitarían. Además de contribuir con una campaña (muy necesaria) para fortalecer la autoestima del ciudadano.

  • Privatizar absolutamente toda actividad de perfil privado que esté en manos del gobierno (y analizar cómo caso especial a Pdvsa). Como consecuencia del primer comentario de Achicar…., en el caso de las empresas en manos del Estado el tema se potencia, pues son en realidad entidades de negocio (sin un doliente directo a nivel bolsillo), haciendo transacciones de negocio en el mercado. No olvidar que la contraloría pública, no está diseñada para lidiar eficazmente en el entorno de negocios. Al privatizar, los dueños privados (dolientes de bolsillo) se ocuparán de desaparecer los acuerdos de precios altos, mala calidad, empleados fantasmas, y otras más aplicables.
  • Abrir al público en general la información correspondiente al manejo de la tesorería y las finanzas públicas. Para que se conozca (el que le interese hacerlo), el flujo del dinero a través del presupuesto. Para conocer el flujo de órdenes de pago, y poder preguntar/explicar la asignación de los fondos. Parto de la premisa de que los ciudadanos, además de clientes, somos los accionistas del Estado, y tenemos derecho a saber cómo se está manejando el negocio.
  • Se abra al público la información sobre los procesos de compras, contrataciones y adquisiciones. Cada año el estado gasta procurándose recursos y movilizando la economía del país. Uno de los indicadores internacionales de corrupción, es la transparencia del sistema de compras pues es allí donde se generan las mayores oportunidades de corrupción. Desde promover la carrera administrativa de Comprador Público (para que puedan rotar y ascender por toda la administración), pasando por la creación de una Superintendencia de Compras (la cual no compra, pero da lineamientos y aprovecha las grandes oportunidades de “pooling”), hasta el uso extensivo de tecnología de información e Internet, para el acceso de proveedores y público en general.
  • Se privilegie al sistema de control interno por encima del externo, como base rectora del control fiscal. Esta es una de las sugerencias de mayor impacto directo y de corto plazo sobre la mejora de los servicios del estado, y la consiguiente disminución de la corrupción. El control externo tiende cada vez más (afortunadamente) a ser posterior, o sea que se concentra en lo que ya ocurrió y no puede ser cambiado.

El control interno, delegado en manos de quienes ejercen la administración activa, y en combinación con las auditorías internas y la Superintendencia de Control Interno, es el que puede crear más rápida y directamente las condiciones para que no haya desvíos. El componente de control de gestión basado en la filosofía del Modelo de Empuje debe generar la actitud y los procedimientos concretos para que caso a caso la administración pública se transforme.

  • Se despliegue un programa de gerencia del cambio, considerando educación y formación de funcionarios y del público en general. Los recursos humanos del país deben ser fortalecidos con conocimiento. Hay un componente fuerte de esperar de la gente comportamientos, que la gente misma no está al cabo de saber que son una necesidad básica; esto es así porque nadie les explicó; porque se supone que, por ejemplo, para obtener una licencia de conducir, la gente debe saber el significado y alcance de un cartel de “Pare” o la diferencia entre las rayas continuas y punteadas en una carretera; pero una gran cantidad de gente obtuvo su licencia de conducir sin presentar examen y por consiguiente sencillamente no saben; esto es válido para los que manejan lanchas y embarcaciones, los que arrojan basura en la vía pública y los que dejan sus carros accidentados cruzados en medio de la calle sin sentir que están perjudicando a otros. Este cambio de actitud, basado en principios (que hay que difundir) y en conocimiento (que hay que desplegar), es tarea del estado (creo que los particulares también tienen un rol decisivo) y debe ser tarea concreta de una oficina de transformación del más alto nivel ejecutivo con objetivos concretos de difusión de información y asegurarse que la gente responda.
  • Se masifique el uso de tecnología de información en el gobierno. Cuantas menos manos toquen un proceso o un trámite, y cuanto más automatizado esté el flujo de información, hay mayores posibilidades de ser exitosos contra la corrupción. Grandes bases de datos, físicamente distribuidas y lógicamente integradas, apoyadas en tecnología de telecomunicaciones y motores de Internet, con mecanismos de validación en línea y sistemas de seguridad en los procesos, apoyados en una red virtual por procesos y orientada a resultados.

Achicar el aparato estatal, además de tener un impacto positivo sobre el déficit fiscal, elimina gran parte del territorio de la corrupción.

Una de las fuentes posibles de financiamiento de los gastos verdaderamente necesarios (salud, educación y justicia) está en llevar a cabo ajustes como los propuestos.

Estoy seguro de que las propuestas anteriores, sin ser todas las posibles, son logrables, más que nada porque son gerencialmente necesarias, y porque es la única manera de comenzar a crecer, en vez de perder el tiempo en diatribas mezquinas y autodestructivas. Si bien es cierto que tenemos un déficit importante en la formación de recursos humanos, también es cierto que aún estamos a tiempo de remediarlo y enrumbarnos en el camino correcto.

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Lo que no fue noticia (y debería serlo)

  • Que hasta ahora hemos visto el ataque contra El Aissami… es de imaginarse que ahora vendrá el contrataque. Esto es solo el principio… parece guerra total y que van por todo.
  • O que pareciera que la estrella de Trump se está apagando… ya resulta hasta molesto escucharlo o escuchar sobre él. Pero esto es política y todo puede pasar.
  • Ni que la explicación de lucha contra la corrupción no es convincente. Más parece lo que en el comunismo soviético se llamaba una “purga”, concentrando el control del poder y eliminando amenazas.
  • Tampoco que no sería extraño que comiencen a detenerse obras en construcción en Las Mercedes. Eso afectará a cientos de obreros que habían encontrado su fuente de ingresos en esos proyectos. Y se profundizará el estancamiento económico. Cada empresa debe prepararse para pasar una nueva etapa difícil… no se puede improvisar… es necesario contar con gerencia.

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