Yo tenía alrededor de seis años, y la tía María, hermana de mi papá, y su esposo, el tío Bernardo Mayora, quienes tenían una cantidad inaudita de nietos para los cuales compraban todas las semanas un montón de “comiquitas”, que era como llamábamos a los tebeos, al decir de los españoles, o cómics, tal como llaman los estadounidenses. Los mencionados tíos nos visitaban con frecuencia, y nunca faltaba en esas ocasiones una bolsa repleta de los pasquines que ya habían visto los hijos de sus hijos. Ahí descubrí, entre muchísimos más que no logro recordar por entero, a Superman, Batman, Chanoc, Tawa, Tarzán, El Monje Loco, Flash, Linterna Verde, Memín Pinguín ¡impreso en sepia!, Archie y Las Aventuras de Viruta y Capulina.

Estos últimos eran uno de mis favoritos. Eran dos personajes que vivían cualquier cantidad de vicisitudes, pero ello estaba, además, reforzado por una película, en blanco y negro por supuesto, de estos dos personajes que había visto con papá en el cine América de La Guaira. Si no me falla la memoria se llamaba Cómico y canciones. Pienso en todo esto cuando organizo mi archivo digital de imágenes y consigo varias fotografías donde aparecen los hijos del fundador de la Liga Socialista. Me iba a referir a ellos como Los Hermanos Rodríguez, pero me pareció un despropósito y agravio para con el trío musical de igual nombre. Aquellos hermanos: Ignacio, Alberto y Sergio Rodríguez, hijos de canarios, que desde 1970, luego de su debut en El Show de Renny, se dedicaron a llenarnos de dulzura el alma con sus boleros. Por ello escribí que no merecían el agravio de llamar del mismo modo a Jorge Jesús y a Delcy Eloína.

En otras ocasiones los he mencionado, y ahora me vienen a la memoria por una de esas jugarretas que te hace la memoria, pues al mencionar a los personajes mexicanos me brotó Cicuta y Crapulina. ¿Quiénes mejor que este par de especímenes para darles ese título? Quiero decir que no quiero ahondar en temas metafísicos, porque me viene a la mente una frase de Conny Méndez: “Como es afuera es adentro”. ¿Ustedes alcanzan a imaginar cómo será de tortuosa la psique de ellos? Porque lo que se les ve es ciertamente revulsivo para decir lo menos.

Ellos mismos se han encargado de manifestar a viva voz su resentimiento, su odio patológico a nuestro país. Su ojeriza contra todos nosotros en algún momento será digna de un ejercicio narrativo, donde se podrán describir todas las vilezas que pueden habitar a un ser humano.

Ella juega a la niña perpetua, con su voz atiplada y gestos de quien no rompe un suspiro. No es difícil imaginarse a Delcy Eloína como una de esas niñas acusetas que se las pasa yendo donde la maestra a señalar a sus compañeros. “Señorita Cilia, que Patricia me está mirando feo; y mire, Molina me sacó la lengua…” Y así ad libitum. En lo que a Jorge Jesús respecta, narciso empedernido, es notorio su placer cuando juega al Maquiavelo tropical y, con rictus que pretende sea sonrisa, se refocila en su sadismo con evidente regocijo; cada vez luce más enquistado en los mismos laberintos de su colega Edmundo Chirinos y suele mantener cara de que nada le huele y todo le hiede.

Ambos, Cicuta y Crapulina, no se ocupan siquiera en tratar de velar su malevolencia.

© Alfredo Cedeño

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